El Oscar de la Santidad

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio.....

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El almanaque, siempre presente en la cocina, recuerda al pueblo cristiano los santos del día. Hay personas que llevan nombres rarísimos y toda la culpa la tiene el almanaque, en tiempos remotos era la única fuente de información e inspiración.

Hoy, los niños llevan nombres de futbolistas y las niñas nombres de telenovelas.

La inmensa mayoría de estos santos son meros nombres que nada dicen a los hombres de hoy, son como los nombres de los personajes famosos que adornan las calles, pero que nadie asocia con una vida dedicada a la ciencia, a la literatura o la política. What's in a name?, pregunta Shakespeare.

Santos, muchos santos, ¿pero a quién interesa esa nube gigantesca preñada de solo viento?

Casi todos olvidados o ignorados, pero algunos, por razones más folklóricas que religiosas, se resisten a desaparecer de la imaginación popular y llenan, un día al año, los templos de unas mojigangas semipaganas que dan que pensar.

¿Qué sería de la religión, me pregunto más de una vez, sin este catálogo de nombres tan variopinto y tan estrafalario? ¿Sería más religión y mejor religión?

San Blas. Los habitantes d Almonacid del Marquesado acaban de celebrar la Endiablada, procesión de diablos tocados con mitras episcopales que entran en el templo como monjes cistercienses dispuestos a lavar la cara a la escayola de San Blas. Ejércitos de devotas con sus cestas llenas de rosquillos y pastas hacen fila a la puerta de la iglesia para que San Blas bandiga sus pastas y sus gargantas.

Santa Agueda. Por la mañana, las mujeres a la santa veneran, por la noche mueven las caderas y dan sus “reliquias” a besar.

A mi Valentín o a mi Valentina lo que único que le sobra es el “san”.

Populares, invocados y festejados como patronos de muchos pueblos son San Roque y San Sebastián.

En cierta ocasión , conversación en un autobús de Madrid a Soria, la periodista sentada a mi lado, comentando mil temas, me dijo: ¿Sabía utsed que San Sebastián es el patrón de los gays? Wow! No lo sabía.

Desde aquel día cuando entro en una iglesia siempre observo atentamente los retablos.

Santos y santas, vestidos de pies a cabeza con hábitos o casullas policromadas, llenan las ornacinas.

Todos menos uno, San Sebastián. Sus tallas muestran a un joven, más hermoso que el David de Miguel Angel, desnudo con tres flechas clavadas, una en el corazón, otra en el vientre y la tercera en el muslo. San Sebastián desnudo, místico y erótico es el símbolo de la masculinidad en todo su esplendor. Ahora lo entiendo.

¿Para qué acudir al Tú sólo Santo si esta legión de santos nos entretienen, divierten y nos sacan de todos los apuros?

Yo ya he dicho muchas veces que hay que cerrar la fábrica de hacer santos para que sus trabajadores tengan tiempo y se dediquen a hacerse santos.

Algunos cristianos han conseguido el Oscar de la Santidad a base de cheques, otros para que como la viuda del evangelio dejen de importunar y otros nunca lo conseguirán por falta de padrinos y otros por exceso de santidad.

Han tardado casi cuarenta años en el Vaticano, !qué falta de reflejos!, para llegar a la conclusión de que Monseñor Oscar Romero fue asesinado por "odio a la fe". Murió mártir, por defender a Cristo, presente en los pobres de El Salvador.

Sus enemigos estaban dentro de la Iglesia, entre ellos el Cardenal Alfonso López Trujillo que decía: "beatificar a Romero es beatificar la Teología de la Liberación". Los cristianos no creemon y no morimos por una idea, morimos por Cristo. Lo que tantos veíamos con claridad meridiana, otros lo consideraban como una verdad inconveniente y escandalosa.

Por fin, gracias a Dios, Monseñor Oscar Romero recibirá el Oscar de la Santidad. Oscar de hojalata, el verdadero, el de oro, lo recibimos de las manos de Dios.

A la salida de la iglesia, una feligresa me dijo acabo de leer la vida de Dorothy Day. ¿La conoce?

Sí, le dije, es una de mis santas favoritas aunque aún no ha recibido el Oscar de la Santidad.

Conozco la casa del Catholic Worker y la revista y conozco bien su vida y los barrios por donde ella vivió. Conozco su etapa bohemia en el Village y su vida de santa en el Lower East Side.

Espero que el Papa Francisco, tan santero y tan dado a saltarse los protocolos, le conceda pronto el Oscar de la Santidad. Se lo merece más que Fray Junípero Serra, el Colón de California, que junto a sus buenas obras tiene también muchas sombras, las de la colonización siempre represora y sangrienta. "Serra no es un santo para nosotros" dicen muchos habitantes de California.

Yo también espero recibir el Oscar de la Santidad, pero no de manos tan pecadoras o más que las mías, sino de Dios infalible, justo y misericordioso.