YO NO SOY COFRADE

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio

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Hay trabajadores de temporada: la recogida de la fresa, la poda de verano, la vendimia francesa…

Los temporeros, miles de parados nacionales y extranjeros, dejan su colmena y durante unos meses malviven y ganan el pan con el sudor de su frente. Terminada la campaña vuelven a casa un poco más ricos y descansan hasta la próxima campaña.

Los Cofrades son también temporeros, trabajadores de una minicampaña, la Semana Santa. Los hay, pocos, ciudadanos con pasaporte y militancia eclesial comprobada y los hay bárbaros sin patria, sin fe, sin religión, miembros de un club de fans sin código postal.

Esta es su hora. Los Cofrades adornan los pasos, planchan las capas, remiendan los capirotes, ensayan los tambores, improvisan saetas…y esperan que el show ciudadano atraiga a los ciudadanos y a los bárbaros turistas.

Terminada la minicampaña vuelven a casa hasta la siguiente Semana Santa.

Ser Cofrade, compromiso débil, es cosa de hombres; ser religioso, compromiso duradero, es cosa de mujeres.

La Semana Santa es el único tiempo del año en que los hombres ocultos tras sus serios ropajes se atreven a procesionar por la plaza pública y a empujar las sangrientas o acuchilladas imágenes.

Curioso fenómeno de la religiosidad popular hispana.

Los Cofrades, autónomos en su funcionamiento, crean una Semana Santa paralela a la liturgia de la Iglesia.

Es el teatro religioso del pueblo representado en el gran escenario de la ciudad.

La autoridad eclesiástica bendice y tolera esta religiosidad sacro-profana y desearía vacunarla contra todos los excesos folclóricos, pero la imaginación del pueblo y el peso de la historia pueden más que la institución que les dio el ser.

Yo no soy Cofrade, no quiero ser trabajador de temporada.

Sí, me gustan las procesiones, la belleza de los pasos, el silencio roto por el redoble del tambor y la quebrada saeta.

Me emociona porque me sumerge en la historia, en el acontecimiento original, en la primera Semana Santa, la de Jerusalén, la del único protagonista a pesar suyo, Jesús de Nazaret.

La Semana Santa, la madre de todas las semanas del cristiano, no es tiempo de huída sino de regreso, tiempo de encuentros y de encuentro, tiempo de Cofrades temporeros, pero sobre todo tiempo de gracia para los que día tras día, 24/7, año tras año, luchamos por ser fieles a la fe y a Dios.