Por la Puerta Grande

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio.....

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A MÁS ATEOS MÁS COFRADÍAS Y MÁS COFRADES.

Nunca los templos han estado tan vacíos, un puñado de viejos jugando a las cuatro esquinas musitan sus oraciones y se ignoran unos a otros, nunca los templos han estado tan tristes y tan acomplejados como lo están hoy.

Mis exalumnos me preguntan y ¿cuándo pase esta generación de jubilados quién ocupará su puesto? ¿Somos un equipo sin reservas?

No sé lo que pasará ni me preocupa. Yo también estoy en un equipo sin reservas. Pero sí sé que la religión organizada, la religión de los dogmas, de las verdades inmutables, de los mandamientos y de los pecados mortales, de los funcionarios mandones y gruñones no tiene poder de convocatoria y se muere de aburrimiento.

Los hombres de hoy, este tiempo de ocio vacío, de pensamiento débil y de mero entretenimiento, viven de espaldas a los grandes sistemas teológicos y filosóficos.

Los hombres de hoy se contentan con las migajas que diariamente nos sirve la televisión y los cuatro tertulianos que debaten la cotidianidad.

Si Dios habla nadie parece escuchar su voz. La verdad es que en los templos ya no hay ni truenos ni oráculos, sólo el humano parloteo.

¡Qué bien se vive sin Dios!

Sin el Dios omnipotente, omnipresente y omnisciente de ayer y sin el Dios Amor, Bueno y Bobalicón de hoy. Los hombres no sólo viven “como si Dios no existiera”, viven sin Dios aunque exista en una galaxia remotísima e inalcanzable.

Los ateos, los agnósticos, los indiferentes y los desmemoriados aún recuerdan que los templos son museos repletos de cristos, vírgenes, verónicas, cirineos y centuriones romanos que, una vez al año, hay que sacar por la Puerta Grande del templo.

Las cofradías pretenden guarecer de la lluvia ácida a sus cofrades, hombres y mujeres y niños desarraigados y supersticiosos que durante unos días juegan la carta de la religión a la que no pertenecen y bajo unos capirotes imposibles sacan por la Puerta Grande de los templos de la geografía española unas imágenes muertas que no hay saeta o jota que las resucite.

Religión light, exhibición inútil, procesiones sin pasión para turistas aburridos.

La jerarquía eclesiástica alienta esta religiosidad cuasipagana, sabe que estas manifestaciones carecen de raíces , pero durante una semana la religión con minúscula llena las calles y acalla su mala conciencia.

A más ateos más cofradías, más páginas en los periódicos, más imágenes en el telediario, y, bendita ilusión, más religión resucitada como el ave Fénix.

Las cofradías promocionan el turismo y matan la religión.