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Escritura:
Isaías 62, 1-5;
1 Corintios 12, 4-11; Juan 2, 1-11 |
EVANGELIO
En aquel tiempo,
había una boda en Caná de Galilea, y la Madre de
Jesús
estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda.
Faltó el vino, y la Madre de Jesús le dijo: "No les queda vino". Jesús
le contestó: "Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora". Su Madre
dijo a los sirvientes: "Haced lo que Él os diga". Había allí colocadas
seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos
cien litros cada una. Jesús les dijo: "Llenad las tinajas de agua". Y
las llenaron hasta arriba.
Entonces les
mandó: "Sacad ahora y llevádselo al mayordomo". Ellos se lo llevaron. El
mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los
sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llamó
al novio y le dijo: "Todo el mundo pone primero el vino bueno y cuando
ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno
hasta ahora".
Así, en Caná de
Galilea Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria y creció la fe de
sus discípulos en Él.
HOMILÍA 1
Imagínense que el
programa "Corazón Corazón" comenzara, un día, así:
Les presento a
Rubén y Carmen. Llevan diez años casados y tienen dos niños muy felices.
Van a la iglesia todos los domingos, son voluntarios en actividades
parroquiales, aman a sus padres y ayudan a sus hijos con sus deberes.
No se han pegado
nunca. No han tenido aventuras extramatrimoniales. No tienen ninguna
adicción.
Una pareja feliz
que no se está recuperando de nada y no necesita de ninguna terapia.
"Rubén y Carmen,
¿cómo es que ustedes son tan "anormales? ¿Les gusta una vida así"?
"No tenemos
ninguna queja. Cada día estamos más felices y más fortalecidos y más
bendecidos".
Según el evangelio
de hoy, esta es una pareja a la que no le falta el vino porque lo
encuentra en el Señor, en la fe.
Otras muchas
parejas buscan el vino en mil adicciones.
Las palabras de
María, en el evangelio de hoy, me recuerdan una
conversación
que tuve con un niño de cuatro años. El pequeño vio que tenía una herida
en un dedo y me preguntó: "¿Ya se lo has enseñado a mi papá?. Él te lo
puede curar".
Me conmovió la
confianza de aquel niño en su papá, que podía curar las heridas.
María vio una
necesidad, en la boda, y con confianza se dirigió a su hijo y le dijo:
"No tienen vino".
Nosotros ya
sabemos lo que sucedió: el agua, es decir, el aburrimiento, la
vergüenza, el sufrimiento, la tristeza... se convirtió en vino: alegría,
animación, abundancia, vida...
"No tienen vino".
Se convierte en un gran símbolo. El símbolo de un mundo roto. El símbolo
de una vida rota.
Miramos a nuestra
vida o a la vida de las personas que conocemos; miramos a nuestras
pérdidas necesarias e innecesarias. Nos miramos en el espejo y nos oímos
decir: "Ya no tengo vino". ¿Lo has dicho alguna vez? Seguro que sí.
Ya no tengo
paciencia. Ya me he quedado sin fe. No tengo dinero. Ya no confío ni en
mi mujer. La luna de miel se acabó. La vida es insoportable. Cuando
dices alguna de estas cosas estás afirmando que te has quedado sin vino.
El problema no
está en que te hayas quedado sin vino o que tengas una herida en el dedo
o en el corazón. El problema es éste: ¿hay una madre o un niño de cuatro
años que se dé cuenta y te ofrezca ayuda o te indique donde puedes
conseguir una buena ayuda, un buen consejo...? Aquí viene en nuestra
ayuda el evangelio de hoy. Jesús quiere entrar en nuestra vida con su
poder para transformar nuestra miseria en el vino del crecimiento y de
la realización.
Jesús contó con la
ayuda de aquellos sirvientes y necesita también
nuestra ayuda para seguir realizando nuevos
signos.
Jesús
no resolvió los problemas del mundo: la educación, la guerra, la
seguridad social, las drogas, la pena de muerte... Aquel día Jesús era
un simple invitado en el banquete de bodas pero su presencia hizo una
gran diferencia.
Con la ayuda de
los sirvientes cambió el agua en vino y cambió la tristeza en alegría.
María dijo a
Jesús: "No tienen vino" Y dijo a los sirvientes: "Haced lo que Él os
diga".
Y el vino nuevo no
estaba en esas tinajas de piedra, -corazones de piedra-, Jesús era el
vino nuevo, el milagro nuevo, el nuevo rostro de Dios, la nueva
bendición para todos los que nos hemos quedado sin vino en algún momento
de nuestra vida.
