











|
En
algunos eclesiásticos las ropas hermosas lloran.
La
Iglesia Católica tiene muchos interrogantes que responder y grandes y graves
problemas que resolver.
¿Existe
el pecado original? Los judíos, dueños y estudiosos de la Torah durante siglos,
dicen que no existe, es un invento de los teólogos católicos para explicar un
subtexto. Jnw
¿Existe
el purgatorio? El limbo, eliminado del catálogo de verdades a creer, nos queda
aún el purgatorio. Yo quiero ir al cielo sin hacer escalas, lo he eliminado de
mi catecismo.
¿Existe
el celibato? Oh no, dicen los judíos. Uno de los primeros mitzvot que Dios nos
dio reza: “Creced y multiplicaos”. Dios lo hizo todo bueno y no quiere privar a
los hombres de esta bondad. El celibato es una herejía, convertida en un castigo
inhumano. Francisco tiembla, pero sigue pensando.
¿Y las
mujeres? Cinco mujeres salvaron a Moisés de los cocodrilos del Nilo mientras los
hombres callaban. El Papa Francisco ha nombrado una segunda comisión para seguir
hablando sobre el papel de las mujeres en la Iglesia. No acceso al Sacramento
del Orden, condenadas a las sacristías.
¿Y las
vocaciones al sacerdocio? “Estas palabras que yo te mando hoy estarán en tu
corazón, se las r e p e t i r á s a tus hijos y hablarás de ellas estando en
casa y yendo de camino”... leo en Deuteronomio 6,6-7. El mandamiento de educar
y pasar la fe es responsabilidad del padre.
Todo padre es un sacerdote, un catequista… Pasar la fe no es una tarea rabínica
ni clerical sino familiar.
¿Y la
reforma de la Curia Vaticana y la fábrica de los santos y la sanación del
segundo matrimonio y el cambio climático y la justicia y los cementerios marinos
y…?
Las
religiones seguirán haciendo preguntas y revisando y mejorando sus respuestas,
todas ciertas y todas falsas, siempre in progress, pero ninguna, ni la más
sagrada, final.
¿Y las
Mitras de los Obispos?
No
existe ninguna religión con tanta riqueza ornamental como la que tiene la
Iglesia Católica.
El
Concilio Vaticano II, atento a los signos de los tiempos, simplificó los roperos
clericales.
¿Existen
mujeres más elegantes que las santas de Zurbarán?
Las
casullas de seda bordadas en oro y plata, trabajo artesano, lento y caro, en las
sastrerías de los conventos de monjas se nos antoja como cosa del pasado, pero
el pasado siempre vuelve. La belleza sofocante de esos ropajes litúrgicos que
exhiben los museos y las sacristías siempre vuelve.
Ayer me
di un paseo por la página de Sacra Domus Aurea y comprobé que el pasado vuelve,
más glorioso, con más oro y plata y ahora fabricado con mayor rapidez y más
barato.
Lo
mejor para Dios, solían decir para justificar algunos gastos, hay que dejarse
seducir por la belleza.
Ayer,
el domingo era el dia de Sunday Best, el día de abrir el armario y elegir lo
mejor, hoy, vaqueros, chandal, T-shirts, deportivas, es la nueva normalidad
litúrgica y algunas iglesias invitan a la gente con este eslogan “Come as you
are”.
¿Y la
Mitra de los Obispos?
Soy una
religiosa de 95 años escribe Mercedes Loring y “me pone de mal humor, cuando veo
al Obispo con la Mitra, quita y pon, en la eucaristía”.
Soy
Antonio Ardillas, tengo 92 años y confieso que “en la iglesia, menos y más si
está en salida, las Mitras están de más. Sobran, distraen, entorpecen, aturden y
escandalizan”.
Gracias
amigos, son pocos los que se quejan, pero son muchos los que piensan como
vosotros.
Vivimos
en una sociedad estrafalaria y llena de horteradas: cabellos pintados de
colores, caras y culos tatuados, piercings en el mentón y el ombligo, pamelas
floreadas, baggy pants...modas de un ayer lejanísimo, hoy resucitadas y de curso
legal.
Las
Mitras, reliquias señoriales de un ayer lejanísimo, no se han ido y parece que
sus usuarios, coronados como dioses paganos, no quieren renunciar a este gorro
hortera que nada dice a esta sociedad cada día más igualitaria y que tiene sus
propias horteradas.
Mercedes
Loring se pone nerviosa al contemplar a su Obispo tocado con una Mitra bordada
en oro y plata y se compadece del maestro de ceremonias, muy ocupado, en
quitarle y ponerle la Mitra. Mercedes, ¿y el dia que contemplas cien Mitras
juntas? Doy un portazo y les digo que os den viento.
Hay un
revival, un renacimiento del ropero y de los ornamentos litúrgicos, la pasarela
litúrgica está viva y tiene también sus aficionados y sus incondicionales en la
Iglesia.
El alto
clero, la alta liturgia puede estar hueca, pero huele a incienso, es bella,
brilla el oro, reluce la plata, se siente el peso de los ornamentos y los
acordes del órgano hinchan el corazón.
El
clero bajo, los curas rurales, han simplificado tanto su atuendo que parecen más
camioneros que funcionarios de Dios.
|