APOCALIPSIS 1

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio.....

.  

 


“El libro del Apocalipsis es el libro más peculiar de la Biblia y el más controvertido. En lugar de historias y enseñanzas morales, ofrece sólo visiones, sueños y pesadillas”.

Así comienza Elaine Pagels, experta en los evangelios gnósticos, su último libro “Revelations. Visions, Prophecy & Politics in the Book of Revelation”.

Yo he hecho del libro de la Revelación mi libro de cabecera. Todos los días bebo algunos versículos para intoxicar la imaginación y alimentar la esperanza en el futuro, la del presente ya la he perdido.

Juan pudo ser testigo de la gran tragedia judía, el final de la religión en torno al Templo, cuando los romanos aplastaron la revolución y destruyeron el Templo.

Juan huyó a Asia Menor y allí pudo ver que no había venido el Reino de Dios que “llega con poder” sino que había venido el Reino de Roma.

En Pérgamo, Juan vería el templo de Zeus y en Afrodisias el Sebasteion dedicado a Afrodita, al Divino Augusto y a los santos.

La propaganda imperial romana es exhibía por todo el territorio; templos y estatuas colosales dedicadas a Vespasiano, Tito y Domiciano, los emperadores que destruyeron Jerusalén. 

Los dioses romanos llenaban todos los templos y habían silenciado al Dios de los seguidores de Jesús.

Juan conocedor de la Biblia, se pone a escribir el Apocalipsis sirviéndose de toda la imaginación, visiones y lenguaje de los profetas bíblicos. Es su propaganda anti-romana.

Lo que hizo hervir la sangre de nuestro profeta Juan fue contemplar la exhibición de los triunfos romanos no sólo como propaganda imperial sino también como símbolos de devoción religiosa, parodia demoníaca de la verdad de Dios que diviniza a Augusto, Nerón y Tiberio bajo cuyo reinado Jesús había sido crucificado. Nombres de hombres que para Juan eran la encarnación del demonio.

Juan está en Patmos, cerca de Éfeso, y durante su estancia tuvo visiones y oyó una voz como de trompeta que le dice: lo que ves escríbelo en un libro. 

El que le habla es Jesús en la forma como el profeta Daniel dice haber visto al Hijo del hombre.

“Y vi una puerta abierta en el cielo”.

El autor ve un trono, 24 ancianos, cuatro seres vivientes y un libro sellado con siete sellos y un cordero de pie degollado. 

Escenario celestial con su liturgia cósmica, con sus ángeles, sus oraciones, su indignación…su victoria y su nuevo templo.

Y el escenario de la tierra donde el enemigo cabalga haciendo la guerra a los santos.

Juan se sirve de toda la imaginería de los profetas para interpretar los conflictos que se viven en la tierra. Como toma prestado el ropaje literario de los profetas también utiliza los acontecimientos históricos para ilustrar su mensaje.

Así cuando suena la segunda trompeta, Juan dice “algo como una gran montaña ardiendo en fuego, fue lanzada al mar”.

Tal vez se inspiró en la erupción del Vesubio del año 79. Las cenizas oscurecieron el cielo y pudieron verse, llevadas por el viento, hasta en Siria. 

El Apocalipsis comienza con una bienaventuranza y termina con otra bienaventuranza. Es el libro de la esperanza y del consuelo. Termina con la victoria de Cristo.

Como las fuerzas del mal, en los profetas son los opresores extranjeros, en el libro del Apocalipsis Roma es el enemigo que mató al Mesías nacido de mujer, de Israel y sigue matando a sus hijos.

Juan desprecia a todos los emperadores, pero para él Nerón redivivus representa “la Bestia” que era el gobierno de Roma.

Juan en un intercambio de escenarios, de la tierra al cielo y vuelta a la tierra, intenta mostrarnos cómo los acontecimientos de la tierra se ven desde la perspectiva de Dios hasta que un ángel anuncia que ya no hay dilación y que el tiempo desemboca en la eternidad.

Juan decidió que tenía que luchar en dos frentes a la vez: no sólo los romanos sino también contra los miembros del pueblo de Dios que acomodados se habían convertido en cómplices del mal.