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“¿Qué
es el Sabbath?” se pregunta Abraham Joshua Heschel, y se responde con estas
afirmaciones elocuentes y supercargadas de sentido.
"Un recordatorio de la realeza de todo hombre; la abolición de la distinción
entre amo y esclavo, rico y pobre, éxito y fracaso.
Celebrar el Sabbath es experimentar nuestra última independencia de la
civilización y de la sociedad, de lo conseguido y de la ansiedad.
El Sabbath es la encarnación de la creencia de que todos los hombres son iguales
y esta igauldad signifca la nobleza de los hombres.
El mayor pecado del hombre es olvidarse de que es un príncipe.
El Sabbath es la seguridad de que el espíritu es más grande que el universo y
que más allá de lo bueno está lo santo. El universo fue creado en seis días,
pero la cumbre de la creación fue el día séptimo. Las cosas creadas los seis
primeros días son buenas, pero el día séptimo es santo.
El Shabbath es la santidad en el tiempo”.
La
circuncisión, ritual que sella la carne, tiene su capítulo bíblico en Génesis 17
y las leyes sobre los alimentos lo tienen en Levítico 11, pero el Sábado está
presente a lo largo y a lo ancho de toda la Biblia. Tres ritos siempre
cambiados, interpretados e reinterpretados. La Biblia sólo existe como libro
porque es interpretado de generación en generación.
El
Sábado es más signo de la Alianza que los otros ritos.
En el prológo de la Biblia, en el principio de la creación, leemos: "Y el día
séptimo cesó Dios de toda la tarea que había hecho. Y bendijo Dios el día
séptimo y lo santificó". Gn 2,2-3.
Dios descansó y declaró santo el día séptimo.
Desde entonces el Sábado es "un santuario en el tiempo"; un día a la semana la
mundanidad se asocia a la eternidad; un día para recordar la primera creación;
un día para que los hombres dejen en paz la naturaleza, no la manipulen, la
dejen ser ella misma... Sábado, proyecto de vida santa para los hombres.
"Recuerda
el día del Sábado para santificarlo...pero el día séptimo es un día de descanso
para Yahveh. No harás ningún trabajo, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu
siervo" Ex 20,8.
Primer aspecto del Sábado, descanso total, descansa la tierra, descansan lo
animales, descansan los esclavos y los amos.
¿Qué significa trabajo y no trabajar?
El cumplimiento de la Ley exige una especifidad tan minuciosa que los sabios
rabinos en sus interminables debates dejaron en la Mishna la lista de las 39
actividades que no se pueden llevar a cabo en Sábado.
Desde las actividades agrícolas, las relativas al cuero, a la lana, a la
construcción, encender fuego, escribir cartas.... a "imitio Dei" que cesó de
crear, el hombre cesa toda actividad creativa.
En Exodo 16 se recuerda a los judíos como en el desierto el viernes Dios doblaba
la ración para que el Sábado no tuvieran que salir de la tienda a recoger el
maná. Prohibición de viajar y de cocinar el Sábado.
En Jeremías 17,21 leemos: "Así dice Yahveh: Guardaos, por vida vuestra, de
llevar cargas en el día de Sábado, y meterlas por la puerta de Jerusalén. No
saquéis tampoco carga de vuestra casa en sábado ni hagáis trabajo alguno, antes
bien santificad el Sábado como mandé a vuestros padres".
¿Qué se puede cargar en los bolsillos?
El ascensor del Sábado. En los hospitales de Nueva York existe un ascensor
único, tiene nombre y tiene unos destinatarios muy concretos. Es el ascensor del
Sábado programado de tal manera que no hay que trabajar pulsando botones, para
en todas las plantas, se abre y se cierra automáticamente. Si usted viaja a la
planta 33, pacientemente, hará escala 33 veces, pero no habrá violado el sábado
apretando un botón.
El
Sábado no es un día triste y negro.
El Sábado no es el día de las prohibiciones y de las negaciones. Todos los
funcionarios de las religiones enfatizan el NO, se sienten más seguros
prohibiendo que animando, señalando peligros que ofreciendo nuevas vistas.
La Torá sólo emplea dos verbos: descansar y santificar. Los sabios, feliz
ociosidad, se encargaron de complicar la vida de los hombres elucumbrando sobre
pesos, medidas y minutos de trabajo y se cargaron el espíritu, santificad.
El
Sábado tiene su cara amable, luminosa, espiritual y vital, la cara que se
asemeja e imita la del Creador.
Isaías
58,13 llama al Sábado: "MI DELICIA".
La palabra que resume la religión judía es santificación y el mandato que
escuchan los judíos de Dios es el de "santificad el sábado". Los cristianos
enfatizamos la palabra salvacion por las obras.
¿Cómo se santifica el Sábado?
No hacer nada es bueno, pero hacer algo es mucho mejor.
El Sábado: Mi Delicia, tiene dos dimensiones: la dimensión comunitaria,
asistimos a la sinagoga, escuchamos el sermón de la fiesta, estudiamos y
meditamos la Torah y en la familia hacemos tres copiosas comidas, nos vestimos
con nuestras mejores galas, comemos al calor de las velas y bendecimos una copa
de vino cuando leemos la Torah.
Además del aspecto espiritual, el Sábado tiene su aspecto carnal. Los judíos
descansados, sin ajetreos y sin prisas, viven el Sábado Mi Delicia en la
expresión más deliciosa que Dios ha dado a los hombres, viviendo y deleitándose
en la actividad sexual. El sexo es mi delicia.
El Sábado judío no tiene nada de aburrido sino de plenitud: se santifica la
naturaleza, se santifica el templo, se santifica la mesa y se santifica el
tálamo nupcial.
¿Es el
domingo cristiano una copia del Sábado judío?
Los cristianos renunciamos a la bárbara circuncisión y nos dimos un rito análogo
y mucho mejor, el bautismo. Pablo, el liquidador de la Torá, se contenta con la
circuncisión del corazón. Ahora todo es interior.
En Los Hechos de los Apóstoles Pedro escucha una voz que le dice: "Corta y come"
y, de un plumazo, cancelamos los alimentos prohibidos.
Pero ¿cómo eliminar el Sábado, cómo ignorar el séptimo día, el día del descanso
y de la santidad?
Nuestra alternativa, siempre mucho mejor, es el domingo.
Nos dicen los evangelios que a Jesús le llevaban los enfermos a la puesta del
sol, cuando el sábado había terminado, cuando se podía trabajar. Jesús judío y
los judíos respetaban el descanso sabático, pero en el judaismo y en todas las
religiones la vida del hombre está siempre por encima de las 39 clases de
trabajos prohibidos por el Talmud.
Muy pronto, en el siglo I los cristianos celebraron el Domingo, como día del
Señor, día de culto, en recuerdo de la Resurrección.
De los Diez Mandamientos del Sinaí, nosotros hemos eliminado el cuarto
mandamiento, el del Sábado. "Por eso nosotros celebramos el día octavo con
regocijo por ser día en que Jesús resucitó", leemos en la Epístola de Bernabé.
Constantino, nuestro gran mecenas, nos dio el día octavo como día off para que
pudiéramos ir al templo.
Ir al templo está bien, pero es la calderilla del domingo, descansar y
santificar el domingo está mucho mejor.
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