Veinte mil menos

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio.....

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Muchos mueren demasiado tarde, y algunos mueren demasiado pronto. Todavía suena extraña la sentencia, muere en el momento adecuado”.

Vivimos pendientes de las estadísticas. El éxito o el fracaso se miden por los números.

Número de medallas de oro conseguidas en las Olimpíadas.
Número de muertos causados por el Coronavirus.
Número de ordenaciones sacerdotales en la Diócesis de Osma-Soria.
Número de miembros de una Orden o Congregación Religiosa.

Cada Institución y cada uno de nosotros tiene su Dow Jones particular que consultar -diariamente-.

Las estadísticas de las Órdenes Religiosas dan vértigo. Asomarse a los números es asomarse ad inferos.

Los seminarios y noviciados se achican y las Residencias de Mayores se agrandan y multiplican.

Europa, cansada y envejecida, secularizada y huérfana, tiene poco que ofrecer a una juventud ensordecida por los decibelios del rap y por la carencia de palabras bonitas y trascendentes.

La Vida Religiosa celebra aniversarios gloriosos y el futuro, gran interrogante, se entrega a gentes buenas y a algunas aprovechadas.

A los superiores, CEOs de las Instituciones, les queda el consuelo del outsourcing vocacional.
Conozco un seminario en la India, nuestros felices 50, que alberga más de 300 seminaristas.

Los Jesuitas, vanguardia teológica y cultural de la Iglesia, han perdido Veinte Mil Miembros.
En 1965 eran 36.038, hoy son 15.306. En unos 50 apretados años han perdido Veinte Mil Miembros. Su catálogo , adelgazado, es mucho más manejable.

¿
A qué dieta se han sometido las Órdenes Religiosas para adelgazar tanto?

Los Jesuitas han perdido Veinte Mil, pero los Salesianos, ese ejército de 22.810 llenando escuelas y talleres de mecánica y de espiritualidad, hoy son 14.767.

¿
Y los Franciscanos, esos hombres de la Alegría del Evangelio, de la predicación severa y los guardianes de las tradiciones seculares? También han perdido muchos kilos, de 27.136 han bajado en la báscula a 12.726.

Los Escolapios, maestros de la tiza y de los pobres, nunca fueron ejército sino un pequeño regimiento de 1.328 miembros.

El Dow Jones eclesial está en caída y visitarlo cada mañana no sirve de nada, su elocuencia es magistral.

La Vida Religiosa, en el siglo XXI, queriendo o sin querer, se ha secularizado, la polución ambiental todo lo contamina. Está en el mundo, ¿pero cuánto mundo puede asimilar?

Faltan maestros de espiritualidad, hombres intoxicados por el Espíritu, y sobran gerentes del negocio.

Hemos adelgazado tanto que ya ni se nos ve, somos invisibles, y todo lo almacenado en
trastero resulta penoso.

La Alegría del Evangelio y la alegría fraterna se han transformado en caras serias y tristes.
“Muchos mueren demasiado tarde” y prolongan su agonía prolongandose en asociaciones, sociedades, órdenes terceras, fraternidades… Salvemos por lo menos los muebles.

La Vida Religiosa florecerá como floreció la vara de Aarón y la de San José y tendrá sentido si el “ser” prima sobre el “hacer”, un hacer que, visto lo visto, puede hacer cualquiera.

No hay que asustarse, todo lo humano es caduco, y como Dios le dio a Job nuevos hijos e hijas con nuevos nombres, Dios suscitará en su Iglesia nuevos movimientos con nuevos nombres.