"Y acuérdate de cuando los ángeles dijeron: ¡Oh María! Dios te ha elegido y te ha purificado. Te ha elegido sobre todas las mujeres de los mundos". El Corán, Azora III, 37.

El nombre de María es el único nombre de mujer que aparece en El Corán y éste lo menciona más veces que nuestro Nuevo Testamento. A pesar de su presencia graciosa en el Libro, el Islam no la invoca en los cinco momentos diarios de oración, ni la celebra festivamente, ni sueña con ella y no se le aparece a nadie.

Me viene a la memoria la entrevista del "Santero de San Saturio" buscando ser el guardián de la ermita.

"¿Natural de…?

Tardelcuende, provincia de Soria, y le dije muy ufano, como un probable mérito, aunque en mi pueblo sólo creen en la VIRGEN".

Un amigo, un tanto socarrón e incrédulo, me contó este cuento muy verosímil. Un ateo intentaba demostrar a una anciana que Dios no existe. Ante tantas y tan sabias razones la mujer claudicó y le dijo: "Bueno, tal vez, Dios no existe, pero no me negará que la VIRGEN María sí existe".

Desconozco el por qué de esta fijación de los católicos con la Virgen María, la mujer de los mil nombres, de los mil templos, de los mil rostros… Muchos le rezan todos los días pero a su hijo, el que puso todo patas arriba y fue todo para los demás, a ése, por revolucionario y exigente, lo tienen olvidado.

Los judíos nos acusan de politeísmo, además de la Trinidad, según ellos, tenemos un cuarto Dios, la Virgen María. Y los Protestantes, nuestros hermanos en la Biblia y en Jesucristo, no entienden ni aprueban nuestro culto desmesurado e idolátrico a María.

Dicen que los mejicanos son cien por cien "guadalupanos" pero no cristianos. ¿Y qué decir del millón de personas que van al Rocío?

Comenzamos el mes de agosto y nuestros pueblos de la provincia celebrarán sus fiestas patronales bajo una u otra advocación de la Virgen.

María de la que no sabemos casi nada y de la que hablamos tanto, la que para San Pablo no tenía ni nombre, "nacido de mujer", escribe en la carta a los Gálatas, la que nadie ha visto a pesar de las mil apariciones, la esclava del Señor, la niña del sí… María sólo nos pide una cosa: "Haced lo que él so diga".

María no tiene ningún mensaje especial que comunicarnos. Jesús es el mensajero y el mensaje. "Escuchadle".

Sí, ya sé que casi todos saben que sólo Jesús es el Señor, solo él salva… pero nuestra piedad y nuestras devociones, nuestras procesiones y romerías no reflejan muchas veces lo central de nuestra fe. Navegar por la superficie sedosa tiene sus consuelos, sumergirse en la profundidad es arriesgado y peligroso.

La Virgen, superficie y ternura, tiene también su club de fans, esas personas que viajan a todos los rincones del mundo donde dicen que se ha aparecido.

Yo, amante de la Virgen, me contento con caminar a la ermita de la Virgen del Remedio, acurrucada al pie del Toranzo y refrescada por las aguas del Araviana. Y allí, sin decir nada, nos miramos y ponemos el reloj del amor en hora.

María puede que sea la primera Dama en esta constelación religiosa, pero aún no es el Presidente. Sólo él tiene el poder y la combinación secreta.

María más que palabra es presencia, más que autoridad es amor, más que reina es servidora, más que estrella es madre. Y a una madre no se le pide que sea sabia ni rica ni guapa ni famosa. Se le pide presencia.

Y en agosto, María se hace presencia en los pueblos que harán fiesta y hasta las piedras cantarán de alegría un año más. Y después, las puertas trancadas, el silencio y el interrogante. El próximo agosto, ¿habrá alguien para celebrar la fiesta de la Virgen?
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