CERRAR EMBAJADAS

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio

 

   

 

Irlanda, bastión del catolicismo europeo, identidad indeleble y belicosa frente a la Inglaterra protestante y opresora, nos ha sorprendido con un gesto cuasi-profético.

El 3 de noviembre, el gobierno irlandés decidió cerrar su embajada en el Vaticano.

“El gobierno cree que los intereses con la Santa Sede pueden ser suficientemente representados con un embajador no-residente”, dijo el Ministro de Asuntos Exteriores Eamon Gilmore.

El Cardenal Sean Brady “profundamente decepcionado” lamentó la decisión del gobierno.

Una de las primeras embajadas que Irlanda estableció cuando se sacudió el yugo inglés que la estrangulaba fue la embajada vaticana.

La crisis económica exige ahorrar, eliminar gastos superfluos, cerrar embajadas floreros que no producen dividendos materiales y los espirituales son más que dudosos.

Oficialmente el gobierno irlandés cierra esta embajada por razones económicas. Ahorrará un millón de euros. Y la Villa Spada, embajada vaticana y propiedad del gobierno, acogerá a los funcionarios de la embajada ante Italia, propiedad arrendada.

Pero las enemistades, la mala sangre, lo que ambos callan, lo que envenenó una gran relación es el informe patrocinado por el gobierno sobre los abusos sexuales ocurridos en la diócesis de Cloyne.

Este informe acusa al Vaticano de no querer cooperar y quitar importancia a las normas establecidas por la Iglesia de Irlanda, actitud que refleja el “narcisismo que ha dominado la cultura vaticana hasta el día de hoy”.

La economía, la mala sangre, la pedofilia, los malentendidos…qué más da, lo significativo y lo chocante es que la católica Irlanda cierra su embajada vaticana.

Aunque sólo sea por razones económicas ¿seguirán otras naciones el ejemplo de Irlanda?

Yo, más por razón del evangelio de Jesús que por razón económica, lo deseo y lo aplaudo.

Los que vivimos nuestra fe lejos de Roma y ya no recitamos como loros la muletilla de nuestros mayores “católico, apostólico y romano” –romano suena a imperio, a gloria trasnochada- no lloraremos si el Vaticano pierde de una vez por todas el triunfalismo humano que no necesita.

Son millones de católicos por el ancho mundo los que nunca han visto una mitra. Sólo conocen al padrecito que, pobre como ellos, alimenta sus cuerpos, cura sus heridas y les anuncia el amor y la compasión de Dios no sólo con palabras sino con su vida.

Mantener tanto nuncio desconocido en tantos países del mundo es un supermontaje complicado, caro e inútil.