FUTBOLISTA Y VIRGEN

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio.....

   

 

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“Sucedió que la mujer de su señor se fijó en José y le dijo: “acuéstate conmigo”. José, el hijo de Jacob, rehusó el ofrecimiento y fue encarcelado por guardar su virginidad. Esto cuenta el libro del Génesis.

“Pasaron ya los tiempos en que el sexo antes del matrimonio acarreaba un estigma social y es mi esperanza que pronto pensemos lo mismo de la infidelidad matrimonial”. Así se expresa el director de AshleyMadison.com

Esta web facilitadora de amoríos e infidelidades pretende demostrar que nadie es virgen ni siquiera los que se proclaman vírgenes.

Tim Tebow, futbolista americano, joven, famoso, rico y evangélico presume de ser virgen y de querer llegar al matrimonio virgen. Nadie le cree. Deporte y sexo son una pareja inseparable.

Esta web ha lanzado su Wanted, -Se Busca- y ofrece un millón de dólares a la persona que pueda demostrar que Tim Tebow miente. Nadie está obligado a la imposible e inhumana virginidad.

La iglesia evangélica, arca refugio de los últimos justos, celebra un ritual sorprendente y para nuestros oídos secularizados y alérgicos a todo lo religioso ridículo y cómico: Los Bailes de la Pureza.

Las hijas, entre canciones, bailes, oraciones y sermones, prometen a sus padres, guardianes de la virtud, permanecer vírgenes hasta la primera noche matrimonial. Cosa curiosa, no existe semejante baile para los varones.

La sociedad, por exceso o por defecto, siempre ha tenido obsesión por la sexualidad. Desde que Adán y Eva se cubrieron con la hoja de parra la curiosidad no nos deja dormir.

Hoy, liberados de la tutela de la religión, prohibidora de toda relación sexual no procreadora, todo está permitido sin complejos de culpabilidad.

Los europeos hemos vuelto al paraíso de la desnudez y los americanos, unos invitan a la transgresión y otros se ensañan contra los transgresores. John Edwards, ayer candidato a la presidencia del país, hoy, está siendo juzgado por sus muchos pecados contra el sexto mandamiento, no por sus crímenes.

Aunque Mr. Biderman tuviera que pagar el millón de dólares a una anónima pecadora no demostraría nada.

La virginidad es mucho más que una cualidad física, llamada a perderse sin que pase nada. No es sólo el cuerpo lo que define la virginidad de Tim Tebow y la de los que como él viven su primera y significativa relación de amor, la relación con Jesucristo. Esta relación total y vital es la única virginidad. Todo lo demás es pura interpretación.