CARNÉ DE RELIGIÓN POR PUNTOS

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio

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DECLARARSE ciudadano del universo es muy poético pero nada realista.

Nuestras raíces se hunden y se nutren en un rincón concreto, soñado y revisitado, de la geografía. Vivir desarraigado, sin conexión con el humus original es pasión inútil.

DECLARARSE católico con carné de bautizado pero sin raíces, sin conexiones y sin el ligue fundamental es una quimera.

El periódico Le Monde publicó recientemente el resultado de una encuesta sobre la práctica religiosa de los católicos franceses que causó un oleaje inquietante.

Según esta encuesta en 1972 el 20% de los franceses iba a Misa los domingos. En el 2009 sólo el 4,5 va a Misa.

Descenso alarmante. ¿Irá camino del 0 %?

A pesar de esta no práctica religiosa, el 64% de los franceses se declaran católicos.

Francia, apodada “la hija mayor de la Iglesia”, vive un éxodo a ninguna parte y apagadas las voces del siglo de Oro de sus grandes teólogos, filósofos y novelistas católicos, Francia y gran parte de Europa refleja este Waste Land que no sé quien resucitará.

El siglo de Oro se ha ido sin dejarnos direcciones. Comienza el siglo de las migajas.

Estos tiempos son más frívolos y narcisistas que altruistas.

Ya no hay obligaciones, sólo oportunidades de placer que hay que satisfacer sin hacer preguntas.

¿Qué pasa en Soria? No lo sé, pero tomando el pulso a mis alumnos y a sus padres dudo lleguemos al 4,5 de asistencia.

Nuestro catolicismo, rico en pendones y procesiones, tiene mucho de sociología y poco de mística.

Si existiera un Carné de religión por puntos, pocos serían los premiados y muchos los multados. Son muchos que sólo hacen un stop en el área de descanso el día de la fiesta del pueblo, el funeral de un conocido o el día de la boda de un amigo.

Yo sé que ser católico es mucho más que ir a Misa, hay cristianos anónimos y nadie tiene el monopolio de la compasión, pero no basta creer, hay que pertenecer y comprometerse en tareas que nos humanicen y espiritualicen. No basta tener el Carné, hay que llevarlo 24/7 y renovarlo y vivir agradecido porque está al alcance de todos y hasta yo lo tengo.

Cierto, las religiones organizadas tienen mucho de penitencia y de legalismo, pero es el Espíritu el que me da la libertad para disentir y vivir sin el eterno complejo del pecado y de la culpabilidad.