Pasar la Fe

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio.....

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Es Viernes. Desde la terraza de una cafetería contemplo la marea humana que inunda las calles, es la gente que sale de orar y escuchar el sermón del Imán.

Escena fascinante, hombres mayores y muchos jóvenes sonrientes salen de la Mezquita Al-Aqsa, montan en sus minivans y vuelven a su cotidianidad.

Siento admiración, envidia, comparo y los ojos se me nublan.

¿
Qué catequistas han tenido estos hombres para vivir su fe, practicarla y defenderla?

Ignoro los grados de fanatismo que son necesarios para, sin miedos ni complejos, ser felices y fieles en su piel religiosa.

Una pequeña dosis de fanatismo es más que necesaria en estos tiempos de no creencias religiosas.

Las creencias no se eligen en el supermercado, no se leen en las enciclopedias, no se estudian en las aulas, las creencias se heredan.

Un padre convierte la sala de espera del hospital en Sinagoga. Su hijo, entre correcciones y aprobaciones, frente al mundo hostil, lee el Tanakh. Comienza a saborear su fe desde pequeño, comienza a heredar una lengua, una historia y una fe.

La vida familiar engloba todo, nada queda aparcado a la entrada de la casa. La dimensión religiosa lo impregna todo: la comida, el vestido, el lenguaje, el estudio, la sinagoga….

La Mezquita, la Sinagoga son meras sucursales de la Religión. La Familia es la Sede Central de la Fe

Ten cuidado y guárdate bien de olvidar estas cosas que han visto tus ojos, que no se aparten de tu corazón mientras vivas; cuéntaselas a tus hijos y a tus nietos”. Dt. 4,9-10

La única aventura, en la que no tenemos arte ni parte, es la maravillosa aventura de nacer.

Se nos da todo: nombre, apellidos, lengua… La familia deviene nuestra primera escuela, la más importante, sus enseñanzas nos acompañarán a lo largo de la vida.

En la familia se aprende, no hace falta programación, lo importante. En el hogar se amasa, se hornea y se come el pan para el camino de la vida.

Los padres, maestros y sacerdotes, están llamados a ser los verdaderos transmisores de los valores humanos y religiosos de sus hijos.

El Dios de los padres será del Dios de los hijos.

La rutina dominical de los padres será la rutina de los hijos.

Ayer la voz del maestro y la voz del cura, voces de la autoridad y del castigo, eran obedecidas no porque fueran justas sino por miedo. Los obedientes de ayer son, hoy, los grandes desobedientes, liberados del yugo de la Ley y de de las leyes , han renunciado a la herencia religiosa y algunos hasta a la material.

Los obedientes a la voz de los padres y de la familia y acompañados por los padres seguimos anclados en la fe.

Children need their fathers like climbers need their Sherpas”.

La Pastoral, niños y jóvenes en parques temáticos divertidos, desvinculada de la Sede Central, es un gran fracaso. Dura lo que dura la diversión.

Los agentes de Pastoral no pueden sustituir a los padres. El pan que se cuece en el hogar es siempre más nutritivo que el que se cuece en el aula.

Crecer en la fe y en la gracia es tan exigente como hacer un Ocho Mil. Si padres e hijos hacen esta ascensión juntos, superando ascensos y caídas, compartiendo éxitos y fracasos, la cima inalcanzable estará siempre a la vista, siempre más cercana.

De vez en cuando, como en todos los negocios de la vida, acudiremos a las sucursales cercanas y lejanas, divertidas unas, aburridas otras, pero todas necesarias.