Robo de Identidad

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio.....

.  

 


Pagué mi compra y observé cómo la cajera colocaba cuidadosamente los billetes de cinco euros con los de cinco, los de diez con los de diez y los de veinte con los de veinte. Todo es dinero, pero no todos los billetes son iguales y no todos valen lo mismo. Sí, todo es dinero, pero no es lo mismo un billete de 500 euros, perla preciosa que hay que buscar y rebuscar, que uno de 5 euros. La cajera lo sabe y ay si se equivoca. Y además hay billetes que no se hablan con los otros.

La afirmación bíblica de Gálatas 3,28: ¨Ya no hay judío ni griego, ni esclavo ni libre, ni hombre ni mujer, todos somos uno en Cristo Jesús y si de Cristo, también somos descendientes de Abrahán, descendientes de Dios¨ no tiene rival en el Nuevo Testamento.

Esta cita utópica y escatológica es propia del mundo venidero, en este mundo, en esta sociedad, en esta Iglesia Católica y en cualquier otra iglesia, ya jerárquica ya democrática, suena a nada, no hay manera de eliminar las etiquetas, somos nuestras etiquetas, nada, nadie sin ellas. Hasta en los cementerios del mundo siguen acompañándonos las etiquetas. Benditas etiquetas. Yo me regocijo contemplando este mundo maravilloso y caleidoscópico.

En NYC todo es posible. Yo conozco a varios jóvenes que están viviendo con una identidad: nombre y apellidos, fecha y lugar de nacimiento y número de social security, robada. Y les va muy bien. No sé si es un crimen, pero vivir bajo una identidad robada, prestada, simulada o imaginada está a la orden del día.

Juan de Patmos, predicado un día sí y otro también en muchas iglesias protestantes, describe en sus siete cartas a las siete iglesias de Asia el ¨mayor robo de identidad¨ jamás producido en la historia de las religiones.

¿Qué es eso del ¨nuevo¨ Israel, el ¨nuevo¨ pueblo elegido y el ¨nuevo¨ pueblo de Dios?, se pregunta Juan de Patmos.

El autor del Apocalipsis responde con estas escandalosas afirmaciones, a las que probablemente usted nunca ha prestado atención y con las que describe el ¨mayor robo de identidad¨ de la historia de las religiones.

¨Has puesto a prueba a los que se llaman apóstoles pero no lo son, has descubierto que son unos impostores¨. Ap 2,2

¨Conozco la calumnia de los que pretenden pasar por judíos, pero son mas bien miembros de la sinagoga de Satanás¨. Ap 2,9

¨Mira, haré que esos de la sinagoga de Satanás que dicen ser judíos, pero mienten, les haré venir y se postrarán a vuestros pies y sabrán que Yo os he amado¨. Ap 3,9

Él que tiene oídos debería oír lo que el Espíritu dice a las iglesias¨. Ap 3,22

El Apocalipsis de Juan de Patmos, incluido en el Canon en contra de grandes Padres de la Iglesia, gracias a Atanasio figura como el último libro del NT y les sirve a los protestantes de piedra para su onda que lanzan contra la Iglesia Católica.

Los falsos apóstoles, los falsos judíos y la sinagoga de Satanás se han dado de baja del único Israel al tirar por la borda todos los mandamientos de la Torah. El Gran Moisés, el que conversaba boca con boca con Dios, pertenece al pasado. Dejémosle entre nubes y rayos en el Sinaí. Los cristianos , palabra que jamás emplea Juan de Patmos, y Pablo inventaron un ¨nuevo¨ Israel, libre de circuncisiones, sábados y dieta alimenticia, libre, para vivir bajo una nueva identidad, la de Jesucristo.

Identity is an Illusion gritaba un gran mural en Union Square, salpicado con incontables interrogantes. Hoy, hasta la clásica y eterna pregunta ¿varón o hembra? ha quedado inadecuada.

¿Cristiano o cristiano anónimo? ¿Católico Romano o católico en libertad? ¿Clérigo o laico? ¿Escolapio o laico escolapio? ¿Billete de 500 euros o de 5?

En las relaciones sociales y en los asuntos religiosos vivimos tiempos de gran confusión. Los dioses nos castigan y se divierten viéndonos enredados en tantas discusiones que no nos queda tiempo ni para adorarlos ni maldecirlos.

Son muchos los Escolapios que en sus sueños más nocturnos sueñan con identidades perdidas o mal vendidas. Pesadillas silenciadas, llorarlas o contarlas o hismorrearlas no sirve de nada.

El viejo Israel sigue más vivo que nunca, numéricamente insignificante, es poderoso, influyente, rico en hombres sabios y en dineros, además conserva su propia lengua y su Biblia Hebrea...y no necesita mezclarse con el ¨nuevo¨ Israel. No mezcla sus billetes con los de los goyim.

Los Escolapios, los de siempre, los billetes viejos, hoy, en desuso, no por razones bíblicas, evangélicas o teológicas, teología siempre ha habido poca, sino por razones mundanas, laborales y de supervivencia hemos prestado nuestra identidad, denominación de origen, a unos socios, misión compartida lo llaman, que poco a poco la convertirán en agua.

Hoy somos meros espectadores, pero espectadores que piensan.