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Escritura:
Isaías
56, 1.6-7; Romanos 11, 13-15.29-32; Mateo 15, 21-28 |
EVANGELIO
En aquel tiempo
llegó Jesús a la región de Cesarea de Filipo y preguntaba a sus
discípulos: -¿Quién dice la gente que es el Hijo del
hombre?
Ellos contestaron:
-Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de
los profetas.
El les preguntó:
-Y vosotros,¿quién decís que soy yo?
Simón Pedro tomó
la palabra y dijo: - Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.
Jesús le
respondió: -¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no
te lo ha revelado nadie de carne y
hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres
Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno
no la derrotará. Te daré las llaves del Reino de los cielos; lo que ates
en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra,
quedará desatado en el cielo. Y les mandó a los discípulos que no
dijesen a nadie que él era el Mesías.
HOMILÍA 1
Un domingo, un
hombre de negocios fue a misa y al final felicitó al párroco por su
sermón, pero a su felicitación añadió la siguiente crítica
constructiva:
Si usted trabajara
para mí tendría que tener una conversación con usted.
Su voz captó mi
atención. Su entusiasmo despertó mi interés. Lo que dijo era necesario
decirlo. Y ahí terminó todo. No me pidió que hiciera algo, no me pidió
nada a cambio.
En los negocios,
si usted quiere triunfar, tiene que conseguir que la gente firme en la
línea al final de la página, si no pronto estará fuera de los negocios.
Hoy, no yo, sino
el mismo Jesús le pide una firma o mejor una confesión y una respuesta
para asegurar no los negocios, sino el único negocio importante: la
salvación.
Jesús siempre pide
una firma, una adhesión, un seguimiento, un cambio a los suyos para no
quedarse al margen del gran negocio.
Hoy, en este texto
de Mateo 16, Jesús hizo dos preguntas a sus discípulos: ¿Quién dice la
gente que soy yo? ¿Quién dicen ustedes que soy yo?
En la vida de cada
día decimos que hay preguntas y preguntas:
Preguntas
rutinarias: ¿cómo le amanece esta mañana?
Preguntas
maliciosas: ¿es verdad que nunca se ha enamorado?
Preguntas sin
importancia: ¿le gusta el baseball?
Preguntas
molestas, de ciencia…
Y preguntas
importantes: ¿Y después de la muerte? ¿De qué le sirve ganarlo todo si
pierde su alma? ¿Para qué sirve la fe?...
Las respuestas a
ciertas preguntas se aprenden en la vida, la familia, en la escuela… y
hay respuestas que sólo Dios nos enseña.
“Bienaventurado
eres Pedro porque esa respuesta no viene de la carne ni de la sangre
sino de mi Padre”.
Y hay respuestas
que sólo yo puedo dar.
No sirve yo opino
como el otro, yo digo lo mismo, yo como dice la Biblia, yo como dice el
párroco, yo como dice la iglesia…
Llega un momento
en la vida en que nuestra respuesta tiene que ser personal, tiene que
salir del corazón y brotar del amor.
Hoy, Jesús le
pregunta a usted:
¿Y usted, quién
dice que soy yo?
Fácil, ¿verdad?
Jesús, tú eres el
Cristo, el Hijo de Dios, el Señor, el Salvador, la vida, el camino, la
verdad… Hasta un loro amaestrado podría repetir esa letanía de títulos.
Nada fácil porque
la verdad de nuestra respuesta se verifica en la vida.
La policía emplea
el detector de mentiras para saber si decimos la verdad.
Dios tiene también
su detector de mentiras y nosotros también.
Responder a Jesús
es responder también a la pregunta ¿quién soy yo? ¿Qué es mi vida?
Responder a Jesús
es recibir, como Pedro, una misión, unas llaves, una gracia, un poder
Al final de la
invitación de Jesús hay una línea para firmar. No la deje en blanco.
Gracias.
HOMILÍA 2
En un midrash, una
historia judía, del Talmud se dice que Israel es el centro del mundo. El
centro de Israel es Jerusalén. El centro de Jerusalén es el Templo. El
centro del Templo es el Arca de la Alianza, presencia y gloria de Dios,
y debajo del Arca está la roca sobre la que descansa todo.
Todo necesita un centro, una roca, un cimiento sobre el cual levantar el
edificio de la vida con sus creencias, sus aspiraciones y sus sueños
presentes y futuros.
Israel, el pueblo concebido por Yahvé, tuvo su centro en el Templo. Hoy,
la Torah, proclamada en las sinagogas es la roca y el centro sobre lo
que descansa todo, la que recuerda que Yahvé es uno.
Jesús, un judío marginal, vino a engendrar un nuevo pueblo, a proclamar
el Reino de Dios, a acercarnos tanto a Dios que lo podamos experimentar
como centro de la vida.
Este Jesús, en palabras del evangelio, ha sido constituido como único
centro del cristiano. “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”.
Hoy, domingo, a los que nos hemos reunido en este templo, este Jesús nos
hace dos preguntas. No se trata de un examen, no se trata de un saber
teológico, porque nosotros nos hemos reunido no como teólogos, sino como
simples creyentes, como hombres de fe.
Jesús quiere saber lo que nuestro corazón siente, quiere saber sobre qué
roca se asienta nuestro vivir, quiere saber si estamos centrados en El o
en el imperio de lo efímero.
