ADICCIONES

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio

   

 

Yo soy yo y mis adicciones podría decirse parafraseando a Ortega.

Hay adicciones inocentes, todos tenemos algunas, y adicciones mortales.

Amy Winehouse, adicta al alcohol y a las drogas, fue encontrada muerta en su casa. Tenía 27 años. No conocemos aún la causa de su muerte pero sí conocemos su canción “Rehab” en la que canta "Intentaban hacerme ir a desintoxicación pero yo decía “no, no, no”.

Y ahora resulta que hasta los osos rusos, adictos al alcohol, necesitan un poco de “Rehab”. ¿Cantarán también su “no, no, no”?

“Nada nuevo bajo el sol” dice el Qohelet. Cada época revive y celebra las adicciones de siempre bajo formas y ropajes nuevos.

Las adicciones tribales.

Los hombres de un ayer lejanísimo antes de pintar sus cuevas pintaban sus cuerpos.

Contemplar los cuerpos de esas tribus que viven en la prehistoria no es una sorpresa, es un gozo inmenso.

Los tatuajes que lucen los hombres y las mujeres de este hoy desenfrenado es una vuelta al espíritu de la tribu.

Ver una taza de café tatuada en un brazo o una calavera o una Virgen de Guadalupe en el pecho o una frase: la vie éternelle, sólo Dios me juzga, love, siempre love…o el cuerpo entero es una adicción blanda y moderna.

Los futbolistas, los artistas, las celebridades y la gente corriente han resucitado esta adicción atávica.

Las adicciones eróticas.

Internet es tan útil como mortal.

Es herramienta de trabajo y de entretenimiento. Provee aventuras y total libertad. Es un club privado donde se ve sexo, se vende sexo y se habla de sexo. Es el cine XXX en casa. Los libros tienen una última página, Internet no tiene nunca un The End.

En algunas universidades se prohíbe el uso del ordenador para evitar que los alumnos, mientras el profesor de derecho diserta, lean los resultados de baseball o miren pornografía.

Las adicciones eróticas, curiosidad insaciable de todos los tiempos, afectan a todo tipo de personas.

Mis alumnos de la ESO satisfacen su incipiente lujuria navegando por los miles de páginas “guarras” de este continente erótico.

Las adicciones piadosas.

Las personas mayores, libres de estas adicciones, se refugian en la religión con minúscula.

Consumen novenas, quinarios, triduos, peregrinaciones…que organiza su diócesis.

El santoral es su Biblia. Los santos, escenario vacío, son sus celebridades.

Adicción inocente, necesitada de desnudarse de tantos ropajes inútiles y de asumir la desnudez de la fe que, como decía Lutero con un poco de humor, “está debajo del pezón izquierdo”.

La influencia del entorno es vital. Dime con quien andas y te diré cuales son tus adicciones.