LOS CONTROLADORES DE LA NAVIDAD

Félix Jiménez Tutor, escolapio

 

 

Hoy, diciembre 21, para los controladores de la Navidad es el gran festival del solsticio de invierno.

El sol muere y unos hacen vela para, al alba, saludar su resurrección y otros se acuestan para soñar sueños nuevos que contar a sus hijos.

Los controladores de la Navidad, con resaca solsticial, quieren cerrar el espacio aéreo de España y del mundo para que la Navidad cristiana no tenga lugar.

Son los aquejados de una cristofobia incurable que pretende que nadie sueñe, nadie ponga belenes en la Plaza Mayor, nadie diga Feliz Navidad, nadie abrace con un calor nuevo, nadie regale sonrisas y bendiciones y nadie cante los dulzones villancicos, teología popular que mezcla los calzones con la gloria, signos que anuncian las interminables noches de invierno. Este tiempo no es de nadie y es de todos.

Nosotros, controladores fieles y centinelas del cielo, vigilamos las autopistas celestiales y las avenidas de la vida y, mientras esperamos la segunda venida, hacemos memoria de las primera venida de Jesús, la Navidad.

Y sentimos la necesidad de devolverle el sentido religioso para que no pase a ser propiedad de los grandes y pequeños almacenes. Muchos celebran la Navidad sin religión, pero ¿cuántos la celebran sin compras?

Unas iglesias inglesas han tenido la feliz ocurrencia de diseñar un poster atrevido, original y provocador, “El Sonograma del niño Jesús”.

 En el útero materno se ve un niño con su corona angelical y este mensaje: “Está en camino. La Navidad comienza con Cristo”.

La palabra Navidad nos suena a todos. Pero los controladores de la Navidad la vacían de contenido y la quisieran borrar del diccionario.

Una mujer sabe que su fecundidad va en serio cuando ve en la pantalla a su bebé y su alegría es incontenible.

Millones de niños nacen cada año en todos los continentes, niños de familias tradicionales, niños adoptados, niños probeta, niños exiliados y pobres, niños sin esperanza de vida, niños degollados por el Herodes del hambre y de la guerra.

Niños como Jesús, hijo de José y de María, familia nada tradicional, que nace en Belén a pesar de los controladores aéreos de su tiempo.

Navidad es el regalo de Dios que ya no existirá sino con los hombres y para los hombres.

Nosotros asociamos la Navidad más al pasado que al futuro, pero la Navidad es la parábola del futuro.

Yo, controlador de nada, les deseo a todos los lectores de HERALDO SORIA una muy Feliz Navidad en familia, con regalos y con el corazón muy abierto para acoger el gran regalo del amor, manifestado en un niño.

Un niño es siempre fruto de un gran amor.

El niño Jesús es fruto del gran  amor de Dios.
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