|
HOMILÍA DOMINICAL - CICLO B Decimonoveno DOMINGO P. Félix Jiménez Tutor, escolapio ... |
|
EVANGELIO En aquel tiempo, criticaban los judíos a Jesús porque había dicho "yo soy el pan bajado del cielo", y decían: -¿No es éste Jesús, el hijo de José? ¿No conocemos a su padre y a su madre? ¿Cómo dice ahora que ha bajado del cielo? Jesús tomó la palabra y les dijo: -No critiquéis. Nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me ha enviado. Y yo lo resucitaré el último día. Está escrito en los profetas: "Serán todos discípulos de Dios". Todo el que escucha lo que dice el Padre y aprende, viene a mí. No es que nadie haya visto al Padre, a no ser el que viene de Dios: ése ha visto al Padre. Os lo aseguro: el que cree tiene vida eterna. Yo soy el pan de vida. Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron; éste es el pan que baja del cielo para que el hombre coma de él y no muera. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo: él que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.
HOMILÍA 1 Una madre, toda preocupada, fue a exponer a su párroco el problema de su hijo. Éste acababa de hacer su primera comunión y se quejaba de que Dios sólo sabía a pan. No sabía que contestar a su hijo. El viejo cura le dijo: ¿Cuál es el problema, que Dios sólo sabe a pan o que todo el pan sabe a Dios? El MENDIGO Y EL PAN Se me acercó, un día, un mendigo y me dijo: "Quiero pan". "Qué listo eres", le dije. "Lo que necesitas es pan y has encontrado la mejor panadería de la ciudad." Cogí de la estantería un libro de cocina y empecé a decirle todo lo que sabía sobre el pan. Le hablé de la harina y del trigo, de las medidas y cantidades y de las distintas recetas. Cuando le miré me sorprendió que no sonriera. "Sólo quiero pan", me dijo. "Qué listo eres", alabo tu gusto. Sígueme y te enseñaré la panadería. No encontrarás una como ésta. Tenemos pan para todos los gustos. Pero déjame que te enseñe lo mejor: nuestro salón de la inspiración. Sabía que estaba conmovido cuando lo introduje en el auditorio con sus magníficas vidrieras. El mendigo no dijo nada. Subí al podio y adopté la pose de orador. La gente de la redonda viene a escucharme y una vez a la semana a mis trabajadores, aquí reunidos, les leo las recetas del libro de cocina de la vida. Le pregunté al mendigo, sentado en la primera fila si quería escucharme. "No" dijo, pero quisiera un trozo de pan". "Lo que tengo que decirte ahora es muy importante" le dije cuando salimos afuera. A lo largo de la calle encontrarás muchas panaderías pero aunque lo que hacen lo llamen pan no es verdadero pan, no está hecho según el libro. El mendigo se giró y se marchó. ¿No quieres pan le pregunté? Me miró, se encogió de hombros y dijo: "Creo que he perdido el apetito". "Qué vergüenza", me dije. "El mundo ya no está preparado para el pan verdadero".
¿Cuál es la comida de la que guardas un buen recuerdo? Un hombre se levantó y dijo: La mejor comida que yo he hecho a lo largo de toda mi vida fue durante la segunda guerra mundial después de una noche de batalla. Subí a trompincones la colina y allí vi a una mujer de la Cruz Roja con su carrito en un campo lleno de barro. Estaba repartiendo pan y café frío. Cuando me lo dio, sonrió. Después de lo que había sufrido aquella noche, ese momento fue para mi la mejor comida de toda mi vida. "Una buena comida tiene que comenzar siempre con hambre". ¿Hemos venido con hambre , hoy, a la iglesia? Jesús es el pan que nos alimenta. ¿Cuál es su imagen preferida de Jesús? ¿En la cruz,. Maestro, profeta, pastor, puerta, resucitado…? Hoy, Jesús quiere que lo veamos como PAN. PAN que satisface lo que ningún otro puede satisfacer. PAN que da vida. PAN que nos ayuda a seguir luchando. Aquí venimos para alimentarnos y poder llegar al final de la semana. La mesa, más que el púlpito es el centro de la iglesia. El pan, más que la palabra es el centro de la iglesia. ¿Qué es el pan para ti? ¿Alimento, hambre, comunidad, comida, familia, recuerdo, vida, comunión…? Todo eso es la Eucaristía, la cena del Señor. Si entiendo esto, me basta. Calvino escribió sobre la presencia de Jesucristo en la Eucaristía: "prefiero experimentarla a entenderla". Jesús nos salva, pero también nos alimenta.
