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“La
Alegría del Evangelio llena la vida entera y el corazón del que se encuentra con
Cristo”, primera línea de la exhortación Evangelii Gaudium del Papa Francisco.
La
Navidad es la historia de un encuentro, es encontrar la tienda de campaña del
que acampó en el abigarrado campamento de los hombres, es entrar en su tienda e
hincarse ante nuestro único Salvador.
Los
hombres mayores, el cuerpo necesita sus cuidados, vamos de cita en cita, cita
con el cardiólogo un día, con el urólogo otro día, con el endocrino fija…citas
para alargar unos segundos la vida que se nos escapa por todos los agujeros.
El
cristiano tiene sólo una cita con el niño que nace en Navidad, cita continua e
ineludible para alargar la vida del alma por toda la eternidad.
Y en
Navidad, fiesta globalizada por los mercaderes de las catedrales del comercio,
hacemos memoria de familiares, de viejos conocidos y de los amigos olvidados.
Avivamos recuerdos y sensaciones y enviamos FELICITACIONES. Es el pequeño
milagro de la Navidad horizontal.
Yo pasé
una mañana y una tarde enviando mis FELICITACIONES vía whatsapp o por teléfono y
respondiendo a las recibidas.
Hoy,
diciembre 25, Día de Navidad, he recibido la última felicitación de un exalumno,
que ha encontrado y entrado en la tienda del Salvador, y me felicita: “No puede
haber tristeza cuando nos nace la VIDA. Feliz Navidad!”.
Echo en falta en esta afirmación espiritual, la nota personal, la que sazona la
maravillosa cotidianidad.
Las
relaciones humanas sufren, por el trabajo o los cambios de residencia, múltiples
interrupciones y la Navidad enciende una chispita para prender el fuego que se
apaga.
A un sobrino le escribía: “Feliz Navidad. Pasad estos días de asueto con calma.
No prisas, no compras, no enfados, no reloj, no nothing, sólo Paz”.
“Que bien suena todo lo que dices, pero…” me contestaba.
Mis
FELICITACIONES no han sido ni piadosas ni teológicas, meras invitaciones a
disfrutar del silencio, de la familia, a vivir liberado del ajetreo febril de la
seducción de todo lo caduco, y en esta hibernación navideña crear en el corazón
la cueva de la Navidad de Belén.
“La
Navidad de Belén fue tan sencilla que no tuvo fotógrafos ni reporteros
ignorantes y tontolabas. La Navidad es misterio, WOW asombrado, interior, sin
necesidad de decorados bobos”, le recordaba a Javier, loco por las fotos.
“Feliz
Navidad. Os la deseo en familia y regada con el vino de la alegría, de la Paz y
de la buena salud. Libre de virus, libre de bullas, libre de decorados de
plástico, pero con el decorado interior a punto. Que el Señor os bendiga y os
alegre, hoy y siempre. De vacaciones la Navidad sabe mejor. La Navidad se
celebra todos los días”.
La
historia de nuestra vida, Navidad incluida, es la historia de nuestras
interrupciones, es la esclavitud de nuestras adicciones, secretas unas,
conocidas otras, pero celebrar la Navidad y contemplar el “misterio” exige largo
tiempo sin interrupción alguna.
“WE
need to make time to hear the voice of Christmas over the noise of daily life.
Pregúntate.
What if there were no Christmas? ¿Qué pasaría si no existiera la Navidad?
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