El Papado Desmitologizado

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio.....

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Juan Pablo I tomó una taza de café, sonrió una vez más y murió. Nada mejor que un Papado corto, sin más documentos magisteriales que los de su sonrisa. Bendito sea Dios.

Vino después Juan Pablo II, no necesitaba teloneros. Todo el el escenario era para él, no necesitaba a nadie, él lo llenaba todo. Su reinado fue tan largo que terminamos llorando con él y por él. Orábamos para que no sufriera y no nos hiciera sufrir. No lo hemos enterrado, lo hemos subido a los altares. Dios mío, libra a tus hijos de los altares.

Confieso que Benedicto XVI, con su voz afeminada, sus zapatos rojos y su gran sabiduría teológica, le sirvió de poco o nada, nunca fue santo de mi devoción. Será recordado porque renunció al papado, pero a medias, conservó el título de Papa emérito y los ropajes de Papa. Nunca se fue, se quedó en el Vaticano.

El Papa Francisco, con teológica intención, ha desmitologizado el papado.

La Curia Vaticana, esa ¨lepra¨ incurable es eterna. El Papa, ese hombre cada día más hombre, menos divino, vicario de nada, dura lo que dura un Fashion Week.

Yo ya me había olvidado de Francisco, vive tan lejos, sus batallas con la Curia son tan esotéricas y el oleaje que provoca es tan suave que no llega a mi playa y ha dejado de ser noticia de telediario.

Pasaron los tiempos, ya tocaba, en los que el Magisterio Ordinario del Papa era poco menos que Palabra de Dios. No se discutía, se aceptaba con un solemne Amén y punto. Ahora cuatro Cardenales beben en copas de oro la indignación y critican abiertamente el Magisterio del Papa Francisco expuesto en Amoris Laetitia. Un nuevo pecado, que algunos confiesan en el confesionario, es que no pueden aceptar el Magisterio del Papa Francisco. Pecado que no está en el catecismo y del cual yo nunca me he confesado.¿Quién los habrá hecho tan exquisitos.

Lo confesaré en mi próxima confesión general.

Los Obispos, ayer poderosos gracias a sus atributos faraónicos, mitras, báculos, anillos y solideos rojos...hoy, son como los souvenirs que compran los turistas en Montmartre o en NYC que se arrinconan y se olvidan. Los buenos Obispos no presumen de nada, sirven y se sienten incómodos cuando el ritual exige un disfraz anticuado.

-De los curas mejor no hablar, ya hablan demasiado los periódicos y sus gritos desde las azoteas llegan a la calle. Tomar un café con un cura es cosa muy agradable.

Los religiosos, abandonadas sus obras, son invisibles como el monstruo del Loch Ness. Ni se buscan ni se echan en falta. How things have changed.

Francisco, en su dimensión humana, tiene sus arrebatos de ira. Sus dardos más envenenados los guarda y los dispara a la Curia Vaticana, ese ejército de funcionarios de Dios, que ni le protegen ni le defienden y que Francisco quiere Reformar. Reformar, La Reforma, palabra vieja y siempre nueva.

Francisco todavía no ha arrojado del Templo, Jesús de Nazaret sí lo hizo, a esos príncipes que visten púrpura y oro, sólo los reúne para insultarles con la espada de doble filo que sale de su boca.

Francisco felicita una vez al año ¨¨a los que se han dejado corromper por la ambición y la vanagloria¨ y les llama ¨traidores de la confianza que se han aprovechado de la maternidad de la Iglesia¨. Palabras duras, reproches duros que más que felicitación suenan a capítulo de culpas.

Como Jonás, Francisco cree con razón que no va a cambiar los corazones de los Curiales, esos ninivitas que como buenos actores fingen cambiar, pero terminada la sesión de insultos en el Señor vuelven a los caminos de siempre.

Los Curiales Vaticanos que han sido cesados se autoproclaman ¨mártires del sistema¨. ¨Un Papa mal informado¨ los ha despedido caprichosamente y nunca entonan el mea culpa.

Después de cuatro años de papado Francisco confiesa que ¨hacer la Reforma Vaticana es como limpiar la esfinge con un cepillo de dientes¨.

Francisco necesita un Lutero II que le haga el trabajo sucio y ponga el Vaticano patas arriba.

Francisco, déjame que te diga, metiste la patita en Chile. Sí, defender un Obispo, código de silencio corporativo, está bien, pero te faltaron reflejos y la herida chilena sigue sangrando. Envía a Monseñor Barros a un monasterio, se lo merece. Tu arrebato de ira, en esta ocasión, fue muy mal dirigido. No dio en el blanco.

Francisco, conviene que Él crezca y que tú y el papado disminuyan.

Se busca un Reformador.