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Bendito
Coronavairus, has hecho un milagro, has acabado con los besos.
Un
milagro grande y necesario, has acabado con los besos idólatras a las reliquias.
Un
milagro pequeño y antibíblico, has acabado con los besos paulinos a las imágenes
de Dios, los hermanos.
Un
milagro litúrgico, has acabado con el precepto dominical.
Yo no
necesito reliquias, laberinto infinito y oscuro por el que se han extraviado
muchos, muchos cristianos.
El
mundo de las reliquias se parece a un mercadillo ambulante, verdadero flea
market, donde todo, lo viejo, lo sucio, lo inútil y lo falso está en venta y,
cuesta creerlo, pero encuentra compradores.
El
Cáliz, la Copa, que usó Jesús en la Última Cena se ha multiplicado más que el
vino de Caná. Ahora, encerrado en vitrinas de oro se comenta y venera en muchas
catedrales.
Pobre
Copa, ya no sirves para nada. Si yo te tuviera, te llenaría cada día para que Tú
me llenaras y embriagaras con éxtasis divinos.
Dejemos
que te sigan buscando y multiplicando.
1969,
un día de julio, Buzz Aldrin y Lance Armstrong aterrizan en la luna. “Se hizo un
silencio como de media hora”.
“Para
mí”, escribe Buzz Aldrin, “era el momento de comulgar. Abrí la bolsa de plástico
que contenía el pan y el vino consagrados y eché el vino en el Cáliz que mi
parroquia me había entregado. Antes de comulgar leí la Palabra de Dios: “Yo soy
la vid, vosotros los sarmientos”...Jn 15,5
Primera
Lectura Bíblica en la luna.
Primera
Comunión en la luna.
Primer
Cáliz que viaja a la luna.
Este
Cáliz, no es una reliquia, se sigue usando en la parroquia Presbiteriana de Buzz
Aldrin.
He
recibido el mejor y el más inesperado regalo para mi 50 Aniversario de
Ordenación Sacerdotal, un Cáliz.
Tiene
una gran historia. Es el Cáliz del Amor.
Un
lunes, terminada la celebración de la Eucaristía en el Convento de las
Religiosas de “La Virgen del Pilar y de Santiago” tomé un café con las cuatro
Religiosas y con un vecino de las Hermanas que suele formar asamblea con
nosotros.
Surgió
el tema de los Cálices, tema que no estaba en el orden del día, y escuchamos una
confesión de confesionario imprevista, improvisada y sorprendente.
Rubén
Darío, el vecino, creyente despierto, nos contó la historia de mi Cáliz.
Rubén
Darío tuvo amores con una joven, aventura cálida pero corta, porque empezó a
sentir un Amor distinto, una llamada, no a engendrar hijos de la carne sino
hijos para Dios. Su relación terminó amistosamente.
Su ex
le dijo: aquí tienes mi regalo de despedida para cuando celebres tu primera misa
y puso en sus manos un Cáliz. Unas lágrimas fue el primer líquido que manchó el
Cáliz.
Rubén
Darío, pasados los primeros fervores y calambres espirituales, guardó el Cáliz,
y volvió al siglo donde experimentó nuevos calambres, más intensos y duraderos.
Santiago,
su hermano, nunca había tenido visiones ni llamadas a medianoche como el pequeño
Samuel de la Biblia. Pero éste sí entró en el seminario y sí se ordenó de
sacerdote y heredó el Cáliz de Rubén Darío y celebró con él misas durante diez
años.
Muchos
curas en España, condenados a la soledad, han cometido uno de estos tres
pecados.
Condenar
a una hermana o una sobrina a la soltería.
Dejar
embarazada el ama de llaves.
Castigarse
con cilicios o con duchas de agua fría con poco éxito.
“Aquel
otro buscaba una criada con las virtudes de un ángel, mas se convirtió él en
criada de una mujer; y ahora tendría que trocarse, además, en ángel”.
Santiago,
el cura, consumó el matrimonio con la criada en el tálamo nupcial, dispensado de
su voto, contrajo matrimonio canónico y volvió al siglo.
El
ex-cura, ahora en paro, renunció al Cáliz y se lo entregó a su hermano, su
dueño, que tampoco lo necesita.
Rubén
Darío, al terminar de contarnos su historia, me preguntó: ¿”Cree que le puede
servir”?
Seguro
que me gustará más que el que tengo en Pastriz, le contesté. Será el mejor
regalo para mi 50 Aniversario de Ordenación.
El
miércoles tenemos eucaristía y charla cuaresmal. La “Carta a la Iglesia de
Pérgamo” será texto y pretexto para una enseñanza bíblica actualizada. Estás
invitado a la enseñanza y al estreno del Cáliz, gracias a ti, mi Nuevo Cáliz.
No es
el Cáliz de la Última Cena, no es el Cáliz Lunar, pero es el Cáliz del Amor.
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