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HOMILÍA DOMINICAL - CICLO C Vigésimo cuarto DOMINGO P. Félix Jiménez Tutor, escolapio |
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EVANGELIO En aquel tiempo se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los letrados murmuraban entre ellos: -Ese acoge a los pecadores y come con ellos. Jesús les dijo esta parábola: -Si uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos para decirles: ¡Felicitadme!, he encontrado la oveja que se me había perdido. Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse. Y si una mujer tiene diez monedas y se le pierde una, ¿no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, reúne a las vecinas para decirles: ¡Felicitadme!, he encontrado la moneda que se me había perdido. Os digo que la misma alegría habrá entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta. También les dijo: Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte que me toca de la fortuna. El padre les repartió los bienes. No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente. Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad. Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país, que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de llenarse el estómago de las algarrobas que comían los cerdos, y nadie le daba de comer. Recapacitando entonces, se dijo: ¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientas yo aquí me muero de hambre! Me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: "Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros". Se puso en camino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió, y echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo. Su hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo. Pero el padre dijo a sus criados: Sacad enseguida el mejor traje, y vestidlo; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y matadlo; celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto, y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado. Y empezaron el banquete. Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el baile, y llamando a uno de los mozos le preguntó qué pasaba. Éste le contestó: Ha vuelto tu hermano y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud. Él se indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo. Y él replicó a su padre: Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado. El padre le dijo: Hijo, tú estás siempre conmigo y todo lo mío es tuyo; deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto, y ha revivido estaba perdido y lo hemos encontrado.
HOMILÍA 1 Un famoso predicador comenzó su sermón enseñando un billete de 100 euros. Y preguntó a los asistentes: "¿Quién de ustedes quiere este billete de 100 euros? Las manos empezaron a alzarse. Les dijo: "Voy a dar este billete a uno de ustedes, pero antes déjenme hacer esto". Y empezó a estrujar el billete. Siguió preguntado; "¿Todavía lo quieren?" La gente levantó las manos. Bien, les dijo: "¿Y si hago esto?" Dejó caer el billete al suelo y comenzó a pisarlo y ensuciarlo con sus zapatos. Lo recogió, ahora arrugado y sucio. "¿Todavía lo quiere alguien?". Las manos seguían levantándose. Amigos, han aprendido una valiosa lección. Hiciera lo que hiciera al billete, ustedes seguían deseándolo porque, a pesar de su aspecto cada vez más feo, sabían que su valor seguía siendo el mismo. Seguía valiendo 100 euros. Nosotros somos ese billete. Muchas veces ensuciados y aplastados por nuestras propias decisiones o por las decisiones de los demás. Nos sentimos indignos y sin valor. Pero el valor de nuestras vidas no está en lo que hacemos sino en lo que somos. Y todos somos especiales. Hay que valorar las bendiciones de la vida, no los problemas. Hoy en el capítulo 15 de Lucas Jesús nos cuenta tres cuentos: la oveja perdida, la moneda perdida y el hijo perdido. Todo el evangelio está ahí. Toda la buena noticia está ahí. ¿Quiere saber como es Dios? ¿Quiere saber como es Jesús? ¿Quiere saber como es usted? Abra la Biblia y lea despacio el capítulo 15 de Lucas y comprobará que:
Lucas nos dice que los enemigos de Jesús, los fariseos y maestros de la ley definían a Jesús como el que "acoge a los pecadores y come con ellos". Y tenían razón. Buena definición del ministerio de Jesús. ¿Y usted cómo define a Jesús? ¿Qué dice de Jesús? San Pablo dice también: "Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero". El que se encuentra con Jesús se reconoce pecador, el primero, el más grande. Muchos no se atreven a decir: yo el más grande. Aquí estamos, en este domingo, en nuestra casa, una asamblea de pecadores, celebrando el encuentro con Jesús, la salvación de Jesús, el perdón de los pecados por Jesús. "Si uno de ustedes pierde una oveja de las cien que tiene no deja las noventa y nueve y se pone en busca de la perdida? ¿Qué haría usted? Dios no actúa como los bomberos que están tranquilos en su estación mientras no suene la alarma. Dios no está quieto. Dios hace campaña, no para pedirte tu voto, sino para buscarte, para llevarte a su corral, para vendar tus heridas, para cargarte sobre sus hombros. ¿Por