











|
“No hay
hombre tan cobarde a quien el Amor no infunda el mayor valor y no lo convierta
en un héroe”. Platón
El Mar
Muerto, desierto marino, espacio geográfico singular, más hondo que el infierno,
es visitado, en las peregrinaciones religiosas por miles y miles de peregrinos,
más turistas que peregrinos.
El Mar
Muerto es un gran símbolo de la condición humana en su dimensión material y
espiritual.
El Río
Jordán, generoso y dulce, vierte su agua en el Mar Muerto y muere al DONAR su
caudal de agua sin RECIBIR nada a cambio.
El Mar
Muerto, pura avaricia, no se cansa de RECIBIR, pero no ha aprendido a DAR NADA.
Todo se lo queda para él. Muere, está siempre muerto, encerrado en sí mismo, más
que símbolo de la Muerte, es la Muerte misma.
Hay
hombres que son Mares Muertos, “tienen nombre como de quien vive pero están
muertos” dice el Libro del Apocalipsis.
Muertos
en su “Mío, Mío”. No han aprendido a decir “Nuestro” y nunca se les ocurrirá
decir de “Dios”.
Uno de
mis feligreses, hombre,sencillo, de fe profunda y activa en la parroquia y en la
calle, trebajó de conserje en una zona rica de la ciudad.
La
Navidad era para él tiempo de aguinaldos, tiempo de RECIBIR.
Los
inquilinos de su edificio eran su Jordán. Todos le daban su cheque de cien,
doscientos o trescientos dólares.
Como él
no es un Mar Muerto, no despositaba sus cheques en su cuenta del CitiBank. Era,
ahora para él, el tiempo de DAR. Depositaba sus cheques en la colecta
parroquial, era su ofrenda a Dios. Era un Río Jordán.
“No es
bueno que el hombre esté solo”, leemos en el Libro del Génesis.
Existen
muchas interpretaciones de este texto, pero hay una que me gusta más y espero
les convenza también a ustedes.
Adán
está en el jardín del Edén, tiene una capacidad infinita de gozar de todo y nI
siquiera necesita vestidos. Lo tenía todo al alcance de la mano. Todo lo que
necesitaba lo podía RECIBIR, pero en el estado de soledad, sin compañía, no
tenía a quien DAR. Era un Mar Muerto.
Dios
da, no necesita recibir nada de nosotros.
El
hombre no puede estar en estado de Bondad cuando está solo. Nos hacemos buenos
en la medida en que trascendemos nuestro egoísmo y nos donamos a los demás.
La
Imitatio Dei no consiste tanto en RECIBIR como en DAR.
|