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Hay
conversaciones que no se olvidan. Éramos jóvenes, estábamos en una tienda de
campaña en Candelario, era la hora de dormir. No hubo una última oración, sí un
último chascarrillo. ¿Sabes, me preguntó un compañero de seminario, lo que dicen
de los curas? ¨Si la sotana fuera de bronce cómo repicaría!
Tal vez
el badajo de mi compañero estaba a punto de tocar a rebato y me invitaba a tocar
al unísono. Dormimos en paz, sin turbulencias y sin lluvias fisiológicas.
La
Iglesia Católica tiene un problema con el sexo.
El
informe del gran jurado de Pennsylvania ha colgado, otra vez, a la Iglesia
Católica en la picota. Todos los medios de comunicación, durante el día de hoy,
Agosto 15, Fiesta de la Asunción, han pregonado desde las azoteas mediáticas los
datos de este informe, fruto amargo y madurado durante dos años de intensa
investigación. Hasta las aguas del East River, más agitadas y espumosas que
otros días, comentaban incrédulas el informe. Yo, en mi apresurado caminar, oía
como bisbiseaban nombres y números.
Este
informe es un golpe bajo, en los mismísimos bajos de la institución, y ésta
tiene que estar en guardia para encajar los próximos golpes sincronizados, que
vendrán.
A
ningún badajo se le puede imponer silencio.
Y vio
Dios, no una vez, sino siete veces que todo era bueno, muy bueno, y le mandó a
Adán repicar fuerte y bien para repoblar la tierra vacía.
La
Iglesia Católica, no sus miembros, tiene un problema con el sexo.
En los
seminarios, monasterios, noviciados, junioratos...no se habla de sexo, en voz
muy baja se habla de modestia, de pudor, de pureza, palabra hoy en desuso, de
poner una puerta a los ojos, de no tocar el chirimbolo en directo sino en
diferido y se nos hablaba de castidad como si fuéramos ángeles sin chirimbolo y
sin necesidades.
Yo no
sé si los ángeles tienen sexo, sí sé que en la portada de la Concatedral de
Soria un angelito luce minina y otro rajita. Lo que no sé es que hacen con sus
cositas.
No sé
para qué creó Dios a los ángeles, sí sé para qué creó a Adán, para que fuera
fecundo, no para que fuera casto.
A
través de una encuesta que hice a los alumnos de la ESO sobre los medios de
comunicación que más frecuentaban, me enteré que existían lo que ellos llaman
¨páginas guarras¨, yo, ignorante e inocente que soy, desconocía su existencia y
descubrí además que hacían muchas ¨guarrerías¨.
Una
enseñanza frente a una ¨página guarra¨, alias pornografía, curaría más
desviaciones y fantasías que las piadosidades que repiten empalagosamente unos
formadores en apariencia piadosos.
Yo
nunca he predicado sobre el sexo, sólo veladas alusiones en sermones de bodas.
Recuerdo que un conocido notario de Soria me comentaba a raíz de uno de mis
artículos en el Heraldo de Soria, ¨Hablemos de Sexo,¨ que en su cursillo
prematrimonial el cura les dijo: ´El matrimonio se realiza, no en la iglesia ,
sino en la cama, follando´.
Los
predicadores negros son fantásticos, son atrevidos, son fanáticos, son visuales,
son elocuentes y pueden ser vulgares y eternos, no tienen miedo en abordar toda
la gama de necesidades humanas y espirituales.
Ayer
escuchaba un sermón del Reverendo Myles Munroe, fallecido en accidente de avión,
titulado: The Number One Need of a Man is SEX. La necesidad número uno de un
hombre es el Sexo. Enseñanza teológica y bíblica sobre el sexo para una asamblea
entregada a su maestro espiritual. Y otro del famoso T. D. Jakes titulado: Why
your Body wants Sex so badly. Por qué tu cuerpo quiere Sexo tan imperiosamente.
Atrevimiento divino para situar al hombre frente a Dios y frente a su
responsabilidad personal y social.
Las
iglesias presididas por los Reverendos negros, preachers es su gran y único
título, no han sido noticia por escándalos de pedofiia.
El
informe de Pennsylvania, colgado otra vez en la picota, ha puesto de manifiesto
que el problema del sexo hace sangrar y llorar y da que pensar.
Más de
300 curas, durante dos décadas, se cebaron en niños y niñas y, aunque
denunciados, para evitar el escándalo y no ensuciar la institución los Obispos
verdaderos responsables y culpables, los barajaban como si fueran cartas de una
baraja e iban de parroquia en parroquia.
Hoy,
Capítulo I, abiertos los archivos diocesanos esos curas han vuelto a la vida con
sus nombres y apellidos
El
Capítulo II será conocer con pelos y señales sus fechorías y entonces una nube
negra, paño mortuorio, cubrirá otra vez la Iglesia.
Los
curas, su solución es sencilla, despedidos como cualquier trabajador, son
reducidos al estado clerical y punto final. ¿Pero qué hacer con los Obispos,
Arzobispos y Cardenales? Estos no son trabajadores ni CEOs de una gran
multinacional, son ¨ Vicarios de Cristo¨ en sus diócesis y tienen un estatus más
que clerical. Y sin embargo son los encubridores y los multiplicadores de las
víctimas y de los pecados. Su silencio, ahora roto, clama al cielo y llega a los
oídos de Dios y del mundo. No pueden ser reducidos al estado clerical,
despojados de sus títulos y sus sedas, Terence Mc Carrick, lumbrera clerical
americana, ha perdido eso tan pomposo y arcaico de Príncipe y Cardenal, son
condenados a una vida de ¨penitencia¨ y de clausura monacal.
Si el
sexo es penetrar o ser penetrado, yo todavía soy virgen. No he conocido ni
conoceré el calambrazo orgasmático de ¨¨los dos serán uno¨, pero el sexo tiene
calambres de pequeño voltaje, que por voluntad y mandato de Dios, todos, Papa,
fraile, cocinero, creyente o ateo...todos experimentan sorprendidos y
agradecidos los seísmos de leve intensidad. Bendito sea Dios que todo lo hizo
bien y bueno.
Hay
conversaciones que no se olvidan. Me recordaba un amigo la conversación que
mantuvieron Napoleón y un Cardenal.
N. ¿Sabe
su Eminencia que tengo poder para destruir la Iglesia cuando quiera?
C. ¿Sabe
Usted que nosotros la hemos intentado destruir y no lo hemos conseguido? Usted
tampoco.
¨Id y
derramad sobre la tierra las siete copas de la ira de Dios¨. ¿Será este informe
la primera o la séptima copa?
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