qué? Porque eres suyo. Dios no da a nadie por desparecido ni por muerto aunque pasen los días y los años. Dios no borra a nadie de su lista. Para Dios no hay personas non gratas. Usted está en el corazón de Dios. Nadie es tan malo que no pueda ser amado por Dios. En la justicia de Dios no hay silla eléctrica ni inyección letal. Sólo hay amor y perdón para el que se deja encontrar por Él. Déjese encontrar, tocar, abrazar por Dios. En las matemáticas de Dios uno es tan valioso como 99. Y cuando llega a casa, reúne a sus amigos y vecinos y les dice: Alégrense conmigo porque encontré la oveja perdida. Jesús nos habla de su Padre, de su amor y al mismo tiempo nos habla de nosotros, de nuestra necesaria conversión, de nuestra vuelta a casa. Cuántos hermanos nuestros, sellados con el sello del amor de Dios, con su Espíritu, le han dado la espalda, viven perdidos en sus pequeños amores, prisioneros de sus deseos y de la carne, atrapados en el cepo del consumo y lo superficial y sin embargo son amados y buscados por el buen pastor, por Jesús. Es responsabilidad nuestra llamarles y amarles en el nombre de Jesús. Esta es la fiesta del cielo. Aquí y ahora, Dios goza, los ángeles cantan, por cada pecador que se arrepiente y empieza a respirar en libertad. HOMILÍA 2 LA OFICINA DE LOS OBJETOS PERDIDOS Termina el verano, tiempo de vacaciones, de perderse por la geografía del mundo, y regresamos a la santa rutina del despertador matinal, del trabajo y, algunos hasta vuelven a la misa dominical. Volvemos al área de descanso y, hoy, nos proclaman el evangelio de los objetos perdidos: la moneda perdida, la oveja perdida, el hermano perdido, el padre y la casa perdida. Capítulo 15 del evangelio de Lucas, resumen fantástico del mensaje de Jesús, sermón sobre el Dios, cada día aparentemente menos necesario. Hemos proclamado “el evangelio dentro del evangelio”. Si la palabra evangelio significa Buena Noticia, la única Buena Noticia que nos trae Jesús es que hay perdón para todos. Todo lo demás son pequeñas noticias. Nosotros los que hemos vuelto a la casa de oración, sabemos y creemos que Jesús vino a buscar y salvar a todos los hermanos perdidos. “Ese acoge a los pecadores y come con ellos”, fantástico piropo que le lanzan sus enemigos, los que se creen buenos, naturalmente. Dicen, y es verdad, que los santos tienen un pasado: fueron también ovejas perdidas, hijos pródigos, protestaron, pecaron, se alejaron de Dios… y los pecadores tienen un futuro porque las puertas están siempre abiertas y los brazos de Dios están siempre extendidos para abrazarnos. Nadie puede presumir de ser de haber sido siempre bueno y nadie puede presumir de haber sido siempre malo. Nosotros, santos con pasado y pecadores con futuro, vamos siempre en busca de una felicidad ilusoria. Recuerden, sólo el perdón de Dios no tiene límites. Cuando ustedes se mueran y se encuentren con Jesús, éste les mostrará la película de su vida entera. Verán todas las cosas buenas que hicieron, pero verán muchos espacios en blanco. Si le preguntan a Jesús el porqué de esos largos silencios, Jesús les dirá que cada vez que pecaban y pedían perdón Dios borraba sus comidas con los cerdos. Dios borra y sufre amnesia. Bendito sea mi Padre Dios. Sí, nos cuesta entender la misericordia extravagante de Dios. Dios nos ha creado para descansar en Él, para encontrar la felicidad en Él, y este perdón desmesurado de Dios no debería sorprendernos. Jesús que no es ni teólogo ni predicador ni filósofo no suelta discursos ininteligibles ni da definiciones absurdas de Dios como hacen los sabios. Jesús cuenta historias, nos habla de un pastor que busca a su oveja, de un padre que busca a su hijo, de un padre que organiza una gran fiesta con buena música y mejor comida y nos sienta a todos en torno a la mesa. Un Padre que habla poco y actúa mucho. Jesús, en esta historia mágica, canta un canto al Padre y a la Madre que todos quisiéramos tener. En el cuadro de Rembrandt, El retorno del hijo pródigo, las manos que abrazan al hijo, magnífica intuición, son una de hombre y la otra de mujer. Jesús canta un canto al pecador arrepentido que somos cada uno de nosotros. Ya está bien de hablar del hijo pródigo y del hermano mayor, de buenos y de malos, es decir, de nosotros, puñado de cenizas, que lo queremos todo y podemos poco y de martirizarnos con complejos de culpabilidad. Es hora de hablar del Tú solo Santo, solo Tú Señor, Refugiémonos en Dios y olvidemos nuestras miserias. La Iglesia, comunidad de santos y de pecadores, sólo tiene razón de existir en la medida en que como su Señor abre las puertas, extiende los brazos y da cobijo a todos sin gruñidos y sin excomuniones. La Iglesia, ustedes y yo, debemos buscar esas ovejas y esos hermanos que, tal vez, por nuestros malos ejemplos dejaron de creer y amar al mejor de los Padres. HOMILÍA 3
"God in search of
Man" is not only the title of a famous book, it is a wonderful statement
which was true the first day of creation when when God said, "Let us
make man in our image, after our likeness". Since then "in every man
there is something precious which is in no one else". Martin Buber |