Confidencias Latinas

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio.....

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Estaba yo de guardia, on duty, un martes y la secretaria me comunicó que una señora deseaba ver a un cura.

Una joven mexicana, casada con un americano católico y tradicionalista, antes de abrir la boca, abrió los ojos y unas lágrimas bañaron sus mejillas. Las primeras confidencias no fueron de alcoba sino religiosas. Su corazón pesado y triste buscaba una salida a la tiranía de la religión que le imponía su marido.

Dios habló en hebreo: Bereshit bara Elohim y para el misticismo judío las 22 letras del alfabeto hebreo son el password para intimar con Dios.

Jesús de Nazaret habló en arameo y nos dejó el Abba, el papá.

La Iglesia Católica habló en Latín y sigue hablando en Latín, es su lengua oficial. La misa verdadera, la única que vale es la misa en Latín.

Para esta joven latina su infierno se llama Latín. Su marido no le enseña inglés, le enseña Latín. Juntos van a Holy Innocents, largo viaje, donde todo es Latín.

En el barrio donde vive, Central Harlem, todos son negros, de otra tribu, vive desconectada y asustada, no tiene la lengua, en la iglesia a la que asiste todos son blancos, otra tribu, no tiene la lengua, Latín, sale deprimida,vacía. Llora y llora, esa iglesia no tiene wifi.

No llegué a entrevistarme con su marido, uno de esos nostálgicos, uno de esos estrechos integristas que no tienen redención.

Los nostálgicos de un pasado idílico existen en todos los ámbitos de la sociedad, en la política y en la religión.

Los nostálgicos de la política tienen Voz, se manifiestan, escriben panfletos y son bienvenidos a la cacofonía de las ondas.

Los nostálgicos de la religión anatematizan al Papa, el hereje vestido de blanco y twitean en latín.

El Cardenal Sarah, Prefecto del Dicasterio del Culto Divino, es africano y viejo, de su boca y de su pluma salen lamentos por la pequeña tradición interrumpida, no por la Gran Tradición, misa en Latín, casullas doradas, bonetes, capas magnas, incienso, ad orientem...nostalgia de un tiempo intrascendente, tradiciones de sacristía. La Religión reducida a naderías.

El Cardenal Sarah cree que la prohibición de la Misa Tradicional en Latín está inspirada “por el demonio que desea nuestra muerte espiritual”. El demonio es divertido y no se ocupa de minucias tan aburridas. Es bueno que exista el satán aunque solo sea para echarle la culpa de todos nuestros desvaríos y pecados.

El Cardenal Sarah se ha convertido en el abanderado de la Misa tradicional que, a sus ojos, es la más educativa, la más centrada en Dios, la del Gran Silencio, signo de lo sagrado y de la trascendencia divina. ¿No sería un insulto, piensa el Cardenal, romper con esta tradición en la que se han santificado los hombres y mujeres que llenan nuestras epactas?

La pasión por la Misa Tridentina, Tradicional y Latina sigue viva en muchas iglesias del mundo.

En Estados Unidos se anuncia en los periódicos locales y los nostálgicos de los ritos de la pequeña tradición invitan a sus amistades a sumergirse en un silencio perfumado y en unos suspiros inenarrables.

Hay iglesias sólo para nostálgicos y existen otras con ambas opciones, en latín y en lengua vernácula.

Dicen los expertos que una de las razones por las que las iglesias se vacían es por la falta de participación de los fieles. Condenados a la pasividad y a sufrir la falta de entusiasmo del que preside, la gente se aburre y si vuelve será por una razón social pero no religiosa.

En todos los programas de radio y televisión los oyentes son invitados a intervenir, a dejar un mensaje de voz o un escrito. Se sienten parte del programa. En las redes sociales todos se sienten protagonistas y reporteros gráficos, en la iglesia no.

En España no he tenido confidencias latinas. No existe la pasión latina. Sólo existe la pasión futbolística. Yo la he sufrido pero me he vacunado y el satán nunca más me ha tentado.

El problema de este país es mucho más grave. Ojalá hubiera iglesias para los nostálgicos de la Misa Tridentina, Tradicional y Latina como hay partidos políticos para los nostálgicos de un pasado muerto. Y ojalá las iglesias que ofrecen la misa del posconcilio se llenaran de música, de entusiasmo, de alegría, de predicación interactiva y de fieles activos y entusiastas.