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En el
libro God insearch of Man, Abraham Joshua Heschel hace una afirmación que a los
guardianes de la ortodoxia, exentos a la crítica y seguros en su infalibilidad,
les molesta pero no les concierne. Construyen castillos cada día más kafkianos
que no apetece explorar.
“Es
habitual echar la culpa a la ciencia y a la filosofía anti-religiosa del eclipse
de la religión en la sociead actual. Sería más honrado culpar a la religión de
sus propias derrotas. Cuando la fe se sustituye por un credo, el culto por la
disciplina... Cuando la religión habla sólo en nombre de la autoridad en lugar
de hablar con la voz de la compasión su mensaje pierde todo su sentido”.
Ni yo
ni mi hermano gemelo, bautizados de urgencia, hemos conocido los nombres de
nuestros padrinos de bautismo. Ni los hemos echado en falta ni necesitado para
nada en el camino de la fe.
La
inmensa mayoría de los bautizados han vivido esta necesaria orfandad. La
verdadera orfandad espiritual la viven los niños cuyos padres no tienen ni fe ni
credo.
El Año
de la Fe invité a mis feligreses a investigar sus datos bautismales: día del
bautismo, nombre de los padrinos, iglesia, nombe del cura, vivo, muerto o
casado, y a celebrar ese primer día cristiano.
Yo
también hice lo mismo y setenta años más tarde no sólo supe el nombre de mis
padrinos sino que encontré a mi madrina que aún vive. Ahora soy yo quien la
acompaño.
Creo
que el Papa Francisco no ha invocado ni una sola vez el Derecho Canónico.
Cobijarse bajo ese paraguas es la última hipocresía y “la hipocresía más que la
herejía es la causa de la decadencia espiritual”.
El
Obispo de la diócesis de Cádiz y sus curas, refugiados en el Derecho Canónico,
han negado a Alex Salinas el derecho de ser un mero nombre en una partida de
bautismo.
Según
el Derecho Canónico, que nunca estudié, los padrinos vigilan el desarrollo de la
fe del bautizado y lo acompañan, de tal manera que a su lado aprendan la
doctrina y la moral cristiana.
Alex
Salinas, joven creyente, quiso ser uno de tantos padrinos, comparsa decorativa,
que acompaña a unos padres felices el día del bautismo de su hijo.
He
realizado muchos bautismos y no he conocido ningún padrino que cumpla ni la
letra ni el espíritu de esa retórica canónica, ropaje trasnochado con el que se
disfrazan algunos leguleyos.
El
Obispo de Cádiz, excitado y devorado por el celo de la ley, quiere tocar las
nuevas pelotas de Alex Salinas. Por favor, alimente su espíritu, tóquele el
corazón no los genitales. Señor Obispo sea su padrino en la fe y si fue
bautizado como hembra, bautícelo, si el Derecho Canónico lo permite, como varón
con el nombre de Alex.
La
religión la corrompen los de dentro, los de fuera sólo pueden criticarla y
ridiculizarla, pero somos los de dentro los que la hacemos odiosa e
inmisericorde.
En un
ayer lejanísimo, los padres ni siquiera asistían al bautismo de sus hijos, lo
hacían los padrinos. Hoy son los padres los que piden el bautismo, son los
padres los que se obligan a educar y acompañar en la fe a sus hijos, los que
forman la iglesia doméstica. Los padrinos son comparsa decorativa y no se
comprometen a nada. Muchas veces viven a miles de kilómetros y hasta en otro
país, su relación con el niño es inexistente.
Hay
tantos Alex, padrinos innecesarios, que el ruido producido por el Obispo de
Cádiz se lo podía haber ahorrado
“Los
rabinos dicen explícitamente que cuando un pecador viene a la sinagoga por su
propia decisión tiene que ser bien acogido”. Es lo que hizo y quiere que hagamos
el rabino Jesús.
El
Obispo de Cádiz, más papista que el Papa Francisco, pobre Iglesia, sólo puede
ofrecer un número del Derecho Canónico.
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