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En la
Europa Católica y en España, la gente, agnósticos, ateos y los desenganchados de
todo, me repiten cansinamente la misma cantinela, “no soy practicante”.
Sólo
van a la iglesia el día que los llevan a hombros.
Hoy,
gracias a Mr. Coronavairus, ya tenemos a quien echar la culpa, muchos de estos
hombres buenos, no son llevados a la iglesia a hombros, van directamente al
horno de la incineración sin un Padre Nuestro y estos “no practicantes” se
ahorran los Euros de una tumba y un funeral.
Hoy,
triste y dolorosa realidad, los niños y los jóvenes me repiten un nuevo
estribillo, “no soy católico, no estoy bautizado”.
Se ha
roto un eslabón. La cadena de la trasmisión de la fe, abuelos, padres,
hijos...se ha roto.
Los
niños y los jóvenes de hoy heredarán campos de alfalfa, casas, negocios y la
cartilla de Ibercaja o del BBVA, venderán la Torre de los Frailes y el Bar del
abuelo lo traspasaran a los chinos.
Los
abuelos y los padres de los jóvenes pertenecen a una generación monocultural.
Bautizados, no pasaron la antorcha de la fe, delegaron su responsabilidad en
otras agencias y lo que los mayores, hoy, echan en falta no sirve de nada a esta
generación adicta a las redes sociales, generación multicultural, multirracial,
multilingüe y multirreligiosa.
Los
mayores, calladamente, sin estridencias, resignadamente, aceptan el estilo de
vida de sus hijos. Se emancipan y amanceban, no questions asked.
Los
jóvenes no han renunciado a una herencia religiosa, tal vez, nunca la
recibieron.
El
cambio climático de la Religión vacía iglesias, vacía conventos, vacía
seminarios y vacía familias. “Tener un hijo es un lujo que no me puedo
permitir”, confiesan muchas parejas de Okupas.
Sólo se
llenan las residencias de mayores.
¿Qué
hará esta generación descreída con el riquísimo patrimonio arquitectónico que
heredará?
Las
iglesias se convertirán en salas de conciertos, en discotecas, en museos o en
viviendas y las grandiosas catedrales ofrecerán visitas guiadas a los turistas
ignorantes que tienen ojos para ver la superficie, pero no el tesoro interior,
que tienen oídos, pero no oirán las voces del pasado.
¿Herencia
dilapidada?
Siempre
quedará “un resto”, “pequeño rebaño” lo llama Jesús de Nazaret que, en
fidelidad, mantendrá viva la llama de la fe, vivirá la pequeña esperanza y, al
margen de los números, servirá al Tú solo Santo sin preocuparse de “Make the
Church Great Again”. Su nuevo eslogan rezará, “Make the Church Little Again”.
Pandemias
vendrán, nadie esperaba esta, que humillarán a la humanidad descreída.
La
canción de los jóvenes americanos tiene un estribillo diferente, “No pertenezco
a una religión organizada. I am spiritual but nor religious”. SBNR’s. Soy
espiritual pero no religioso.
Suena
más elegante, más refinado, más pensado que el “no soy practicante”, es decir,
nada.
Son
jóvenes abiertos al misterio, lo divino les fascina y no han cortado el cordón
umbilical que les une al Ser Supremo, a Dios, al que han expulsado del jardín
del Edén y esperan su regreso.
Su
inclinación y necesidad de espiritualidad, sufren el síndrome de deficiencia
comunitaria, no la puede satisfacer la institucion religiosa. Todo lo organizado
es castrador.
Desilusionados
con la Iglesia Oficial, conectan con el mundo espiritual sin necesidad de una
comunidad de fe o de una Iglesia Organizada.
¿Por
qué el pueblo judío, el pueblo más perseguido, más martirizado, más exiliado, no
ha desaparecido? Pregunta que muchos nos hacemos y que sólo ellos, los judíos,
saben responder.
“Ser
judío”, decía un profesor respondiendo a la pregunta, “es tener bisnietos
judíos”. La cadena de la trasmisión de la herencia cultural, espiritual y
lingüistica funciona. No se ha roto el eslabón. •Mis bisnietos son judíos”.
El
mandamiento de educar y pasar el legado de la fe de padres a hijos, Deuteronomio
6,7, se sigue cumpliendo y garantiza la supervivencia.
Para
los judíos era más valioso ser un ben Torah que ser un oro olímpico. |