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Un
amigo me abrió la puerta de su celular y me dijo: “Mira”.
Miré y
vi un cura, ex-escolapio, en el gimnasio. Tardé en reconocerlo, tras muchas
horas de entrenamiento con su fitness coach, se ha transformado en un Hulk
cualquiera. Me asusté. He 's crazy. What a jerk!, me dije.
Mi
cura, con la ayuda de las máquinas de musculación, luce un bíceps, unos
pectorales, unos glúteos y unos hombros de superhéroe y sus brazos poderosos,
surcados por venas rojas, impresionan. Adicto al culturismo, hasta podría optar
en Las Vegas a Mr. Olympia.
Los
fitness coaches logran que sus discípulos alcancen la monstruosa meta de la
perfección anatómica.
El
Miércoles de Ceniza, prólogo Cuaresmal, es un día grande. Los templos, en muchos
países, se llenan, si no de alegría, sí de fieles que quieren ser sellados con
la cruz de ceniza.
La
Cuaresma, -!los viejos hemos vivido tantas bajo los Novísimos amenazantes!- fue
seria, recordatorio de los pecados pasados y anuncio solemne de caducidad. El
polvo al polvo.
Beware
of the dog, cuidado con el perro, letrero intimidante a la entrada de algunas
casas. La Cuaresma fue tiempo de “Cuidado con el pecado”. Pecado, palabra, hoy,
eliminada del vocabulario, en desuso, no sale en las armas de distracción
masiva: TikTok, FaceBook, Instagram…pero sí sale mi cura, mi ex-escolapio . Sí
sale mi YO y el YO de muchos selfies.
El YO, objeto de culto, en estos tiempos narcisistas ha sustituído al
“nosotros”. The I selling myself.
Cuaresma,
tiempo sagrado, tiempo para ejercitarnos en las máquinas de musculación del
espíritu, del alma, y entrar en el Gimnasio de Dios y dejarnos guiar por nuestro
fitness coach, la Biblia.
Los
bautizados combatimos la Revolución del Yo, primero en el armario de nuestra
interioridad y después salimos del armario y en la Plaza Mayor testimoniamos
nuestra conexión I - THOU, YO - TÚ. Aparato: Las poleas de la oración,
Existimos
en plenitud, en la medida en que damos en el blanco, en el THOU, reservado a
unos pocos, tal vez a nadie, pero Cuaresma tras Cuaresma nos vamos acercando al
Blanco.
La
Limosna. Aparato: La máquina de remo.
I - WE. YO - NOSOTROS
“No te
cierres a tu propia carne”. Isaías 58,7
“No
tengas tu mano abierta para recibir y cerrada para dar”. Eclesiástico 58,7
Existimos
de verdad en la medida en que nos trascendemos en los otros en el amor de
amistad, en el amor del eros, en el amor de caridad y en el amor sacrificial.
La
limosna, compartir los bienes, imperativo cristiano, de tan obvio y tan evidente
es el menos practicado. Nuestro fitness coach nos lo recuerda miles de veces con
gestos y palabras.
El
Ayuno. Aparato: Ciclo Indoor
I - THE FLESH. YO - LA CARNE.
Existimos
en la debilidad de la carne, en un cuerpo.
Los
apetitos terrenales, los más profundos, los más urgentes, los más placenteros,
los más egoístas, los más…como caballos desbocados van en busca de los alimentos
terrenales. La fusta no es el mejor remedio.
“El
ayuno que yo quiero”...pide a tu fitness coach que te proclame a Isaías 58,2-12
Yo te
aconsejo que, a pesar de las mil y unas distracciones que la sociedad te ofrece,
NO te desconectes de Dios, única conexión indispensable. No ayunes de Dios.
Yo te
aconsejo que, a pesar de la pobreza y de la incomodidad de las relaciones
humanas, NO te desconectes de los hermanos, son los hilos con los estamos
cosidos. No ayunes de la inevitable hermandad.
Yo te
aconsejo que, a pesar de la fragilidad de la carne, de tu cuerpo hermoso y
mortal, NO te desconectes de tu interior más profundo. No ayunes de tu riqueza
interna.
Tres
diálogos, tres amores, tres conexiones para transformarnos durante la Cuaresma
en el Gimnasio de Dios.
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