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HOMILÍAS - PARA LOS TRES CICLOS Dedicación de la Basílica de Letrán P. Félix Jiménez Tutor, escolapio |
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EVANGELIO En aquel tiempo se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo: -Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre. Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: “El celo de tu casa me devora”. Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron: ¿Qué signos nos muestras para obrar así? Jesús contestó: Destruid este templo, y en tres días lo levantaré. Los judíos replicaron: -Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días? Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la Palabra que había dicho Jesús.
HOMILÍA 1 No sé si a ustedes les gusta leer todos esos anuncios y mensajes que llenan las paredes de la ciudad. Unos nos invitan a consumir, otros a pensar y otros a pecar. Déjenme que les diga algunos que invitan a pensar y que he leído en alguna valla publicitaria. “¿La carretera por la que viaja le lleva a mi casa?” “Nos vemos el domingo en mi casa antes del partido”. Firmados por Dios. Hay personas santas, el fin de semana pasado las recordábamos y hay también lugares santos. Todos conocemos muchas personas buenas y santas entre nosotros, personas que se toman la vida cristiana muy en serio y la viven con gran alegría. Pocas veces predicamos sobre los lugares santos. Menos mal que la liturgia es sabia y nos presenta fiestas y enseñanzas que a nosotros ni nos pasan por la mente. El mundo está lleno de lugares santos, lugares en que los hombres han intuido que hay alguien más grande que nosotros al que hay que buscar y servir. Las ruinas gigantescas del Machu Pichu en los Andes. Teotihuacan: “lugar de los dioses” cerca de México. La Meca de los musulmanes, el río Ganges… La Biblia está llena de lugares santos: Betel, la zarza ardiendo, el Sinaí… Dicen que no encuentran la primera piedra del Capitolio de los Estados Unidos. Hubo una gran ceremonia cuando se puso la primera piedra a principios del siglo 19. Con el tiempo se fue hundiendo y ahora la buscan y no la encuentran. Siguen cavando para dar con ella y recuperar los objetos enterrados que guardan el secreto y la finalidad de ese edificio. Es la piedra angular, piedra histórica y símbolo de todo un país. Nosotros estamos aquí para edificar nuestra vida sobre la piedra angular que es Cristo. Esta piedra, Cristo, no está escondida, pero hay que buscarla –tantos la han perdido- y es el símbolo no de un país sino del mundo entero. Fuera de Cristo no hay salvación. Busque la piedra angular, Cristo, entre los escombros de su vida. Está ahí… Celebramos hoy una fiesta rara, desconocida para nosotros. La dedicación de la basílica de Letrán. El 9 de noviembre del año 324 los cristianos, después de las persecuciones, dedicaron a el Salvador esta primera iglesia. Es como la parroquia del Papa y se la considera la madre y cabeza de las iglesias de todo el mundo cristiano. Es signo de unidad en la misma fe, símbolo de la primera piedra, Cristo Jesús, todos conectados al único Salvador. Mis padres, mis catequistas me enseñaron muy pronto el camino del templo. Recién nacido me llevaron al templo para bautizarme y hacerme una “piedra viva” junto a la “piedra angular”, Cristo Jesús. Desde entonces siempre he sabido que, al ir al templo, iba a la casa de Dios, al lugar santo, a la tienda del encuentro entre Dios y los hombres. Allí aprendí a santiguarme, arrodillarme, orar, escuchar la palabra de Dios, cantar…Y sigo acudiendo al templo con gozo. Jesús visitaba el templo, la sinagoga, con frecuencia. Recién nacido fue presentado en el templo. Jesús subía cada año a la casa de oración siguiendo la tradición de sus mayores. A los doce años se perdió en el templo “porque debía ocuparse de las cosas de su Padre”. El evangelio de hoy nos recuerda que Jesús hizo un látigo y expulsó del templo a todos aquellos traficantes que lo habían convertido en una “cueva de ladrones”. Este enojo del Señor vale también para hoy. Todos los templos, incluido el nuestro, tienen que ser lugares santos, casa de oración, ámbito del encuentro con Dios, sitio para pedir perdón y celebrar su amor, y ser enviados a transformar el mundo. Venir aquí es aceptar la invitación de Dios a ser sus invitados de honor. Jesús defendió con valentía el honor del templo, pero les dijo algo que no entendieron: “Destruyan este templo y en tres días lo reedificaré”. San Juan nos aclara el enigma: “Se refería al templo de su propio cuerpo”. Nuestros templos son hermosos y necesarios. Dios quiere habitar en ellos aunque no cabe en ningún lugar. El verdadero templo, el único lugar del encuentro con Dios es Jesucristo. El es el templo. El es el rostro visible de Dios. El es el sacramento del encuentro con el Padre. El es el que vive y nos hace vivir cristianamente. Cristo nos convierte también a nosotros en el templo del Espíritu. No se puede ser cristiano uno solo. La comunidad de los creyentes somos la iglesia, el cuerpo de Cristo, su templo congregado para celebrar y alabar a nuestro Salvador. ¿Se imaginan ustedes a los Mets jugando a puerta cerrada, sin sus fans? ¿Se imaginan a esos famosos cantantes cantando solos, sin sus fans? Dios quiere su casa llena. Dios quiere que celebremos a Jesucristo, el Señor, todos juntos, en familia. El domingo, día del Señor, día de la cita en la casa de oración, día de descanso en el área de descanso, somos invitados, los padres y los hijos, los amigos y los enemigos, a celebrar el amor y la reconciliación y a formar juntos el gran templo, el mejor templo, el cuerpo de Cristo vivo y vibrante y signo para todos de la presencia de Cristo en medio de nosotros. HOMILÍA 2 LA CÁTEDRA DE MOISÉS. LA CÁTEDRA DE SAN PEDRO.
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