EL OBISPO HA PUESTO UN HUEVO

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio.....

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“Hasta las nueces más vacías quieren ser cascadas”.

Todos, hasta el sacristán de la Catedral de Tarazona, abierta sólo a los turistas de la tercera edad, todos podemos presumir de algo por insignificante que sea y todos necesitamos percibir, de vez en cuando, el aroma del elogio en este anónimo y aburrido vivir.

Lunes 2 de septiembre 2019, Don Julián, Obispo de Huesca, puso un huevo al publicar un decreto sobre los elogios en los funerales, pero lo puso en el nidal equivocado.

Lunes 30 de septiembre 2019, Monseñor Michel Aupetit, Arzobispo de París, preside la misa funeral del presidente Jacques Chirac en la iglesia de Saint Sulpice. En su homilía reflexiona y exhorta a los dos mil invitados desde los textos bíblicos elegidos por su familia, pero también hace un elogio de la carrera política de Chirac, de su obsesión por “la fracture sociale” y su empeño en redimir a los que viven en la orilla del camino, de su amor a la familia y de su saber estar tanto en los salones del Elíseo como en los salones de la Agricultura.

“En signe de respect pour vous, voici cet encens. Qu’il monte devant Dieu avec notre prière”.

Y todos los concelebrantes, con fe y admiración, asperjaron con agua bendita el ataúd de Chirac.

La laicidad, nota esencial de la sociedad francesa, uncida a la catolicidad de Francia no fue obstáculo para los elogios y las bendiciones episcopales. Bravo Mgr Michel Aupetit.

Don Julián, sus feligreses merecen no menos sino más elogios que Chirac.

Su decreto, Señor Obispo, es un tema menor, no necesita ni imaginación ni saber teológico.

Lo difícil es hablar de Dios, un Dios siempre en proceso, siempre recreado y destruido, siempre a nuestra imagen, siempre idolátrico, siempre nuevo y viejo.

Elogiar la bondad de un hombre es elogiar la bondad de Dios. Dios no es nadie sin nosotros.

¿Para qué serviría el sol si no tuviera a quien iluminar?

Hay que recordarle al Obispo de Huesca que los católicos de la “Iglesia extendida por toda la tierra” hemos convertido la eucaristía en el relato de los hombres que llaman santos.

Consultar la Epacta es más urgente que consultar la Biblia.

Hoy, según la Epacta, oráculo matinal, es Memoria Obligatoria de San Froilán. Google predica sus obras, sus milagros, sus sermones, sus huellas y su número del DNI...ese día la Palabra de Dios se proclama en voz baja, se silencia su mensaje y se desempolva la vida del santito para hacer un elogio piadoso que eclipsa la Palabra del mismo Dios.

Santos de Dios, perdonadme, yo tengo que ser yo, no quiero ser ninguno de vosotros, no necesitáis los elogios anuales, os basta lucir vuestra corona dorada, ocupar con dignidad y gran seriedad vuestra peana y habitar en el gran cementerio del santoral.

Dios no tiene biografía, no tiene fecha de nacimiento ni de defunción, simplemente es, vive, ¿pero de qué le serviría ser si no es con y para los hombres?

María Pilar Clavería Peguero escribía en el Heraldo de Aragón: “No todos tenemos la suerte de ser famosos y de que algún periodista cuente nuestra vida y milagros, el anonimato es lo más común y no creo que sea un exceso que alguien exprese, con el corazón encendido por sus sentimientos de tristeza, algo de lo que el difunto dio en vida y del bien que hizo a su comunidad”.

Los escolapios, en nuestros funerales, hacemos un intento fallido de elogio. El secretario provincial, poseedor de datos, hace un relato de fechas, traslados, clases impartidas, tareas desempeñadas...prosa aburrida y poco amor fraterno.Poco dados al elogio en vida, incapaces de hacerlo en la muerte. El decreto del Obispo confirma nuestra praxis, no nos afecta.

A falta de la amistad, viva la camaradería.

Ya sé que existe un Biography Channel en la televisión y sé que existe un God’s Channel en la eucaristía, pero el Canal de Dios no existiría sin el de los hombres que sí tienen biografía. No se excluyen, se complementan.

El último elogio, tal vez, el único elogio, es prólogo del mejor y definitivo elogio: “Ven, bendito de mi Padre a heredar el Reino”.

Don Julián llegará el día, ya lo diviso, en que no tendrá que prohibir nada. Los funerales serán civiles y anónimos y más numerosos que los matrimonios civiles.

“Je suis de ceux qui nourrissent un espoir pour après la mort” confesaba Jacques Chirac. Et moi aussi.