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2º.- JUAN BAUTISTA
“Entre
los nacidos de mujer no hay ninguno mayor que JUAN, sin embargo el más pequeño
en el Reino de Dios es mayor que él”. Lucas 7,26
Nosotros
tenemos estadísticas para todo y para medir a todos: el hombre más alto y el más
bajo, el más rico y el más pobre, el más sexy y el más feo, el esposo más fiel y
el más olvidadizo de sus comprsomisos, el MVP, el VIP, el POTUS…
Pero
¿cómo medir a los servidores de Dios?
JUAN
BAUTISTA, telonero y heraldo de Jesús, es el favor de Dios para un pueblo que
espera el Mesías; el puente que une dos orillas, la del AT y la del NT; es el
que allana el camino por donde viene el “Cordero de Dios”: es, el que con total
humildad, proclama: •El debe crecer, yo tengo que disminuir”. “El es la luz, yo
soy testigo de la luz”.
En las
cosas de Dios no existen los profesionales, es Dios el que cualifica a sus
servidores, a sus testigos es Él el que pone voz en sus labios y el mensaje en
el corazón. Las cualificaciones académicas no sirven de nada si no llevan los
sellos del Espíritu.
Isaías,
intoxicado por el espíritu, fue su primer telonero. Sus oráculos anticipan el
futuro edénico que trae el Mesías.
JUAN
BAUTISTA, predicador callejero e incendiario, organizó un revival profético con
su predicación junto al Río Jordán y todos acudían a escuchar al último y al
nuevo predicador.
Su
predicación se dirigía principalmente a los buenos, a los que se creían buenos,
a los que hablaban de religión pero no de Dios. Estaban en cuidados intensivos.
JUAN no
es el cirujano, pero nos dicta el protocolo prequirúrgico que hemos de seguir
para la cirugía del corazón que trae Jesús.
Su más
importante servicio fue señalar a Jesús y desaparecer. Nosotros, todos JUAN
BAUTISTA, todos teloneros de Jesús y desaparecer.
3º.- MARÍA
La
promesa de un Salvador, esperanza del pueblo fiel a la Alianza Davídica, ese
“resto” que nunca dio la espalda a Dios, fue alimentada por los profetas.
Isaías, hombre de labios purificados por el fuego, es el Gran Heraldo del
Mesías.
Más
cercano en el tiempo, Juan Bautista, nuevo Elías, señala con el dedo su
presencia.
¿Y MARÍA?
MARÍA,
más que telonera del Mesías, es la promesa cumplida.
El
capítulo 2 de Lucas enfatiza el carácter divino del nacimiento de Cristo.
No hay
nada made-man en la historia de la Navidad. Todo es obra de Dios.
Dios no
necesita a MARÍA ni a José, actor más que secundario en este proyecto divino. No
nos necesita a ninguno.
Y sin
embargo Dios esperó temblando el SÏ DE MARÍA. Decir SÏ a Dios es duro porque
cuesta toda una vida.
Y
espera temblando tu SÍ.
MARÍA
es la puerta de la Navidad. Puerta abierta de par en para que los hombres
contemplemos al Hijo de Dios, para que creamos en el evangelio de lo imposible
hecho posible por el poder de Dios.
MARÍA
llevó a Jesús en el vientre, nosotros los llevamos en el corazón. Corazón
programado por Dios para que lo busquemos y encontremos en el diario vivir.
Ojalá no seamos desprogramados ni hackeados por el virus del pecado.
GRACIAS
MARÍA. Sin tu SÏ no celebraríamos el misterio de la NAVIDAD.
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