Cásate y Sé Sumisa

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio.....

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Era yo muy joven cuando me acusé en el confesionario de haber leído un libro que estaba en el Índice de los Libros Prohibidos. Libro que tuve que entregar al confesor al día siguiente.

Mucho más tarde leí Los Versos Satánicos gracias a Miguel que me trajo el libro de Londres recién salido del horno. Salman Rushdie, condenado a muerte por blasfemo y hereje, tuvo que esconderse y vivir underground durante largos años.

¿Y a quién se le ocurrió prohibir El Amante de Lady Chatterley de D.H. Lawrence?

Todas las obras maestras de la literatura: Madame Bovary. Ulysses, Las Uvas de la Ira, Lolita…han sido prohibidas en algún lugar, durante algún tiempo. ¡Qué locura! Hasta el gran Emperador Carlos V prohibió “opera omnia” de Lutero.

Yo pensaba, -ustedes también- que esos tiempos bárbaros eran cosa del pasado. Nada más grande y más inocente que un libro por satánico que sea. La libertad es una ilusión

Hoy se prohíben libros, hoy se censuran artículos, hoy se llevan a los tribunales hasta los libros.

El Prohibido Prohibir, es un eslogan que queda muy bien grafiteado en las paredes de la ciudad secular, es un grito más que necesario en cualquier procesión laica, pero que resulta inútil en la sociedad que todo lo vigila y controla. El Código Penal es un almacén insaciable, cada día necesita su ración de nuevos delitos que lo engorden hasta la obesidad monstruosa. El código de los pecados de la Iglesia fue fijado de una vez para siempre y como son pocos los que acuden al confesionario ya no hay ni nuevos ni viejos. Somos mucho más libres en el ámbito religioso que en el civil.

El ojo de Dios es sólo el nombre de una estrella, ahora los humanos vivimos bajo la sospecha de que somos vistos y vigilados por miles de cámaras, ojos más reales que el de Dios. Encerrado en tu castillo interior, frente a tu ordenador, alguien, en algún remoto rincón del mundo controla y cuenta todos los clicks que haces en el teclado. A veces hasta tiene el atrevimiento y la desfachatez de censurarte y de chivarse a tu mujer.

No he leído, ni me interesa leer el libro “Cásate y sé sumisa”. En Google he leído las 35 afirmaciones más polémicas del libro, que, evidentemente, chirrían a los oídos de las personas de hoy, pero no tienen nada de escandaloso ni de revolucionario.

Las religiones monoteístas, en sus libros sagrados, predican estas ideas y recomiendan este estilo de vida. En el siglo XXI, en muchas geografías, las mujeres aún se casan y viven no sólo sumisas sino esclavas.

Leyendo “Mi Vida Querida” de la escritora Alice Munro, premio Nobel de Literatura 2013, he encontrado esta perla: “La misión más importante de la mujer es construir un santuario para su marido”.

“Cásate y sé sumisa” dice muchas tonterías: “Casaos y tened hijos, si no no tiene sentido estar juntos toda la vida”. “Tu marido es ese santo que te soporta a pesar de todo”.

Algunos quieren poner este libro en el Índice de Libros Prohibidos y resucitar la santa Inquisición. No caen en la cuenta de que tendrían que prohibir la Biblia entera y el Corán, mentores de esta mentalidad.

Steve Pearce, congresista americano, acaba de publicar sus memorias con el pomposo título “Just Fly the Plane, Stupid” en el que comenta el texto más polémico del Nuevo Testamento:, Efesios 5, 22-24: “Como la Iglesia está sumisa a Cristo, así también las mujeres deben estarlo a sus maridos en todo”. Para Pearce y sus colegas Baptistas del Sur la mujer “se ha de someter voluntariamente al marido” sin sentirse inferior. Este texto se proclama en todos los templos y se predica el día más idílico de una pareja, el día de su boda. Quedan todavía templos en los que se enfatiza esta sumisión, si no querida por Dios, sí querida por el Pablo del siglo I.

Es probable que el obispo que ha promocionado este libro sea de la opinión de Pablo, pero son muchos los curas que se sonrojan cuando se proclama este texto y lo ignoran. La Iglesia está sometida a Cristo, pero la mujer no está sometida a su hombre.