BONO Y SUS CRUZADAS

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio

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La música tiene más devotos que la poesía. Lo jóvenes van y vienen de la escuela conectados a un iPod. En la consulta del dentista o en la peluquería, mientras hojeamos viejas revistas, suenan los 40 principales o la música clásica.

La música sazona la fiesta y la cotidianidad.

El medio es el mensaje. El texto, casi siempre en inglés, no interesa.

Bono, el líder de U2, es un cantante célebre, comprometido, un peso pesado de todas las causas humanas.

Amigo de los presidentes americanos tiene acceso a la Casa Blanca y al Vaticano. Corteja a los millonarios para involucrarlos en sus cruzadas humanitarias y, de vez en cuando, predica el mensaje desde las páginas de opinión del The New York Times, biblia secular de millones de hombres.

Su último artículo se titulaba: “Es 2009. ¿Sabes dónde está tu alma?

“La redención no es sólo un término espiritual, es también un concepto económico”, escribe.

La redención a la que Bono aspira desde su espiritualidad cristiana es global. Redención de la miseria: enfermos de sida, cancelación de la deuda de los países pobres, respeto  de los derechos humanos, escuelas para todos, protección del planeta, Make Poverty History, hacer de la pobreza una cosa del pasado…

Detrás de sus gafas negras hay un profeta bíblico, más preocupado por los valores que por el valor del dinero.

Bono, hombre religioso, canta para avivar la conciencia social y los valores del espíritu en sus millones de fans.

“No puedo cambiar el mundo/ pero puedo cambiar el mundo dentro de mí/ Yo me regocijo”.

Invitación a envolverse en el sufrimiento del mundo, nuestro mundo, porque no hay otro.

La “noche oscura” que canta y sufre San Juan de la Cruz, mística del hombre encadenado y necesitado de trascendencia, es la noche oscura de nuestros contemporáneos, es la que canta Bono en su Wake Up Dead Man, Despierta Hombre Muerto.

“Jesús, Jesús ayúdame/ Estoy solo en este mundo/ Y un mundo bien jodido es éste”.

La brújula de Bono orientada por la Biblia apunta siempre a lo eterno y al que tiene palabras de vida eterna.

Frente a la banalidad y obscenidad de tantos mensajes musicales, Bono, fan del Rey David desde los doce años, entona en su álbum The Joshua Tree el credo de la redención y la expiación.

“Rompiste las ataduras/ Soltaste las cadenas/ Llevaste la cruz/ Y mi vergüenza/ Tú sabes que yo lo creo”.

“40”, canción con la que cierra sus conciertos y coreada por todos sus fans es su versión musical, espiritual y oracional del salmo 40.

Esperé pacientemente al Señor

Él se inclinó y escuchó mi clamor

Me sacó del foso

Fuera del lodazal.

Cantaré un canto nuevo”.