











|
Yo
tengo cuatro esposas. La cuarta esposa es la que más quiero. Le compro vestidos
lujosos y alimentos caros. La trato con esmero y le doy todo lo mejor.
A la tercera también la quiero mucho. Estoy orgulloso de ella y me gusta
presentarla a mis amistades. Me angustia pensar que se pueda ir con otros
hombres. Mi segunda esposa es mi confidente, cuando tengo problemas ella los
soluciona.
Mi primera esposa es mi compañera leal, gracias a ella conservo mi casa y mi
patrimonio, pero la verdad es que no me preocupo nada de ella.
El día que yo me muera estaré solo, aunque tenga las cuatro esposas conmigo.
Llamaré a mi cuarta esposa y le diré: “Te he querido más que a ninguna, ahora
que voy a morir, ¿quieres acompañarme? De ninguna manera, me contestará y se
largará.
Llamaré a la tercera y le diré: “Te he querido mucho a lo largo de mis días.
Estoy a punto de morir, ¿quieres acompañarme? “No. La vida aquí es muy linda y
me volveré a casar cuando mueras”.
Llamaré a la segunda y le diré: “Siempre que te pedí ayuda me la ofreciste
generosamente. Voy a morir. ¿Quieres seguirme y acompañarme? “Lo siento, esta
vez no puedo ayudarte. Lo único que podré hacer es llevarte al cementerio”.
“Yo iré contigo. Te seguiré a donde quiera que vayas”,susurró muy bajito mi
primera esposa.
Y le diré,”te he tenido abandonada, no te he vestido ni alimentado y te has
quedado famélica y raquítica. Debería haberte cuidado mucho mejor mientras pude
hacerlo”.
Tú también tienes cuatro esposas que te acompañan todos los días de tu vida.
Nuestra cuarta esposa es nuestro CUERPO. Por más tiempo y cuidados que le
dediquemos, nos dejará a la hora de la muerte.
Nuestra tercera esposa son nuestras RIQUEZAS. A la hora de la muerte pasarán a
manos de otros.
Nuestra segunda esposa es nuestra FAMILIA. Por más unidos que hayamos vivido
sólo pueden acompañarnos hasta la tumba.
Nuestra primera esposa es nuestra ALMA. En nuestra búsqueda de los bienes
materiales, del prestigio, de los placeres, de la sensualidad...vivimos más para
la tierra que para el cielo.
La Primera esposa , la que nos hace plenamente humanos y plenamente divinos,
regalo de Dios, es la que tenemos que cultivar, alimentar y escuchar toda
nuestra vida.
“Porque Tú estás dentro de mí, más interior que lo más íntimo mío” exclama San
Agustín.
|