La Maldita Genealogía

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio.....

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“Mi reino por un caballo” gritaba tembloroso Ricardo III mientras se perdía en las tinieblas. Ahora, sus huesos encontrados y venerados como reliquias preciosas, su reino tiembla otra vez por las maldita genealogía.

¿Y si su semilla se hubiera perdido o hubiera regado campos prohibidos e ignorados?

Que no tiemble nadie, la corona de Inglaterra no peligra, a pesar de la maldita genealogía.

Todos tenemos una genealogía que rastrear, pero no lo hacemos porque no conduce a nada o porque no queremos sorpresas que alteren nuestra identidad. Hay mentiras que mejor es ignorar que repetir.

Hoy, en esta sociedad tecnológica en la que todo cambia vertiginosamente, hasta los niños nacen sin necesidad de sexo y de genealogía. Los bancos de semen han eliminado al, en otros tiempos indispensable, macho procreador. La maternidad y paternidad no es ya cuestión de sexo sino de laboratorio.

"¿Cómo puede ser eso pues no conozco a varón?, pregunta que seguimos leyendo, desde hace siglos, en el evangelio de Lucas. Pregunta incomprensible y sin respuesta racional.

María es un vientre alquilado ¿y su hijo tendrá una genealogía?

Si hay un texto aburrido en los evangelios de Mateo y de Lucas es el de "engendró a". Lista interminable de nombres que a los mortales de hoy, desconocedores de esta saga milenaria, ni les suena ni les interesa.

Cuando proclamamos esta retaila de "engendró a"...recomponemos un puzzle en el que las piezas no encajan, ponemos el oído en off y sentimos ganas de hacer trampas y esquivar unos cuantos "engendró a", nadie los va a echar en falta.

El evangelio de Mateo comienza con "El libro del origen de Jesucristo". Parábola, más que exacta, literariamente bien estructurada. Si se bucea en este Libro y se curiosea un poco la vida de las cuatro mujeres que menciona: Tamar, Rajab, Rut y Betbasé, les aseguro que se puede pasar un buen rato leyendo las aventuras de estas mujeres no israelitas, nada castas, con escapadas sexuales que hoy calificaríamos de pornográficas.

La genealogía de Jesús lo conecta con un pasado judío, pero le interesa más lo nuevo que lo viejo. Lo nuevo desemboca en José, engendrado por Jacob, "el esposo de María de la que nació Jesús". Jesús tiene madre, pero no tiene padre.

La Navidad, ignorada por Marcos y Juan, parece necesitar también la maldita genealogía. Mateo y Lucas, cada uno a su manera, la convirtieron en literatura. La ficción siempre supera la realidad. María es la niña escogida por Dios para ser fecundada milagrosamente.

Jesús, el personaje histórico, interpretado y reinterpretado durante siglos, representado con mil rostros diferentes, pintado con todos los trapos de la moda del momento, se ha convertido para muchos en personaje de ficción.

La genealogía de Mateo y Lucas, bien pensado, sobran, sólo el padre es el verdadero dador de la identidad del hijo.

Jesús, para unos, es el hijo de Dios, para otros, Jesús es el hijo de los hombres, el hijo de José y de María.

La maldita genealogía sigue siendo hoy un problema insoluble como lo fue en un ayer lejanísimo.

La Navidad, con o sin Jesús, con genealogía real o ficticia, sigue llenando el mes de diciembre. La Navidad ya no es un día, es una larga temporada de rebajas, regalos y comidas.

La Navidad, cosa llamativa, improvisa el más fantástico y absurdo decorado del año: luces en las calles, en los grandes y pequeños almacenes y sorprendentemente las ciudades y naciones que saben poco o nada de Jesús, Japón y China, son las más luminosas y lucen las mejores decoraciones del globo.

¿A qué huele la Navidad? A oro, incienso, mirra, canela, turrones, abeto, pino...Huele a todo menos a Jesús.

La mía quiero que huela a paja del establo, a lágrimas de alegría, a José y a María y sobre todo a Jesús.