A Desclerizar. Dejen a los Laicos Ser Laicos

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio.....

.  

 


“Ojalá todo el pueblo del Señor recibiera el Espíritu del Señor y profetizara”. Números 11,29

Los judíos decían: Nosotros no somos de la sinagoga de Satanás. No nos impongan el menú de la profetisa Jezabel: fornicar y comer lo sacrificado a los ídolos.

Los frailes decían: Nosotros no somos monjes. Nuestro monasterio es el mundo. No nos impongan su Regla.

Los religiosos decían: Nosotros no somos frailes, no somos mendicantes. No nos impongan sus hábitos, sus rezos y sus normas.

Los bautizados decían: Nosotros no sabemos ni el catecismo. Sólo sabemos el nombre del patrono del pueblo. No nos impongan cosas raras y no nos cambien la religión.

Pronto, muy pronto, la iglesia dejó de ser “pueblo” y se convirtió en Imperio, en ejército jerarquizado, disciplinado, obediente y observante.

Francisco, el Papa que no quiere ser romano, el Papa anti-clerical, el Papa que quiere una Iglesia abierta a todos, ha comenzado, con siglos de retraso, a profetizar, a desclerizar la Iglesia. Esta ya no es un ejército preparado para meter la hoz, cortar y arrojar al lago que arde con fuego y azufre sino un hospital para sanar y ungir con óleos aromatizados a los heridos.

Francisco sabe que no tiene el monopolio del Espíritu y grita con Moisés: “Ojalá todo el pueblo del Señor recibiera el Espíritu y profetizara”.

No hay que llorar el envejecimiento y la muerte del clero. Hay que celebrarlo. La institución no es lo importante, el evangelio lo es y sin su brújula la Iglesia va a la deriva.

Hay una frase en el evangelio muy repetida y muy predicada que tenemos que revisar y corregir. “La mies es mucha, pero los obreros pocos”. Suena a lamento, pero tiene que ser aguijón y llamada a profetizar.

“La mies es mucha”, cierto. En el planeta Tierra y en los otros muchos planetas del universo, son muchos los que no saben quién es Jesucristo. Pero yo me niego a predicar que “los obreros son pocos”.

Más de mil millones de católicos, además de los millones de cristianos, formamos el pueblo de Dios. Todos somos urgidos por el “Id y anunciad el Evangelio”. Somos Muchos Obreros.

Todos llamados a profetizar. Los profetas son más entusiastas, más imbuidos del Espíritu, más atrevidos que los funcionarios del Templo, mantenedores del boato imperial y encargados de la planta física de la iglesia.

Hoy, en la Iglesia y en las Órdenes y Congregaciones religiosas, las campanas tocan a rebato para despertar a los dormidos, para avivar el futuro y para invitar a los laicos “a la misión compartida”. Bonita expresión, propia de los tiempos de crisis y de los lugares donde la crisis convoca a la muerte.

Los Laicos no necesitan recibir ninguna invitación, la llevan en el ADN de su consagración bautismal.

Los Laicos no necesitan hacer votos ni promesas frente a nadie, tienen que votar día tras día ante el Señor Jesucristo.

Los Laicos no tienen que salvar ni a la Iglesia ni a la Escuela Pía, tienen que ser testigos de Jesucristo y predicar el evangelio.

Los Laicos tienen que ser laicos, esa es su gloria y su corona. No les hagan curas ni frailes ni mucho menos mártires.

Hace unos pocos años a los escolapios que hicieron su profesión religiosa como “Hermanos” se les ofertó la posibilidad de hacer un PPO teológico, unos cursillos superlight de catecismo acelerado, y dignificarlos con el título de Sacerdotes. Unos se acogieron al regalo póstumo, otros más consecuentes permanecieron como “Hermanos” hasta el final en el martirio que los jefes imponen a los Indios.

Un idiom americano dice: There are too many Chiefs and not enough Indians, hay muchos Jefes y pocos Indios.

Hoy quedan pocos Jefes, desaparecen sin decir nada, pero quedan muchos, muchos Indios. Vivan los laicos, los cien por cien laicos. Jesús de Nazaret fue solo un laico, un profeta laico, el mejor laico.