Nada es para Siempre

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio.....

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Febrero 16, 2019, el Vaticano, volcán dormido, ha tronado con fuerza y ha vomitado el fuego guardado durante mil años.

Febrero 17, 2019. Terminaba yo mi homilía de la misa dominical de las 5:30 con una cita optimista de Robert L. Stevenson: “I have been to church today and I am not depressed”. “Hoy he estado en la iglesia y no estoy deprimido”.

Al final, despidiendo a los fieles en la calle, dos energúmenos me asaltaron verbalmente.

“El Papa Francisco, me gritaban, es un hereje, afirma que Dios quiere el Islam y es un encubridor de Obispos pecadores”.

Momento de tensión y de salida interrumpida. Francisco, les decía yo es guiado por el Espíritu Santo y sabe más que nosotros.

El Cardenal McCarrick, celebridad y hombre necesario en Washington y en Roma, uno de los Cardenales más poderosos en la Iglesia, ha sido herido mortalmente por un rayo.

!Qué crueldad! Se ha quedado sin títulos, reducido al estado clerical, ahora el Sr. McCarrick no sirve ni para sacristán.

Sus enemigos, indignados, gritan: “Demasiado poco castigo y demasiado tarde”. Se ha hecho justicia con mucho retraso, pero al nombrar a su “ amigo íntimo” el Cardenal Kevin Farrell Camarlengo de la Iglesia se ha burlado la justicia, dicen escandalizados los editorialistas de Rorate Coeli. ¿Tal vez pedían su ex-comunión?

Ha sido encontrado culpable de “solicitación en el sacramento de la confesión y de pecados contra el SEXto mandamiento con menores y con adultos, con el agravante de abuso de poder”. Sentencia firmada por el Papa Francisco, “res iudicata”, no admite recurso alguno.

A los discrepantes les han echado un buen hueso para mantenerlos quietos mientras lo roen.

Francisco tiene que oír día tras día el telediario de los pecados, no de los fieles, sino de la Jerarquía, de los Grandes Títulos, Cardenales y Obispos, de sus colegas, y se resiste a coger el látigo, son miembros del Colegio Apostólico, son el grupo de los Doce, son totalmente varones y son pecadores. La santidad sólo es atributo de Dios, la santidad de Bernini es pura hojalata, no me explico cómo resulta tan cara y se contratan tantos zahoríes para encontrarla. Francisco tiene unos cuantos Obispos en la rampa de lanzamiento.

Titular trágico y sensacionalista, en la prensa mundial, días antes del Gran Encuentro de los Obispos. Encuentro de 180 varones al que han invitado, de oyentes, a 10 religiosas. Encuentro monotemático e informal, mero “memo” para recordarles que el SEXto mandamiento, ya lo saben, está aún vigente. La prueba contundente es el Sr. McCarrick, como reza su sentencia, ha sido condenado por sus pecados contra el SEXto Mandamiento.

De los Diez Mandamientos del Sinaí el SEXto, en los manuales de moral y en el confesionario, se lleva el Oscar de los óscares. Los otros nueve son calderilla y explicar a los niños eso de No Fornicar, hoy, gracias a la pornografía que consumen resulta más fácil.

El SEXto está vigente, lo que no está vigente es la interpretación de Zalba y otros moralistas de ayer y de muchos obispos de hoy.

Ya nada es para siempre. Las cosas de la Iglesia, especialmente todos los inesenciales, son efímeras.

Concelebré la eucaristía con un sacerdote nigeriano y éste, ante el misterio de la consagración, entra en un temblor corporal tan visible que impresiona a los que lo contemplan y pronunciar las palabras rituales se convierte para él en un ejercicio agotador.

Sí, hay momentos en la liturgia supercargados de energía y hay afirmaciones tan numinosas que se quedan tatuadas en el alma: “sello indeleble”. “Recibe por esta señal el don del Espíritu Santo”. En inglés: Be sealed with the gift, the seal, of the Spirit”. Sé sellado con el sello del Espíritu. Ser sellado es entrar en una relación tan única y tan especial que no hay quien pueda borrar ese sello, sphragis, o destruir esa relación.

“Tú eres sacerdote para siempre”. Teología de lo “indeleble”, para siempre.

“Soy esclavo de mi bautismo” exclama Rimbaud. Este comprendía el carácter sacramental, sellado para siempre.

Hoy nada es para siempre. La teología de lo “indeleble” seguirá en los catecismos, en los libros de teología y en la Carta a los Hebreos, el sello seguirá tatuado, pero ilegible, roto, porque la relación Yo-Tú dejó de existir.

Ahora, atrevimiento apocalíptico, no sólo Dios vomita a los tibios sino que la Iglesia vomita a sus mejores Cardenales y Obispos, los envía extra-muros y los desnuda para que se vean sus vergüenzas.

“Dichoso el que está en vela y conserva sus vestidos, para no andar desnudo y que se vean sus vergüenzas”. Apocalipsis 16,15