MONICIONES Y ORACIÓN DE LOS FIELES - CICLO A

Tercer Domingo de Cuaresma

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio

   

 

 Escritura:

Éxodo 17, 3-7; Romanos 5, 1-2.5-8; Juan 4, 5-42;

ENTRADA

Hermanos, bienvenidos al descanso con el Señor y a la fuente de la salvación.

En esta eucaristía del tercer domingo de cuaresma la Palabra de Dios nos exhorta con fuerza a beber el agua de nuestro bautismo, a comer el pan de la Palabra para conocer la voluntad de Dios y purificar nuestro corazón.

Abramos el corazón a la fiesta. Hagamos silencio para la oración y la escucha.

Abramos la boca a la alabanza. El Señor escucha tus quejas y tu canto, tu silencio y tu oración.

Comencemos nuestra celebración con el canto de entrada.

PRIMERA LECTURA

¿Está el Señor en medio de nosotros o no? El pueblo se queja y las dudas siembran el pánico y el alboroto ante la dificultad.

Nuestro camino cuaresmal es una salida de Egipto, una salida hacia la tierra prometida, hacia la vida y la libertad.

En esta peregrinación, la Iglesia nos invita a beber el agua de la roca que es Cristo. A pesar de las turbulencias del viaje, el Señor sí está en medio de nosotros.

Escuchemos la proclamación de la Palabra de Dios.

SEGUNDA LECTURA

Cristo vino y viene a buscar a los que están lejos de Dios. Y todos estamos un poco lejos de Dios. En este tiempo de gracia, la Palabra nos recuerda el misterio de nuestra redención.

Avivemos la fe, la esperanza y el amor en esta eucaristía.

Escuchemos la proclamación de la Palabra de Dios.

EVANGELIO

Jesús descansa junto al pozo y lo convierte en lugar de catequesis. El pozo es para nosotros la pila bautismal: encuentro con Cristo, vida nueva y adoración a Dios Padre.

Venir a la iglesia es venir a la fuente de la vida, venir a descansar y platicar con Jesús, venir a comer y a beber en la mesa del Señor y celebrar con los hermanos la salvación.

Escuchemos la proclamación del evangelio.

ORACIÓN DE LOS FIELES

  1. Para que este tiempo de cuaresma, que juntos recorremos en fe y arrepentimiento, sea fructífero para todo el pueblo de Dios.

  2. Por todos los que se preparan para recibir el bautismo y los ya bautizados para que descubramos la riqueza de la nueva vida en el Espíritu.

  3. Por las necesidades de nuestra iglesia católica, por nuestro país y por nuestra comunidad parroquial.

  4. Por todos nuestros catequistas y nuestros niños para que vivan la catequesis como verdadero encuentro con Dios.

  5. Por los difuntos de nuestras familias (nombres) para que, sentados en el banquete del reino, vivan la felicidad del encuentro con el Padre.