CRISTO DE NUEVO CRUCIFICADO

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio

   

 

"Si Cristo descendiese hoy a la tierra, a un mundo como éste, ¿qué crees que llevaría sobre los hombros?, ¿una cruz? No, una lata de petróleo".

Nikos Kazantzakis se convirtió en una celebridad cuando su novela "La última tentación de Cristo" fue llevada al cine por Martin Scorsese. La película se estrenó en 1988. Fue boicoteada por blasfema y como toda fruta prohibida probada por muchos curiosos.

La iglesia católica envió la novela al extinto Índice de libros prohibidos y la iglesia ortodoxa excomulgó a Kazantzakis.

Acabo de releer otra de sus novelas "Cristo de nuevo crucificado", publicada en 1954. La solapa reza así: "la verdadera respuesta a la bomba atómica".

¿Es una novela cristiana, comunista, nacionalista, prólogo a la teología de la liberación?

Muchas lecturas son posibles pero rebasa las fronteras de todos los –ismos- para anclarse en la dimensión universal y omnipresente de la justicia, de la liberación y de la lucha del mal contra el bien. La religión y las ideologías son peladuras desechables. Es el ser humano el que necesita redención y salvación.

Como todo lo auténtico, su alto voltaje me ha electrocutado.

En este tiempo de cuaresma en que se ofrecen charlas cuaresmales, ejercicios espirituales, santa misión y los cofrades llevan sus túnicas a la tintorería, yo creo que la lectura de esta novela vale unos cuantos créditos en teología, constituye un buen reciclaje religioso y es más provechosa que mucha retórica barata propia de la temporada.

Se la he recomendado a mis alumnos de Bachillerato, dudo que la lean, estos chicos tienen las manos llenas de cosas intrascendentes.

Kazantzakis leía desde niño las vidas de los santos, se emocionaba con sus torturas y martirios, soñaba con la santidad y según él "el tema principal, casi único, de toda mi obra es el combate del hombre con Dios".

Sólo los ateos y los místicos viven obsesionados con Dios. Los que lo tienen guardado en la caja fuerte duermen tranquilos.

En "Cristo de nuevo crucificado" el silencio de Dios es ensordecedor y sus protagonistas, entre dudas y miedos, en su ausencia total, asumen su papel.

Todo comienza con la elección, entre la gente de Licovrisi, de los personajes que representarán la Pasión de Cristo el año siguiente.

Meterse en el personaje y darle vida en el escenario es lo que todos los actores hacen. Pero estos elegidos, a pesar de su ignorancia y sus pecados, se transforman en su personaje en la vida real.

Los notables del pueblo, los que los eligen, esos son siempre los mismos, nunca cambian.

Los elegidos para conocer su personaje y conocerse a sí mismos abren los evangelios y los leen con ojos limpios, sin las explicaciones laberínticas de los curas, y lenta y dolorosamente se van identificando con el personaje hasta encarnarlo en su literalidad.

¡Qué actual su interpretación de las bienaventuranzas sin retorcidas y espirituales interpretaciones!

¡Qué sincera la confesión mutua de sus tentaciones y pecados!

A medida que la llama evangélica va prendiendo, la búsqueda de la libertad se intensifica y la lucha a muerte contra la hipocresía eclesial y la injusticia de los jefes alcanza su climax.

Nicholios, santo y loco a la vez, revolucionario y bolchevique, Cristo de nuevo crucificado, se ofrece como víctima primero para salvar al pueblo de Licovrisi de la ira del aga turco, después para salvarlo de la ira del cura Grigoris y éste con la ayuda de los cristianos lo ejecuta el día de Navidad en la catedral.

La revolución religiosa, cristianos contra cristianos y griegos contra griegos, la revolución comunista, los pobres contra el establishment, y la revolución nacionalista, turcos contra griegos, fracasa una vez más.

La iglesia ortodoxa no permitió que Kazantzakis fuera enterrado en un cementerio. Está enterrado en la muralla que rodea la ciudad de Heraclion. Su epitafio dice: "No espero nada. No temo nada. Yo soy libre".
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