Dos Fotografías Gemelas

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio.....

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“Por mucho daño que puedan hacer los malos , el daño más nocivo es el daño de los buenos”.

De la desnudez del bíblico jardín, la original, la de la gracia, la que agradaba a Dios, a la desnudez de la vergüenza, la que hay que vestir, camuflaje floral, para siempre.

No fuimos expulsados del paraíso dicen los judíos, nosotros expulsamos a Dios y, perdido el sentido espiritual de la existencia, no caeremos en la cuenta de nuestra situación hasta que dejemos entrar a Dios en su jardín. Entonces volveremos a la desnudez original y a la amistad total con Él.

Dios viste los lirios del campo dice el evangelio y “los vencedores serán vestidos de blancas vestiduras” dice el Apocalipsis, pero hoy Victoria’s Secret e Intimissimi visten a las mujeres, Calvin Klein cubre los esenciales de los varones con sus underwear, las tiendas prêt à porter nos uniformizan a todos y la Casa Gammarelli viste las redondeces y cubre las calvas de los Príncipes, título no sólo anacrónico sino insultante en una Iglesia en la que todos somos mucho más que Príncipes, somos “Sacerdotes, Profetas y Reyes”.

La prensa, hiena en busca del último bocado, nos muestra a las “majas mejor vestidas” y a las “majas semidesnudas”, el 0,001 %, que desfilan por las Alfombras Rojas del mundo. La gente normal, el 99,99 %, visten ropas normales.

La fotografía del Cardenal Burke, en su entrada triunfal en la catedral de Trnava, Eslovaquia, el día 15 de noviembre 2019 y la fotografía de Daisy Ridley el día de la première de “El ascenso de Skywalker”, 19 de diciembre 2019, avivaron mi imaginación y mi indignación.



Dentro del Cajón de Vanidad de Vanidades, la que más se asemeja a la Vanidad Suprema, por trasnochada y antievangélica, es la Vanidad Imperial y Eclesiástica.

El titular que acompaña a la fotografía del Cardenal Burke reza: El Resurgir de la tradición.

Cuando San Pablo escribe: “Yo he recibido una Tradición que viene del Señor”, habla de la Gran Tradición, la que importa, cuando la prensa y los eclesiásticos hablan de la tradición, hablan de las pequeñas tradiciones, rarezas propias de los hombres, localismos, garabatos en el gran tapiz de la historia, la que no importa, la que pasa.

“No hacia atrás, hermanos míos, debe mirar vuestra nobleza, sino adelante”.

“A lo que está cayendo debe dársele un empujón”.

Érase una vez un hombre que no sólo quería ostentar ostentar el título de Príncipe sino que quería ejercer de Príncipe.

Aparejado con la Capa Magna de seda roja y una cola de cinco metros, el Cardenal Burke, ignorando la Gran Tradición, se unce a la pequeña tradición que viene de los Césares. Su entrada en el Templo fue triunfal. Un clérigo vestido de rojo ondea la cola, más que real, de la Capa Magna. Un coro de seminaristas con sotanas negras y roquetes blanquísimos, arrodillados y humillados, rinden homenaje al Príncipe. “Estéril esplendor de un pasado en ruinas”.

Los enemigos del Papa Francisco tienen los ojos en el cogote para mirar hacia atrás, para que el pasado no quede abandonado.

Hoy, Diciembre 26, día Post-Navidad, día martirial, sangre roja de San Esteban, verdadera púrpura de los testigos de Jesús.

La Iglesia tiene que hacer memoria de Jesucristo, su Palabra, su origen, su verdad, su Tradición, su Todo.

La Iglesia, pequeño rebaño, tiene que renunciar a todo poder y uncirse a los pobres.

El espectáculo se lo dejamos a Hollywood y a Daisy Ridley que, en la foto gemela con la del Cardenal Burke, luce también un vestido rojo con una cola bastante más discreta y no necesita que nadie la ondee ni un coro de adoradores.

Fotografías gemelas, algunos rasgos comunes, pero los fotografiados no pueden ser más dispares.

Raymond Leo Burke, 71 años, hombre, mero hombre, mayor, presumido, el peso de los títulos, de la púrpura ,y de la Capa Magna limita sus reflejos y enturbia sus juicios. Tiene razón el Libro de Job cuando afirma en el capítulo 32, versículo 9:

“No son los mayores los que son sabios,
Los ancianos los que saben cómo juzgar”.

La Sabiduría, don de Dios, no tiene nada que ver con la edad.

Daisy Ridley, 27 años, joven, artista, maja vestida y maja desnuda, puede presumir, no necesita Sabiduría, sólo ser hermosa y todo lo demás se le dará por añadidura.