Las Tres Preguntas

   

 

En la época bíblica, el gran rey Salomón logró ampliar las fronteras de sus dominios instaurando la paz. Decidió entonces coronar su reinado haciendo construir una nueva capital.

Todos sus ministros dieron su aprobación al lugar que él mismo había escogido. Reunió a todos los trabajadores y les ordenó ponerse a trabajar inmediatamente. Entonces los astrólogos pidieron audiencia al gran rey para ponerle sobre aviso.

Señor le dijeron, lamentamos informarle de que el lugar elegido es frecuentado por los malos espíritus y está maldito. Contrariado el rey Salomón preguntó a los astrólogos qué se podía hacer para alejar la mala suerte.

Señor -respondieron-, hemos estado leyendo las estrellas. El único remedio consistiría en ofrecer en sacrificio un niño, hijo único, que debería ser enterrado vivo en tu castillo. Además, su propia madre tendría que aceptar voluntariamente el sacrificio.

El gran rey se apresuró a despachar emisarios por todo el país. Anunciaron que, a la madre que ofreciera a su único hijo en sacrificio se le pagaría el peso del niño en oro. A pesar de la recompensa ninguna madre estaba dispuesta a entregar a su hijo.

Tres años más tarde se presentó en el palacio una viuda con su hijo único de diez años. No puedo seguir viviendo así dijo la madre a los guardias del palacio, que el rey haga lo que quiera con mi hijo y me entregue el oro prometido.

En el momento en que, en presencia de toda la corte, los obreros se disponían a enterrar vivo al niño, Salomón le preguntó cuál era su última voluntad.

Majestad, permítame hacer tres preguntas a sus astrólogos. Si responden bien es que han interpretado bien las estrellas. A Salomón le pareció bien. Dir

igiéndose a los astrólogos, el niño les preguntó:

¿Qué es lo más ligero del mundo? ¿Qué es lo más delicioso del mundo? ¿Qué es lo más duro del mundo?

Después de deliberar entre sí, contestaron: lo más ligero del mundo es una pluma de pájaro. lo más delicioso, la miel y lo más duro la roca.

El muchacho se echó a reír. Cualquiera habría podido dar esta respuesta.

En realidad lo más ligero del mundo es un hijo único en brazos de su madre, ella no nota el peso. Lo más delicioso es la leche que el niño mama de los pechos de su madre. Y lo más duro es que una madre tenga que entregar a su hijo único para ser enterrado vivo.

Los astrológos enmudecieron y el rey mandó que el muchacho fuera entregado a su madre.