El Papa
Francisco cuando sonríe se transfigura, parece un hombre feliz.
Cuando se enfada, me viene a la mente el día en que una mujer de ojos achinados,
en la Plaza de San Pedro, quiso, tradición discontinuada, besarle el anillo, su
rostro, severísimo, se volvió feo, agrio, ogro, y la despidió con un duro
manotazo.
Aquel día el Papa Francisco, el hombre, la cagó. Actuó como un hombre
cualquiera, cosa que hacemos todos los hombres. Días más tarde le pidió perdón.
Los católicos, al Vicario de Cristo, desde el día de su elección lo colocamos en
una peana, lo paseamos por la Plaza, lo piropeamos, que nadie nos lo toque, es
lo más cercano a la divinidad. Ese día, monarca absoluto, deja de ser hombre,
comienza su reinado.
Las primeras palabras de Francisco, después del ritualizado grito de HABEMUS
PAPAM, fueron: Buona sera. Saludo cotidiano, de hombre a hombre, al que se sabe
responder.
Francisco, cura y obispo de Roma, huésped de la hospedería de Santa Marta, con
sus primeros gestos nos dejó entrever sus gustos y sus fobias y nos demostró que
no era un extraterrestre caramelizado sino un hombre, “plenamente hombre”.
Francisco, durante esta década, ha hablado mucho de lo divino, de lo humano y de
lo mundano, a veces al margen de lo religiosamente correcto y de lo papalmente
correcto. No es un mojigato empalagoso. Escándalo para los falsos piadosos y
alegría para los gentiles.
Nos ha invitado a escuchar y a dialogar con Dios cuyo ”primer atributo es la
misericordia”, la misericordia es el rostro de Dios, leitmotiv de su vida y
predicación.
“In Vaticano serve un Papa, non un parroco” reza un titular de la deplorable
página Infovaticana.
La Iglesia, el pueblo de Dios necesita un pastor, un párroco. En la biblioteca y
en los archivos vaticanos, cementerio de gloriosos documentos y de grandes
ideas, yacen toneladas de textos muertos, pero el pueblo de Dios, los feligreses
de este pastor universal no necesitan un pasado, necesitaban un presente gozoso
y un futuro esperanzador y, hace 10 años se nos regaló a Jorge Mario Bergoglio,
jesuita y obispo.
Parafraseando a Montaigne podemos decir que “vale más un corazón bien hecho que
una cabeza bien llena”. “Más vale una cabeza bien hecha que una bien llena”.
Francisco cree en el Concilio Vaticano II como praxis, no como documentos para
la erudición en los seminarios y en la Academia.
“No oprimáis a la viuda, al huérfano, al extranjero ni al pobre, ni tramen el
mal en sus corazones contra otros”. Zacarías 7,10
No necesitamos un Papa que “esculpa cada domingo el cristianismo hecho
filosofía” como dicen que hacía su predecesor bunkerizado y asustado al que le
hacían decir cosas que nunca dijo. “La sabiduría no es saber más sino saber
mejor”.
Francisco, profeta bíblico, poderoso en palabras y en sus gestos simbólicos,
habla más y mejor que “el cristianismo hecho filosofía”.
Francisco es el primer Papa apodado antipapa y hereje, odiado por los católicos,
clérigos y laicos, que quieren anatemizar sus escritos y quemarlos para que no
contaminen el cementerio de los libros muertos.
Ríos de tinta negra y fúnebre han corrido por las redes sociales con motivo del
décimo aniversario de su elección.
Cierto, no han faltado las muestras de cariño y de afecto y las alabanzas al
trabajo bien hecho.
Los titulares de los blogs americanos me han cabreado muchísimo, curas y obispos
cagándose en el Papa Francisco.
A estos blogueros que desprecian y anatematizan a Francisco, les falta algo
elemental la Biblia, ni siquiera la citan.
“Diez Terribles Años del Papa Francisco”. Damian Thompson
“Marzo 13, 2013, Diez Años de Horror”. Rorate Coeli
“10 Años de Confusión, Ideología Política y Escándalo”. Eric Sammons
“La Ideología de Género desafía la Vocación humana”. Kathleen N Hattrup
“Hemos entrado en las catacumbas, escondidos, esperamos el final del
Pontificado”.
Pope Francis looks miserable, he should retire”.
Viva el Papa Verde. Viva el Papa Rojo. Viva el Papa del Concilio Vaticano II.
Viva el Papa pecador que habla el lenguaje de los hombres. Viva el Papa que da
caña a los conservadores tridentinos. Viva el Papa de la Mujer y de las Mujeres.
A mi no me cambiaréis.
Yo, aunque Francisco no ha recorrido los caminos que ha abierto hasta el final,
aunque la curia vaticana, reliquia tridentina y muralla china,sigue bloqueando
los caminos de la renovación, yo seguiré admirando y amando a Francisco.
Y vosotros, “ciegos que viendo no veis”, porque lo legal ignora las cosas del
Espíritu, vosotros no me cambiaréis. “!Y a vosotros que os den!”. Paz