Nosotros, los que
venimos a la iglesia, al banquete de la boda, a la Eucaristía, nosotros
sabemos quién es el nuevo vino y qué dulce es. Mientras mucha gente
sigue emborrachándose con el vino malo y viejo.
Tenemos que
decirles que el mejor vino ha sido guardado para ellos y que es el amor
y el perdón de Jesús.
Ustedes tienen
maridos, hijos, amigos, vecinos que se han quedado sin vino. Por favor
llenen sus copas con el vino de la amistad, invítenles a saborear la
bondad del Señor, anímenles a participar en el banquete del Señor,
díganles que traigan su agua para ser transformada en vino, en alegría,
en sentido para su vida.
Hay parejas
anormales a los ojos del mundo que son la mar de normales vistas con los
ojos de Dios.
HOMILÍA 2
LOS MEJORES PRODUCTOS DEL MERCADO
EL FESTÍN DE BABETTE
Dos jóvenes viven en un pueblecito de Jutlandia con su padre, un pastor protestante muy austero y sombrío, creador de su propia religión.
En su religión todo es pecado, todo está prohibido, no hay placer humano por inocente que sea, hasta una comida sabrosa, que no esté prohibido.
Las dos jóvenes renuncian al matrimonio y rechazan dos pretendientes.
A la muerte de su padre, en lugar de dar un giro a sus vidas, deciden continuar su tarea.
Un buen día uno de los pretendientes les pide que den cobijo a Babette que huye de la guerra. Sólo quiere una cama y comida, tranquilidad y silencio, a cambio de hacer todos los trabajos de la casa. La acogen y abraza los sacrificios, el aburrimiento y la rutina de sus vidas.
A Babette le toca la lotería, nuevas posibilidades se abren en su vida, pero decide quedarse y ofrecer á las dos hermanas y a los 10 habitantes del pueblo una cena para la que ha encargado los mejores vinos, los mejores pescados, todos los productos más caros del mercado.
Los invitados, escandalizados creen que es una invitación del mismísimo demonio, hacen voto de silencio, no alabarán ninguno de los manjares consumidos.
Sólo el general, antiguo prometido de una de las hermanas, se maravilla, alaba y goza ante semejante y loco dispendio.
La religión del pastor y de las hermanas había empobrecido la vida de esas gentes, había castrado todo sentimiento , reducida a sacrificios, ascesis y noes, había matado el amor, la alegría, el sexo, la belleza…
Babette, en una comida, les descubrió la grandeza de Dios, la bondad de los sentimientos, el calor de los abrazos, la expresión de la palabra y la alegría del amor.
No hay que renunciar a las alegrías de esta vida porque ya tendremos alegría en la vida del más allá. No hay que quemar este hoy para preparar el mañana.
Cuando leí esta historia, tiene también su versión en cine, sin pensarlo ni quererlo, me vino a la mente mi infancia, mis días de seminario, mi religión con sus miles de noes, sus cilicios, sus pecados, sus infiernos y sus tristezas. Todo tan lejano y ajeno al evangelio de Jesús, el comilón y el borracho, el que se rodeaba de pecadores y prostitutas y el que asistió a algo tan secular y festivo como unas bodas.
Tenemos que estar agradecidos al evangelista San Juan que en este evangelio nos narra el primer signo de Jesús. Con su presencia se inaugura el tiempo nuevo, la religión nueva y nos trae el vino nuevo de la alegría.
La vieja religión, la del AT, está muy presente en este relato.
Las seis tinajas de piedra. Seis es el número de la imperfección, de la creación del hombre, siempre esperando la séptima tinaja , el séptimo día, el de la plenitud y perfección de la creación, de Dios.
De piedra. La ley, escrita en las tablas de piedra, tiene que ser escrita en el corazón. Os arrancaré el corazón de piedra y os daré un corazón de carne.
Están vacías. El agua ya no purifica. Hay que llenarlas con el vino nuevo del amor. Sólo el amor es vida y da vida.
La religión vieja, la del No, la de pensar y vivir sólo para un más allá desconectado del hoy, del mundo en el que vivimos no es la religión de Jesús. Es el yugo insoportable del que tenemos que ser desuncidos.
Muchos cristianos y muchos católicos se han dado de baja de la religión porque siguen viendo la religión como algo viejo, como el ámbito de lo prohibido y de la infelicidad.
El evangelio de las bodas de Caná nos presenta a Jesús ofreciéndonos los mejores productos del mercado: el amor joven de los novios, el gozo de la fiesta, la alegría del vino, la amistad de los encuentros familiares…nos ofrece los mejores dones de Dios.
“Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia”. Jesús no puede consentir que nos quedemos sin vino, sin aceite, sin pan.
