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Adviento
es tiempo sagrado, es el kairós de Dios, tiempo propicio para sintonizar el Dial
de Dios.
Desgraciadamente
los cristianos y sus funcionarios hemos convertido el Tiempo de Adviento en una
navidad disfrazada.
Magnificamos
el pasado, La Primera Venida de Jesús, la Navidad de la que nuestro evangelista
Marcos no sabe nada y nos quedamos mirando por el espejo retrovisor sin
contemplar lo que tenemos delante.
Ya es
navidad en el Corte Inglés. Luces, arbolitos de plástico con bolitas rojas de
falso acebo, y las muchas cajas bonitas por fuera pero vacías por dentro, nos
recuerdan la “elegancia social del regalo”. Sí, hay de todo menos navidad. El
que es la razón de la Navidad no está ahí, no lo necesitan ni se les ocurre que
falta.
ADVIENTO,
cuatro semanas, cuatro alarmas que suenan con fuerza en las iglesias para
despertarnos de la vida anestesiada que llevamos en nuestros castillos.
ADVIENTO,
mirada al futuro, invitación a preparar la Segunda Venida del Señor, Venida
triunfante y gloriosa como Señor y Juez.
ADVIENTO,
tenemos que ser los centinelas de Dios, Dios es futureidad, tiempo para ensayar
el encuentro definitivo con el Amor.
El
pasado se recuerda, el futuro se anticipa en la fe y la esperanza.
ADVIENTO,
tiempo de espera esperanzada, nos ejercitamos en la disciplina espiritual de la
espera.
Los
hombres, impacientes, lo queremos todo ya, aquí y ahora. El Señor Coronavirus, a
pesar de tener colgada en la puerta de la habitación la señal de “No Molestar”,
vino y tomó posesión sin más.
La verdad que está poniendo a prueba nuestra paciencia y capacidad de espera.
Menos
mal que tenemos mil gadgets para matar el tiempo.
Para
ganar sabiduría y afinar las cuerdas del espíritu tenemos la Palabra de Dios.
Yo,
todos los Advientos, leo el Profeta-Poeta ISAÍAS. Literariamente merece un Nobel
de Literatura a título póstumo. Espiritualmente es lectura obligada en la
liturgia. Es el Profeta de la luz que vence la oscuridad, el Profeta de los
tiempos mesiánicos, es el derribador de todos los ídolos y es un monoteísta
radical.
Les
invito a leer y releer a Isaías y también “El Amor más grande” de Madre Teresa
de Calcuta y cualquier libro de Henri J.M. Nouwen, gran maestro de
espiritualidad evangélica y cristiana.
Me
olvidaba. “Esperando a Godot” es un clásico del Adviento y de cualquier tiempo.
Maranata.
Ven Señor Jesús.
Feliz
Viaje. La meta está mucho más allá de todos los 25 de diciembre que le quedan
por celebrar.
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