Una Catástrofe Moral

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio.....

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Eran las 7 de la tarde, dos días después del terremoto de Pennsylvania, subimos a un taxi amarillo tres curas y un párroco que nos había invitado a cenar en Little Italy. La televisión que llevan los taxis amarillos comentaba el terremoto, el informe del gran jurado sobre los pecados sexuales de los curas. Como si estuviéramos en el confesionario, en un silencio helado, escuchábamos molestos revelaciones y secretos de confesión.

Viaje eterno, teníamos ganas de salir, de respirar y de escuchar el alegre bullicio de la calle Mulberry llena de turistas que flaneaban curiosos o buscaban un restaurante donde cenar.

Sí, se respira un aire de vergüenza y de tristeza en el clero, los obispos lo han calificado de ¨catástrofe moral¨.

Esta sociedad, mayoritariamente Protestante, ha sido siempre anti/romana y anti/católica.

Hoy todavía existen algunos grupos fanáticos, viven en 1517, que ven en la Iglesia Católica la Gran Prostituta del Apocalipsis, los otros grupos callan, pero en lo profundo de sus corazones lo creen y ahora con mayor razón. Ellos, los no señalados, presumen de pureza ritual y moral.

La verdad es que los efectos que ha provocado este terremoto tiene tintes apocalípticos, en este país en el que hasta sus guerras lucen títulos apocalípticos. Es como si se hubiera abierto el séptimo sello y en lugar de un silencio de media hora, silencio primordial, los 24 ancianos y los cuatro vivientes gritaran con voz de trueno, ¨Salid de ella, pueblo mío, no sea que os hagáis cómplices de sus pecados y os alcancen sus plagas. Porque sus pecados se han amontonado hasta el cielo y Dios se ha acordado de sus iniquidades¨. Ap 18,4

Humanamente hablando hay muchas razones para el pesimismo, dejarlo todo en manos de la Divina Providencia no es solución y la conversión espiritual, solución piadosa a la que se acude cuando no se quiere buscar la verdadera solución, no es suficiente.

El pueblo de Dios dice a los Obispos, ¨No necesitamos vuestro duelo ni nuevas normas ni solemnes documentos. Necesitamos mejores hombres¨. No es el pueblo de Dios el que tiene que hacer penitencia, oración, ayunos y arrepentirse de los pecados de los Obispos y sus curas. Menos poder clerical y más poder laical es parte de la solución.

Los números bajan, todo está en baja y en rebajas, sólo los gastos millonarios suben. La penitencia no consiste, en este asunto, en padrenuestros o en avemarías sino en billetes. La Iglesia Católica, institución humana, ya ha desembolsado tres mil millones de dólares y diecinueve diócesis se han declarado en quiebra.

Los traumas y las heridas del alma las curan los psiquiatras y la bolsa de medicinas, la bolsa de dinero no cura nada, pero devuelve el sueño y la sonrisa.

Trump, blanco fácil, para todos los humoristas, proporciona abundante munición a los pundits de la televisión y llena horas sin cuento en la programación de NBC y de CNN, sólo los anuncios interrumpen esta cascada informativa. La televisión y la prensa han hecho un hueco estos días para informar con fruición sobre el terremoto eclesial de Pennsylvania.

Entre los muchos titulares publicados frenéticamente estos días uno ha llamado mi atención: It´s all about the Bishops¨. Todo se centra en los Obispos. La afirmación más dramática según este artículo, es que todos los Obispos seguían el mismo manual de estrategias para ocultar la verdad. Su primera y última lealtad no se la deben a Dios ni al pueblo de Dios al que sirven sino a la Iglesia, a la institución.

Men of God hid it, este artículo ¨los Hombres de Dios lo escondieron¨, y protegieron a más de 300 curas de Pennsylvania y a algunos los promocionaron con cargos y títulos.

¿
Habrá llegado la hora de un Me Too en la Iglesia?

Según le Pére Stephane Jontain, El clericalismo es un componente de los abusos sexuales de la Iglesia¨, razón por la que la Iglesia tiene que dejar de ser un club privado de hombres solteros, misóginos y muy mayores.

El celibato, piedrecita en los zapatos del Obispo de Roma y de los obispos de la Iglesia, carga innecesaria y antinatural, se queda siempre en tema de estudio, espero y deseo llegue pronto el día en que sea tema resuelto y olvidado.

20 siglos hemos necesitado para enviar el limbo al zafacón. ¿Necesitaremos otros 20 siglos para enviar el purgatorio y el celibato al zafacón?

¿
Recuerdan la comisión de sabios y sabias que Francisco nombró para estudiar el diaconado de la mujer? Esa sí que está ya en el zafacón.

Miles de voces y opiniones, de dentro y de fuera de la Iglesia, todos intentando reorientar la brújula para sacarnos de este ¨caos moral¨, pero las voces que la Iglesia tiene que escuchar son las de los protagonistas a pesar suyo, forzados y abusados, las víctimas.

Su voz creída y escuchada puede despertar a la institución anestesiada.