A este Jesús cuyo mensaje proclamamos en la asamblea no le interesa
conocer lo que la gente piensa de El. Son muchos los hombres que le
admiran y le citan en sus discursos y sermones porque recibieron una
educación cristiana o porque son estudiosos de las religiones. Son
muchos los que lo ignoran, hay tantos hombres célebres que admirar e
idolatrar que no necesitan a un hombre perdido en las páginas de la
historia. Y son muchos más los que nunca han oído mencionar su nombre.
A este Jesús le interesa conocer la respuesta a la segunda pregunta: “¿Y
ustedes quién dicen que soy yo?
La respuesta es fácil. Podemos elegir uno de los 256 nombres que se le
atribuyen: hijo del hombre, puerta, pan de vida, alfa, omega, sumo
sacerdote, nuevo Adán, hijo de José y de María…nombres que oímos en los
sermones dominicales.
Aquí no venimos a aprender nombres, venimos a hacer como Pedro y los
apóstoles una confesión, la proclamación de nuestra fe. “Tú eres el
Mesías, el Hijo de Dios vivo”.
Pedro y los apóstoles a pesar de los muchos titubeos, dificultades y
falsas esperanzas terminaron haciendo de Jesús su centro y su roca. Y la
mejor respuesta la dieron con su vida y con su sangre.
La Iglesia, edificada sobre la roca que es Cristo, a través de la
historia, ha profesado la fe con la sangre de los mártires y el servicio
desinteresado a los más necesitados.
Nuestra profesión de fe no es cuestión de nombres y palabras sino de
vida, centrada en el ejemplo e imitación de Jesús en el que hemos puesto
nuestra fe, nuestro amor y nuestra esperanza.
La roca simboliza la duración, la seguridad, la fuerza y lo eterno. No
deja de ser curioso que la compañía de seguros Prudential tenga como
logo la roca de Gibraltar con el siguiente mensaje: “The Prudential has
the strength of Gibraltar”. Prudential tiene la fuerza de Gibraltar.
¿Tiene el Vaticano, nuestro Gibraltar católico, la consistencia del
Gibraltar de Prudential?
No tenemos que idolatrar ninguna institución ni ningún hombre. Cielo y
tierra pasarán, el Vaticano se hundirá en el Tíber, los Pedros se
acabarán, sólo Cristo permanecerá, sólo El es para siempre, sólo El es
el centro en el que todo y todos convergeremos un día.
HOMILÍA 3
JESUS IS THE QUESTION
Asking
questions is a very common method in rabbinic Judaism. "One day", writes
Rabbi Arthur Green, " I was leaving my house to teach a class of
rabbinical students. On the way to my car, I noticed a pick up truck
nearby with a bumper sticker that read, "God said it, I beleive it, that
settles it". I walked into my class and told the students about it. That,
I said, is not a Jewish bumper sticker. Ours would read, God said it, I
believe it. Now let's talk about what it means"... And Jesus, a true Jew,
said, now let's talk about what it means.
In the Gospels Jesus asks many more questions than he answers. In fact,
He asks 307 questions. Asking questions was central to Jesus life and
teachings, and what we are doing here and now and what the church does
Sunday after Sunday is to answer some those questions.
God gave us his Word. Now, the Word belongs to us and we interpret it in
many different ways and we preach hundreds of different sermons.
Let me remind you some of those questions the Church and everyone of us
has to answer daily. But remember, Jesus is more interested in what we
say than what the Catechism of the Church says about Jesus.
Why are you looking for me? Luke 2:49
What are you discussing as you walk along? Luke 24:17
Do you love me? John 21:16
Who is my mother? Who are my brothers? Matthew 12:48
Do you believe I can do this? Matthew 9:4
Today Jesus asks each one of us two questions: Who do people say the Son
of Man is? Who do you say I am?
It is easy to respond to the first question. I asked Google and I found
what Famous people say, what Newyorkers say, what Christians say, what
the Church says, what Atheists say about Jesus. I get mad when people
insult Jesus and happy when they say nice things about him.
Einstein says, "I am a Jew, but I am enthralled by the luminous figure
of the Nazarene. Jesus is too colossal for the pen of phrase-mongers,
however artful"...
Napoleon, "I know men and I tell you that Jesus is not a mere man.
Between him and every other person there is no possible term of
comparison. Alexander, Caesar...and myself founded empires upon force.
Jesus Christ founded an empire upon love and at this hour millions of
men would die for him".
We can repeat what other people have been saying for centuries. We play
safe using the third person and reducing Jesus to a mere doctrine. Some
say, Jesus you are a prophet, you are a great moral teacher, you are the
best story teller, you are a miracle worker, you are one of those great
leaders...you are...
Today's Gospel remind us that it is not good enough, that it is useless
to use the third person. No way to stop there.
Who do you say that I am? Forget about what other people say. Only You,
only your answer matters. Jesus is listening, he is waiting for your
answer. To hear him, please turn down not only the world's volume, but
also your anxieties, your fears, your ambitions and your doubts.
"Jesus is not valued at all, until he is valued above all". Saint
Augustine
Yes, we have Peter's answer, "You are the Messiah, the Son of the living
God", divine truth we repeat as the ultimate article of faith. Peter's
answer addresses the needs of the first Jewish community. Messiah, Son
of God, beautiful titles which for them were necessary, but for us they
become obstacles because we know that words and titles can never express
the essence of a person.
Jesus does not want a theological answer, we are his followers not
theologians, Jesus' question is about a relationship, it is about love.
And one thing is to lecture someone about love and another one is to
tell him, I love you. What is always necessary is to be connected to the
source of all love, to have a relationship with Jesus is vital and
necessary.
We have the oficial definition in Peter's answer, but we need our
personal definition, our password to connect with Jesus and to tell him,
"I love you".
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