











|
Hermano
Cipriano: “Morir tenemos”.
Hermano
Telesforo: “Ya lo sabemos”.
Diálogo
monacal, breviario matinal, saludo sobrio, triste, único. Todas las demás
palabras sobran, todo lo demás es chismorreo banal y obsceno, pura violación del
alma.
La
muerte me ocupa, me pesa y cargar con ella día tras día no es un peso
cualquiera, es una condena merecida.
Todo lo
que no es Dios tiene que morir, incluidas las instituciones religiosas. Las
órdenes religiosas consultan el almanaque para celebrar día tras días las
grandes y pequeñas gestas del pasado. Hoy desentierran un ayer muerto y
olvidado.
Alguien,
guiado por el Espíritu y con ánimo de Fundador creó un startup para eliminar el
gremio de los enterradores, esos hombres que con botas polvorientas y monos
azules dan el último toque a los ataúdes y a las tumbas, y creó la Congregación
de los Hermanos Fosores.
Todo
muere hasta los responsos con roquete y bonete. Y los Hermanos Fosores, perfume
piadoso para las sepulturas, también han muerto.
Hoy,
los nuevos Hermanos Fosores son los laicos. Los laicos se necesitan para todo.
Para entretener, mantener, heredar y liquidar el negocio.
Todas
las órdenes y congregaciones religiosas del primer mundo, como el olmo viejo,
hendido por el rayo y en su mitad podrido, están condenadas a morir. De nada
sirve importar mano de obra barata, el ángel exterminador ya ha emprendido el
vuelo. Pero todas, como antiguamente intentábamos burlar el purgatorio comprando
indulgencias plenarias, todas intentan burlar la muerte.
La
Gracia Cara de la Vocación Religiosa, a tiempo completo, no entra en los planes
de la sociedad del entretenimiento y de los robots. Los muchachos de los
colegios que llaman “católicos” huyen de ella como los ratones de los cepos. Los
nativos digitales, ajenos a la gracia cara y a la barata, ni siquiera saben que
estudian en un colegio católico, palabra rara y nunca pronunciada.
Visitar
las comunidades religiosas masculinas y femeninas, no importan las siglas, es
revisitar el pasado, es recontar el pasado, es mirar hacia atrás, todos con el
pie en el estribo, listos para emprender el último viaje. El futuro es
simplemente mortal.
¿La
muerte? Nec nominetur. Hemos encontrado el antídoto. Hemos iniciado un startup,
Los Hermanos Fosores Bis. Los laicos, les hemos hecho un traje a medida, unos
estatutos a medida, rebautizados, les hemos dado un nombre nuevo, en definitiva
un gran invento para burlar la muerte en estos tiempos de rebajas, todo a 9.99.
Los
laicos, un mal necesario en esta Europa vieja y descreída, fornicadora 24/7 con
la gran prostituta y la madre de todas las abominaciones, los laicos, gloria a
Dios, son nuestros Hermanos Fosores, los que nos heredarán, nos enterrarán,
negociarán con nuestros bienes y como los hijos de los que dilapidarán el
negocio.
A uno
le sienta mal que un decreto Papal le cierre el invento, pero no le sienta nada
mal si muere de muerte natural. Gloria a Dios.
|