Vida es TODO. Vida del cuerpo y del espíritu,
vida aquí y vida en el más allá, vida para los hijos y para los que no lo son, vida sin depresiones, sin ansiedades, vida en paz y alegría. Vida que no se mide por los números.
La vida aguada es la vida remansada, no compartida. Es la abundancia maldecida por no ser compartida, por no ver la falta de vino de los hermanos, por no dolernos las carencias de los demás.
No tienen vino. Oportunidad para examinar nuestras vidas y nuestra complicidad en el empobrecimiento de los demás y del planeta.
Vivimos el amor de Dios en cada una de las elecciones que hacemos con las que podemos acumular nuestro vino y quitárselo a los otros.
Todo lo que somos y tenemos es don de Dios.
¿Vivimos y gozamos estos dones solos?
¿Los compartimos con los que nos pueden pagar?
¿Los damos y repartimos a todos los que los quieren acoger?
HOMILÍA 3
El evangelio de
Juan es una gran tinaja de la que podemos sacar agua que no es agua,
vino que es más que vino, la hora de ayer adelantada al hoy, ser viejo y
volver a nacer, las piedras convertidas en carne, la Ley con mayúscula
convertida en minúscula…un pozo profundo y lleno de Signos que nos
dirigen hacia nuevas direcciones.
Jesús realizó en Caná, no en el Templo de Jerusalén, en una Fiesta de
Bodas, su primer Signo, dice el evangelio de Juan.
Dejemos hoy la alegoría y el simbolismo del texto que nos puede llevar
por caminos piadosos, marianos, místicos o teológicos y centrémonos en
lo obvio, lo que salta a la vista y nos sorprende: Jesús, un invitado
más, en una Fiesta gozosa, bullanguera, festiva y desmesurada , de
Bodas.
¿Creen ustedes que Juan Bautista, el de la dieta del desierto, el hombre
que blande el hacha, habría aceptado la invitación?
El evangelio de las Bodas de Caná no es un evangelio para los ascetas,
para los amantes del cilicio y los enemigos de toda desmesura, propia de
los hombres super- religiosos.
Jesús, hombre libre y lleno del Espíritu, amigo de pecadores, comedor y
bebedor, aceptó la invitación y se sumergió en la alegría de la Fiesta.
Estoy seguro que alguno de sus discípulos le preguntaría, ¿pero no vas a
ir a predicar? Como si predicar fuera coger un micrófono y subir a un
púlpito.
Hoy vamos a celebrar la Fiesta de las Fiestas, la del Amor, la del “sí
quiero”, la Fiesta eterna de Dios con sus hijos, le respondería Jesús.
Hoy no toca predicar.
En la Fiesta de Bodas, en la alegría desbordante de los amantes, siempre
está Dios. Jesús no podía no asistir a la Fiesta, Él era el Signo de
Dios, Él estaba llamado a ser mucho más que un mero invitado, era el
multiplicador de la alegría, del vino viejo y nuevo, que nunca falta en
sus Fiestas.
¿Son las Fiestas en los templos aburridas? Sí, muy aburridas porque no
multiplicamos, restamos.
En un sermón del Rev Rusell B. Smith comentando este evangelio encuentro
la siguiente historia que ilustra mejor que cualquier sermón teológico
al uso el espíritu de la Fiesta del Amor, del Evangelio Eterno.
Tony Campolo, predicador y escritor, viajó a Honolulu para dar unas
conferencias. El jetlag le mantuvo adormilado durante el día y despierto
durante la noche y decidió dar un paseo nocturno. Entró en un bar vacío
y pidió un café y un donut. Poco después entraron en el bar unas diez
prostitutas dando voces y haciendo comentarios obscenos.
Tony oyó a una de ellas que decía a sus compañeras: Mañana cumplo 39
años. Una compañera le contestó: ¿Y qué quieres? ¿Quieres que te
celebremos una fiesta de cumpleaños?
Agnes le dijo: Nunca he tenido un party y tampoco lo espero de vosotras.
Cuando las chicas salieron Tony se acercó al hombre detrás del mostrador
y le preguntó: ¿Vienen aquí todas las noches? SÍ, le contestó. ¿Por qué
no le hacemos una Fiesta, un Big Party?
El hombre llamó a su mujer y los tres decidieron preparar la Fiesta de
cumpleaños de Agnes. Ellos pondrían la tarta y las bebidas y Tony se
encargaría de la decoración.
