Los Pecados del Padre

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio.....

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Con el paso del tiempo, cosas y personas, se deterioran y fenecen. Nada ni nadie puede vencer al imperio del tiempo.

Vivimos en permanente estado de reformas. Reforma de la Constitución, reforma de la Ley de Educación, reforma de la Curia Vaticana y como dicen los clásicos con mucha sabiduría: Ecclesia Semper reformanda, la Iglesia siempre tiene que ser reformada.

Tras las “Huellas de Teresa de Jesús” Soria y las ciudades Teresianas celebran no sólo unas fechas borrosas sino también la historia de una Reforma, la del Carmelo. Carmelitas calzados versus Carmelitas descalzos. El aburguesamiento religioso versus la mística de la estricta observancia. Muchas congregaciones, en sus reformas, han cambiado la nomenclatura para, pasado el tiempo, instalarse otra vez en la mediocridad original.

La Orden de Las Escuelas Pías, caso único en la historia, no fue reformada, fue suprimida.

“El vicio pésimo” de los PP Cherubini y Gavotti, las ambiciones malsanas de algunos religiosos y la rivalidad con otras congregaciones más influyentes en la Curia Vaticana llevaron al Papa Inocencio X, en 1646, a eliminar del elenco de las órdenes religiosas la de José de Calasanz.

Ignoro si otras órdenes merecieron la supresión por los pecados contra el sexto mandamiento, pero podríamos o deberíamos tener un nuevo caso en un futuro próximo.

Los Legionarios de Cristo, esos curas siempre perfumados, siempre enfundados en sus trajes negros y sus alzacuellos, tan elegantes que uno cree ver la tarjeta Visa Oro en sus carteras, debería ser la nueva Fallen Order, la nueva Orden Caída.

“No es tiempo de tratar con Dios de negocios de poca importancia” dice Santa Teresa de Jesús. Muchas congregaciones religiosas han perdido el carisma, la razón de su existencia. “El hacer” ha pasado a manos laicas y “el ser” se ha adelgazado tanto que se ha hecho invisible e inodoro. La resistencia numantina y el outsourcing de las congregaciones es la consigna de todos los amenazados de muerte.

Los legionarios de Cristo nacieron en pecado. El P. Marcial Maciel fundó en 1941 La Legión de Cristo. Este ejército reclutó reclutas sin cuento a marchas forzadas, se alió con patrocinadores ricos y hasta el Vaticano, receptor de sus limosnas generosas, alabó al fundador y bendijo sus cheques.

La foto del P. Marcial, extasiado y arrodillado ante el Papa Juan Pablo II, afea para siempre la memoria del futuro santo, Juan Pablo II.

Juan Pablo II le escribió la siguiente carta: “Desde el día de su ordenación sacerdotal Usted ha querido poner a Cristo como criterio, centro y modelo de toda su vida y la labor sacerdotal, y la de aquellos que desde 1941 le han seguido, encontrando en Usted un padre espiritual cercano y un guía eficaz.” Querido P. Maciel con afecto y benevolencia imparto a Usted…una especial Bendición Apostólica”.

Este cura santo y modelo para el Vaticano, ¿es este el único fraude entre los miles de fundadores de congregaciones religiosas? ¿Cómo pudo durante años burlar los espías de la National Security Agency y del Vaticano? ¿Cómo pudo comprar el silencio de sus más íntimos colaboradores?

Estos días, en Roma, 61 capitulares, entre ellos algunos consejeros del fundador, reunidos en Capítulo General hacen examen de conciencia comunitario y entonan un mea máxima culpa en esta prórroga dramática e inútil.

Si algo caracteriza a todas las congregaciones religiosas es el culto desproporcionado a sus fundadores. Todos beben del espíritu, del carisma, de la mística del fundador. Fundadores que con frecuencia eclipsan el mismísimo Jesucristo.

Los Legionarios de Cristo, huérfanos, sin padre, sin carisma y sin mística están condenados a desaparecer.

Los Escolapios tenemos un fundador limpio, santo y pionero de la educación y un Papa nos borró del mapa.

Los Legionarios de Cristo tienen un fundador que sodomizó a sus seminaristas, que engendró tres hijos, el hombre bateaba en ambas direcciones con mucha destreza, que borró sus huellas criminales y que vivió en pecado durante toda su vida, los Legionarios merecen no una reforma sino su destrucción.

Si todos han bebido de la misma fuente contaminada, todos están contaminados. El fundador seguirá siendo un fantasma omnipresente en todas sus obras, contaminará sus seños y envenenará su paz. Los pecados del padre les perseguirán hasta la cuarta generación.

“En la Legión nada es como parece” le han dicho al Papa Francisco algunos miembros del instituto.

Terminado el Capítulo General, verdadero oficio de tinieblas, ¿escribirá el Papa Francisco la esquela mortuoria? R.I.P