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Todas
las religiones tienen sus tiempos rituales, sagrados.
Este
año, de enero a marzo, más de 150 millones de peregrinos acudirán a la
confluencia del Ganges y del Yamuna para celebrar el Kumbh Mela. Los sadhus,
hombres santos, más eremitas que San Saturio, que han renunciado a todo lo
material, incluidos los vestidos, desnudo total, bajan de sus montañas y ponen
la nota ancestral, mística y sabia y también pintoresca en este ritual
inigualable e inimaginable.. Estos aconsejan, bendicen y transmiten una
sabiduría escondida. Y todos, sadhus y peregrinos, se sumergen en las aguas
purificadas por los dioses para un baño interior.
Nosotros,
los católicos, tenemos anualmente una Cita, la Cita Cuaresmal.
Invitación
a todo el pueblo de Dios a ponerse a la escucha de la Palabra, a aguantar a
Dios
y sus extrañas exigencias y sobretodo a aceptarlo, experimentarlo y descubrir
que hay sitio para mí en su corazón y en la Iglesia. La Cuaresma es tiempo
cristiano y para el cristiano, porque es tiempo de experimentar la alegría del
perdón, sólo los perdonados y reconciliados pueden mirar al futuro con
confianza.
Todas
las parroquias del mundo tienen una Cita Cuaresmal. Miles de iniciativas, unas
clásicas, las de siempre, y otras más originales y novedosas, se programarán
durante estos 40 días, maratón espiritual,pero todas con el mismo objetivo,
ayudar a los fieles despojarse de los trapos viejos para vestirse con la gracia
de Cristo y para guiar nuestros pasos hacia el día más joven, la Pascua.
La Cita
Cuaresmal del 2019 no es una Cita más ni para el Papa Francisco ni para los
fieles que siguen siendo fieles a Jesucristo y un poco menos fieles a la
Iglesia. Ya ni el puerto romano es seguro en medio de esta tormenta
apocalíptica.
El Amén
ha escrito una Carta a la Iglesia, extendida por los cuatro puntos cardinales,
“que tolera a esa mujer, Jezabel, que se llama profetisa, que está engañando a
mis siervos para que forniquen y coman carne inmolada a los ídolos”.
En
nuestras comunidades religiosas, cargadas de años y decepciones, la alegría, la
risa, los saludos fraternales y ruidosos no abundan en sus estanterías.
La Cita
Cuaresmal es para todos, para jóvenes y viejos, para curas y laicos, para los
super-observantes, ricos en buenas obras que no salvan, pero ensalzan y dan
títulos, para los menos observantes, libres, saben cuando el espíritu puede
reírse de las normas y para los pecadores, siempre necesitados de la Cita
Cuaresmal.
Durante
esta Cita Cuaresmal, importante es lo que vamos a hacer, pero más importante
debería ser lo que vamos a dejar de hacer.
Dichosos
los que tienen una AMISTAD, tan particular, que les permite descargar el peso de
la carne y del alma en los hombros del amigo.
Ya
cuentan los días para la canonización de John Henry Newman, este teólogo
anglicano convertido al catolicismo.
A los
títulos que ya posee: teólogo, Cardenal, beato...se sumarán pronto el de “santo”
y el de “doctor de la Iglesia”. Algunos mal intencionados le añaden el de “icono
gay”.
Newman
vivió una gran amistad, santa amistad durante 32 años, con el sacerdote Ambrose
St John, ambos descansan en la misma tumba por expresa imposición de Newman.
Los
sacerdotes diocesanos, por su estilo de vida, desvinculados de la familia, viven
grandes amistades.
Las
comunidades de religiosos más que vientre materno, ámbito de libertad, amistad y
de confidencias de lo íntimo, son celdas de aislamiento, laberintos en los que
cada uno busca, en silencio, con rosario, péndulo de zahorí, la salida.
Los
actos comunitarios, sufridos más que gozados, son rutina sagrada e inevitable,
la dosis medicinal de cada día.
Me
comentaba un lector del artículo Grupos de Autoayuda: “las reuniones
comunitarias desde hace tiempo se han convertido prácticamente en meros trámites
formales para la lectura tediosa de informaciones oficiales. Ni siquiera han
sido formativas en la mayoría de los casos, al menos en mi experiencia”. Si no
hay informes, no hay reunión.
La
confesión es como el nescafé, medicina instantánea, pero !qué bonito y apacible
confesarse, sin ampararse en el secreto del sacramento, en el confesionario de
la amistad.
Un
Libro de Autoayuda.
Para
experimentar un subidón espiritual y cuaresmal no tengo que ir a la Casa del
Libro y explorar la sección de los libros de Autoayuda.
Nosotros
tenemos la Biblia, libro de Autoayuda, principio y fin de toda la literatura
occidental.
40 días
tiene la Cuaresma y 40 capítulos tiene el libro del Éxodo. Un capítulo para cada
día, pero no sólo leído sino releído, meditado y orado.
En las
sinagogas, el Sabbath durante la Pascua, se lee el Cantar de los Cantares, “el
santo de los santos”, hermoso superlativo que expresa el gran Amor de Dios.
Nuestro Dios es un Dios “erótico”. Antes de leer el Éxodo hay que leer el Cantar
de los Cantares, canto al amor que deleita y al Amor que libera.
Yo, a
esta tarea cuaresmal, añadiré la lectura de The Prophets de Abraham J. Heschel.
El
Miércoles de Ceniza, el Pregón Cuaresmal lo proclamará un año más Mateo 6,1-18.
Receta
electrónica válida en cualquier país del mundo. Receta que mira al bienestar
personal del que, en privado, la actualiza y en privado es recompensado por el
dador de todo don.
Tres
medicinas que todos los cristianos tienen que tomar.
ORAR,
no más horas, orar mejor. Conectar con Dios, no para lloriquear por los muchos
errores cometidos, no para mendigarle su garantizado perdón, sino conectar para
ser llenado por su Gracia, presencia divina, que nos asegura: “Estás conectado”.
La
santidad está en lo ordinario, lo cotidiano. Dios mandó a “el adán cultivar la
adamah”.
AYUNAR.
Seguiré comiendo mi manzana diaria, pero ayunaré de malos pensamientos y de
peores deseos. Ayunaré de social media, adicción que enfría el Amor, envenena
las relaciones y llena el tiempo cuaresmal de vaciedad. Dios no está en Facebok,
sólo los negocios de los hombres y los hombres que aspiran a ser célebres están
en Facebook.
Yo
quiero estar en el Libro de la Vida.
LIMOSNA.
La limosna no es la propina que dejas en el bar o das al taxista...se queda muy
bien dejando una propina generosa. Por tener creencias no hay que dar propina,
pero por tener fe, sí que hay que dar, dar mucho más que una propina, hay que
dar la vida, hay que compartir la vida con los que no tienen ni calidad de vida
ni vida.
Amigos,
tenemos una Cita, la Cita Cuaresmal, convocada no por los que sólo tienen
títulos, sino por el Señor.
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