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La Guerra de los Santos Fundadores

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio.....

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Ayer, en la furgoneta del Ayuntamiento de Ptz, llevamos la colecta de la Operación Kilo a la Hermandad del Refugio.

Hecho intrascendente, pero lo cotidiano, a veces, se transforma y se transfigura.

Iba yo entre dos funcionarios, codo con codo, distancia social imposible en un asiento único.

¿
Cómo no hablar del sexto mandamiento en estos tiempos de confinamiento y viajando con un cura? Tema obligado después del Informe McCarrick, desencubrir a los encubridores.

Conversación flúida y apasionada, expresión de convicciones profundas.

Nos remontamos, biblistas atrevidos, al Génesis y nombramos a Adán, confinado y solitario en el jardín del Edén, triste, a pesar de que Dios bajaba por la escalera del cielo a visitarlo al atardecer, cuando la soledad se hace más profunda.

No se puede ser feliz si no se tiene a quien dar. Dar y Recibir son las dos caras de la misma moneda. Y Dios se compadeció y le dio una compañera.

Llegamos a la conclusión de que hasta las VIRTUDES se declaran la guerra y luchan por figurar en el número uno del Top Ten.

Uno de mis acompañantes, producto del Colegio de Curas, confesaba que la Virtud de la Pureza, palabra muy de ayer, muy en la boca de los frailes y de los predicadores, hoy, silenciada y en desuso, no está ni en el Top Ten ni entre las Cuarenta Virtudes Principales.

¿
Será la humildad de María la que eclipsa a todas las Virtudes y la que se encarama en el número uno del Top Ten?

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Será la sencillez de José, que se contentó con ser un mero extra en un guión impuesto en el que hace de hombre mudo?

¿
Será la piedra de San Jerónimo, símbolo de la penitencia más cruel?

¿
Será la caridad del santo que sólo dio media capa a un pobre?

Pablo, nuestro primer teólogo, nos dio la solución. Ninguna Virtud sirve de nada sin el Amor que es la Primera y la Última.

Consigue que no se peleen entre ellas esas lindas mujercillas”, nos aconseja el filósofo, no santo pero sí sabio.

Hicimos un Coffe Break en el Tinelo, la conversación lo exigía.

Estos días hemos asistido alucinados al fanatismo maradoniano: selfis, lágrimas, abrazos de padres con sus niños, peleas y un país entero conmovido por la desaparición de un futbolista, hinchas no de un Borges inmortal, sino de un mero futbolista.

Ningún mortal es digno de un altar.

¿
Y la Guerra de los Santos Fundadores?

Las escuelas de frailes y de monjas, éstos, propietarios de las paredes de los centros, recluidos en sus cuarteles de invierno ya no se les espera. Su presencia no es necesaria ni querida ni requerida.

Durante el curso 2018-2019 una niña de mi familia celebró su Primera Comunión. ¿Quién presidió la Eucaristia? El párroco de Santa María Reina de los Mártires. No sé lo que comentaron los padres de los niños, sí sé lo que comentaron los míos.

Ya nada es como antes. Hoy como ayer hay personas que necesitan un puesto de trabajo para vivir, lo demás es pequeña literatura y barata decoración.

Ya nada es como antes, pero la guerra de los Santos Fundadores es lo que aún nos queda.

Los alumnos de las escuelas de frailes y de monjas, desde su más tierna infancia, aprenden los nombres de los Santos Fundadores, son sus mentores, sus héroes , sus santos favoritos, su password, su grito de guerra en las competiciones deportivas, académicas y sociales.

Pobres de los alumnos que cambian de centro, tienen que cambiar, traumatizados, de password.

Hay que reclutar alumnos para Chaminade, para Louis Querbes, para Calasanz, para Pedro Nolasco, para Don Bosco, pero sin...

Facebook, el Gran Chivato, proclama las medallas y las copas y los resultados académicos y las instalaciones deportivas y las extraescolares y el Código Ético, sin olvidar, el trilingüismo, condición sine qua non para ser certificado de excelente.

Ya nada es como ayer. Hay capacidades que no se publicitan.

Después del Coffee Break regresamos a Ptz y prometimos volvernos a ver y continuar nuestro repaso a los diez mandamientos y a los colegios de curas y a discutir qué Fundador se encarama al número uno del Top Ten, por favor, sin descalificar al Tú Solo Santo.