HOMILÍA 2 EL MENÚ DE JESÚS Un agricultor de los tiempos de mis abuelos para ahorrar dinero decidió alimentar a su mula con cebada mezclada con serrín. El primer mes mezcló la cebada con una parte de serrín. El segundo mes le dio la mitad de cebada y la mitad de serrín. El tercer mes tres cuartas partes eran serrín y una cebada. Y el cuarto mes todo era serrín. Pocos día más tarde la mula moría. El agricultor comentó: Esa mula se ha matado a sí misma. Cambiar el menú tiene también sus riesgos. Los judíos de nuestro evangelio murmuraban porque Jesús les había cambiado el menú. Jesús, el hombre de Nazaret, el hijo de José y de María, uno más del pueblo, se les presenta como “el pan bajado del cielo”. Si se les antojaba difícil lo del pan, lo de bajado del cielo les crea más confusión y más irritación. Semejante atrevimiento les cabrea y desconcierta. Para los judíos de ayer y para los de hoy la Torah, la Ley de Moisés y sus enseñanzas, la Escritura, era y es pan que alimenta, da vida y revela a Dios. No necesitaban que ningún hombre les ofreciera otro pan. Cierto, el pan de las Escrituras, el pan de la Palabra de Dios sigue siendo muy importante para nosotros. Alimentarse de la Palabra de Dios es vital para el cristiano. Cada domingo proclamamos tres Palabras, no para llenar el tiempo sino para alimentarnos y descubrirnos la profundidad y la presencia cercana de Dios. Muchas veces en lugar de saborear el pan de la Palabra de Dios murmuramos como los judíos de todos los tiempos. Nos quejamos del menú que no hemos elegido. Nos quejamos de la duración de la Eucaristía. Nos quejamos del sermón aburrido del cura. Nos quejamos de las exigencias inhumanas de Jesús. Su menú se nos antoja insípido y aburrido. ¿Ha dicho alguna vez quiero más? ¿Puedo repetir? El pan de la Palabra de Dios nos lleva a Dios y nos ayuda a vivir no según nuestros caprichos sino bajo el signo de su voluntad. Jesús, en el evangelio de hoy, nos dice a nosotros, sus discípulos: ”Yo soy el pan que ha bajado del cielo, el que come de este pan vivirá para siempre”. Jesús pone una nueva mesa y nos sirve un menú nuevo. Jesús se sirve del pan, alimento material para satisfacer el hambre física, como trampolín para zambullirnos en el agua del espíritu y hablarnos del hambre espiritual que sólo se sacia con el pan de vida, que es el mismo Jesús en el sacramento de la Eucaristía. Cuatro millones mueren de hambre física cada año en nuestro mundo. ¿Cuántos sufren hambre espiritual? En este mundo nuestro, multiplicador del pan y la obesidad y de la miseria y la desnutrición, adorador del progreso y de la técnica, explorador del universo…los hombres embriagados en sus conquistas no sólo han olvidado a Dios sino también a los necesitados. Muchos católicos, incluidos los practicantes, han dejado de alimentarse del pan de la Palabra y del pan de vida. Como en la historia del agricultor y de la mula para ahorrar tiempo y dedicarse a tareas más excitantes se dan de baja de la Iglesia y muchos de los que aún asisten para mayor seguridad y tranquilidad de sus almas jamás prueban el menú de Jesús. Esa mula se ha matado a sí misma. Esos cristianos se mueren de hambre. Tomad y comed, tomad y bebed parece dicho sólo para los beatos y santurrones. Es una invitación dirigida a todos, especialmente los débiles, anémicos y pecadores. ¿Si Dios sólo puede hacer lo que nosotros hacemos, para qué lo necesitamos? Dios, lo creamos o no, puede hacer algo más grande e importante nos dice el evangelio de Jesús. “El que cree tiene vida eterna”. El pan material da vida para este hoy. El que cree en Jesús, pan de vida, vive este hoy con alegría y el mañana lo vivirá en la casa de la eterna alegría.
HOMILÍA 3
A pastor was
giving communion one Sunday and as he went along the altar railing he
came to a young boy. The pastor broke off a small piece of bread, placed
it in the boy's hands and said: the body of Christ.
|