Los Nombres de D..s

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio.....

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“A Dios nadie lo ha visto, pero nos comportamos como si desayunáramos con él, como dice la expresión borgiana”, leo en el libro de José María Mardones, “Matar a nuestros Dioses”.

"Matar a nuestros Dioses", libro que me ha unido con personas creyentes, nada contaminadas con las elucubraciones fantásticas de los teólogos eunucos, y libro que nos ha quitado la venda de los ojos y nos ha devuelto la alegría del no saber y nos ha ayudado a no tomar el nombre de Dios en vano.

Eliminar la montaña de excrementos que las teologías de todo cuño han producido a lo largo de los siglos es tarea saludable y necesaria para la paz interior del corazón del hombre y del planeta tierra.

Es tiempo de desescombrar.

El dios del temor, juez de jueces, el dios intervencionista, tapa agujeros de nuestras limitaciones, el dios de los sacrificios, sádico y cruel, el dios de la imposición, tirano sin entrañas, el dios eterno que nunca toma vacaciones siempre vigilándonos...Es tiempo de matar, no nuestros dioses sino sus dioses, los de los teólogos y de los catecismos que han zumbado en nuestros oídos y nos han robado la paz y la alegría.

La Biblia Hebrea, escrita con nuestros pecados, es el libro de los nombres de Dios.

El Elyon, El Olam, El, nombre del dios del panteón cananeo y El Shaddai, dios de los patriarcas, nombres que caen en el olvido el día en que Moisés pregunta: ¿quién me envía? Pregunta por el nombre, por el documento de identidad, de la única divinidad que es innombrable e inefable.

Con Moisés comienza algo nuevo, el Yahvismo. Ante la zarza que arde sin consumirse, a la que hay que acercarse, no para coger sus frutos sino para experimentar la teofanía de lo nuevo.

Ehyeh asher ehyeh, Yo soy el que soy, respuesta que Moisés convierte en Yahweh asher Yahweh, El que es, en tercera persona.

Respuesta enigmática, más tomadura de pelo que respuesta metáfisica para que los pseudosabios llenen tratados sin cuento sobre el nombre de D..s. Moisés cállate y ocúpate de tus asuntos. El tetragrámaton ilegible e impronunciable, ha sido traducido de distintas maneras por las distintas iglesias cristianas.

¿Cómo nombrar al innombrable, al que nadie ha visto ni oído?

El monoteismo de la Biblia Hebrea es la idea más nueva y más revolucionaria de la historia de la humanidad. Un Dios absoluto e ilimitado, un Dios sin biografía.

La biografía de los humanos se resume en las lápidas de los camposantos en dos fechas, la del nacimiento y la de la muerte. Entre esas dos fechas poco que recordar y mucho que olvidar. Dios es, punto, sin fechas, sin arrugas, sin mujer, sin contrincantes diabólocos...sin nombres, nada y todo.

El monoteismo radical de la Biblia no es aceptado por el corazón del hombre, adorador de ningún dios y adorador de todos los dioses.

¿Cómo soñar un dios sin miles de nombres y miles de rostros?

"Todos los nombres que damos a Dios vienen de la comprensión que tenemos de nosotros mismos". Eckhart

"Dios es distinto cuando el mundo es distinto", dice un rabino.

El mundo de hoy no se parece en nada al de ayer. El siglo XXI es el siglo de la mujer. El dios masculino que hemos vivido y predicado no podía imaginar el divino femenino.

El Qohelet, el sabio de la negatividad, todo es vanidad, dedica sus dardos más envenenados a la mujer: "He descubierto que la mujer es más amarga que la muerte, porque es como una red. Un hombre encontré entre mil, pero entre todas ellas no encontré una mujer", 7,26,28.

En este hoy nuestra comprensión del ser humano no se entiende sin la dignidad, el valor y la superioridad de la mujer. Lo divino de la divinidad es la feminidad.

Dios es la Madre del Universo. Dios no tiene sexo, no es ni masculino ni femenino, por eso podemos olvidar a Dios Padre y llamarle Madre, Dios y Diosa, Sofía y Sabiduría.

Ningún nombre es adecuado para Dios y todos los adjetivos le sobran. Dios es.

Experimentar a Dios, tarea harto difícil para el hombre de hoy, requiere silencio y asombro.

¿Tenemos que renunciar a dar nuevos nombres a la divinidad? ¿Tenemos que contentarnos con los nombres de siempre?

Si el mundo cambia y cambia vertiginosamente, si el universo está en continua evolución, Dios es el Big Bang, Dios es evolución. Dios es lo que está más allá del cosmos, futureidad inalcanzable. A mayor conocimiento del universo, menor conocimiento de Dios.

La literatura, la ciencia, la exploración del Universo pueden darnos pistas para invocar la divinidad con nuevos nombres, nombres que no penetrarán su ser, pero nos lo acercarán y su luz descongelará y vivificará la materia negra de la criatura condenada a no ser.

Francisco, más prosaico que sus predecesores, habla de Dios como si desayunara con él. Dios es siempre alegre y joven, siempre misericordioso, siempre en salida. Dios es mi desayuno matinal y, según un niño, Dios es la princesa que está en la meta final de la vida para desposarme.