El día siguiente a las 3’15 de la madrugada el local estaba
magníficamente decorado con signos que decían Happy Birthday Agnes. La
esposa del hombre había corrido la voz por el barrio y el local se llenó
de prostitutas. Cuando Agnes hizo su entrada, sorprendida, dio un gran
grito, titubeó, sus ojos se humedecieron y todas entonaron un
estruendoso Happy Birthday.
Antes de cortar la tarta Agnes preguntó si podía llevar la tarta a casa
y enseñársela a su familia.
Agnes salió y se hizo un silencio incómodo, entonces Tony preguntó: ¿Qué
les parece si rezamos? Rodeado de prostitutas Tony oró por Agnes para
que Dios la bendijera y fuera bueno con ella.
Aquella noche, a las 3’30 de la madrugada, aquellas muchachas,
prostitutas como la Magdalena del evangelio, oyeron, en medio de una
Fiesta maravillosa e inesperada, hablar de Dios, del Dios que multiplica
el vino de su Amor y de su misericordia. Así son las Fiestas de Dios,
siempre Fiestas de Bodas y de extravagante abundancia.
HOMILÍA 4
WHY A WEDDING?
Pope Francis has a
favorite film, Babette’s Feast, and he even mentions it in Amoris
Laetitia.
The movie starts out in a small Protestant village that has been led by
a very rigid pastor. The townspeople are so worried about following the
many rules that they are afraid to indulge in any earthly pleasures.
After the pastor has died, his daughters are forced into leading the
dwindling congregation. They had hoped to marry, but their father was
against marriage and forbade any suitors from approaching his daughters.
One day a French woman, Babette, comes to the city, and upends
everything. While working as a housekeeper in the village, Babette
discovers that she won a lottery back in Paris and instead of taking the
money and returning home, she spends it all on a true “French Feast”.
Many of the townspeople are scandalized by the many colorful ingredients
and are set on refusing to enjoy what she cooks. They believe the feast
is “a satanic Sabbath” and firmly believe the food should not be enjoyed
and could expose them to terrible sins.
However after sitting down and beginning to eat the many courses, they
quickly discover it is harder to resist than they thought. They
eventually can’t contain themselves and openly enjoy the feast and by
the end of it, are eternally grateful to Babette for opening their eyes
to the simple joys of life.
Prophet Isaiah describes in chapter 24-25 The Great Banquet, “On this
mountain The Lord Almighty will prepare a Feast of rich food, a Banquet
of aged Wine, the best meat and the finest Wines”.
“The most intense joys in life arise when we are able to elicit joy in
others, as a foretaste of heaven”. Amoris Laetitia
Why a wedding? First events matter.
In John’s Gospel the first thing Jesus does is to go to a wedding. First
things not only matter, they indicate a new path.
In John’s Gospel, surprise, there are no healings, no exorcisms, no
casting out unclean spirits, no preaching in the synagogue, no sermon on
the mount...just a wedding.
“The world is like a wedding feast. We are here to rejoice over
everything at once, over the goodness and blessings of life”, the Talmud
teaches.
“The joy of the Gospel fills the hearts and lives of all who encounter
Jesus”. Evangelii Gaudium.
God wants us to be happy and today’s Gospel is an invitation to break
away from a growing tendency to self-punishment that seems to be the
shadow side of religion, -religion with a small r-- Religion with a
capital R is a horse of a different color.
The Wedding at Cana and every wedding is an invitation to celebrate the
joys of love.
Jesus, his disciples, and Mary, his mother, were invited to a wedding,
and on the third day they ran out of wine. Mary approached his son and
told him: Jesus, “they have no wine”. With these words Mary speaks a
truth that at some point we all experience.
Remember that the Word of God is not only for us but it is also about us.
Wine at Cana’s wedding is not a reference to Pinot noir or Bordeaux, it
is a symbol that shouts our needs, our deeper feelings or anything we
long for. It is about our human condition, it is about you and me as it
is about a wedding in Cana of Galilee.
Can you tell me your story about the day when you ran out of WINE?
Remember, the day you run out of WINE can be the beginning of a miracle.
Invite Jesus to your wedding, allow him to be present in every situation
of your life and he will be able to change things, to change you, if you
do not invite and allow him to use your scarce resources, do not expect
any miracles.
Jesus does not need anything out of this world to work a miracle, but he
always needs us, he needs our empty jar to pour his good and abundant
Wine.
Do not ask me how he turned the water into Wine, I do not know, but I
know that it happened at Cana and it happened in my life and it can
happen in your life too.
Today, at this Eucharist he will turn this bread into his body and this
Wine into his blood. God is not stingy, God is a God of abundance and
this assembly foreshadows the Great Banquet of the future Kingdom.
“Blessed are those who are invited to the Wedding Banquet of the Lamb”.
Revelation 19,9
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