EL FÚTBOL ES LA RELIGIÓN

P. Félix Jiménez Tutor, Sch. P...

   

 

Miles de millones de habitantes del planeta tierra unidos por la misma pasión, somos los fieles de la única Religión Universal, el fútbol.

Ninguna catedral tan llena como el Soccer City.

Ninguna liturgia tan vibrante como la de las gradas donde no hay espectadores, todos oficiantes con ornamentos litúrgicos.

Ninguna tribu tan unida como la de los fans.

Ningún nacionalismo tan virulento y fanático como el del equipo nacional, dioses que nos embriagarán con la victoria sobre nuestros enemigos.

Nos colgamos medallas con sus fotos, camisetas con sus nombres y les pagamos con la X y cheques millonarios.

A falta de otros dioses, siempre tendremos las estrellas del fútbol.

Sudáfrica, “nación arco iris” olvidando sus miserias y sus millones de chabolas, ha jugado la carta de la vanidad y ha levantado para mayor gloria de la FIFA, única organización que no sabe nada de crisis, las catedrales de la religión global que hace felices a millones de infelices en sus ruidosas liturgias.

¿Es el fútbol opio, guerra o vínculo de fraternidad entre los pueblos?

Para los ateos y enemigos del fútbol, este circo es mera evasión, huída de un existir árido, sin horizontes.

Para los expertos, “el fútbol es la guerra” en las calles custodiadas por el ejército; guerra en la cancha a pesar de los abrazos y besos de la paz; guerra en las gradas donde los fieles oran, adoran, bendicen y maldicen y se extasían. Sólo faltan las flechas para asaetear a esos sebastianes hercúleos y dionisíacos.

Las tribus de caras pintadas necesitan como todos los fanáticos de las religiones su ración de violencia para existir.

Los grandes soñadores: Jesús, Martin Luther King, Gandhi, De Coubertin…nos invitan a aprender el sencillo arte de crear la imposible fraternidad universal, subproducto marginal que nadie compra.

El fútbol, fiebre de colores, pasión tribal, orgullo nacionalista, religión de la FIFA, “el mayor acontecimiento después del nacimiento de Cristo”, debería convertirse en la escuela del esfuerzo, de la disciplina, de la superación, del entusiasmo comunitario, de la celebración de nuestra común humanidad…

Ojalá los dioses del fútbol, ídolos y modelos de los pequeños, como muestra el reportaje del Heraldo Escolar “y yo quiero ser”, bajen de sus pedestales de oro y de euros y nos revelen su rostro humano y su compromiso con todas las causas humanas.